Capitulo 714
-Hem–musitó el chico, asintiendo mientras se inclinaba para abrazarla. Le sacaba varios centimetros de estatura, asi que la envolvió con sus largos brazos. Me esforzaré, te lo PROMETO
–replicó Luciana con un hilo de voz–Aqui te espero.
Finalmente se separaron Juan y Balma guiaron a Pedro hacia el control de seguridad. El muchacho se ravió por última vez para agitar la mano en dirección a su hermana.
-Patel–Luciana se parò de puntillas-. ¡Buen viaje!
El esbozó una sonrisa y continuo su camino, hasta que su silueta se perdió de vista. Incapaz de contenerse, Luciana se apoyo en Martina y rompió en llanto, recordando a aquel niño con el que habla convivido catorce años, siempre juntos.
Martina la abrarò con suavidad, sin decir nada, acompañandola en su dolor.
De pronto, el teléfono de Luciana vibrá. Era un mensaje de Pedro: una foto suya, ya sentado en el arión, haciendo una señal de victoria con los dedos y una sonrisa enorme.
-Ay, este año… -dio Luciana, entre risas y lágrimas.
-Tranquila, se re contento–comentó Martina, tratando de consolarla.
Vicente y Martina optaron por llevarla de regreso. Fue entonces cuando Alejandro, sudando a mares, entró a toda prisa al aeropuerto y se dirigió a la puerta de embarque VIP. Al revisar su reloj, sintió un frio interior.
Bages.. -susuITÓ.
Con la respiración agitada, buscó a Luciana y la vio salir. Se acercó corriendo:
-Lucianal
La tomó de las manos, hablandole con culpa en la voz:
-Lo sienta. Llegué tarde…. ¿verdad?
Ella lo miró com aparente serenidad.
-SE. Pedro ya partió. Se fue sin verte.
La decepción de Alejandro era más que evidente. Abrió la boca para explicarse, pero, ¿qué podría decir? El accidente en la carretera, su retraso por otras diligencias… nada cambiaría el hecho de que habúa llegado tarde.
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+25 BONO!
Capitulo 714
-De verdad lo siento. Fue mi error -dijo al fin.
Luciana no quería fingir que todo estaba bien, pero tampoco le apetecía armar una escena. Finalmente, fue ella quien había accedido a que él atendiera a Mónica. Sin más, lo miró con expresión cansada.
-Volvamos a casa -murmuró.
Vicente y Martina, que habían ido juntos al aeropuerto, se despidieron de Luciana:
-Luciana, nos vamos. Cuídate.
—Sí, hasta luego. -Ella sonrió a modo de cortesía, acompañándolos a su auto para agitar la mano en señal de despedida.
Alejandro, con aires de niño regañado, la siguió en silencio. Cuando subieron al coche, él la observaba con nerviosismo, abriendo la boca para hablar sin atreverse a soltar palabra. Luciana, por su parte, miraba por la ventana sin prestarle atención y cerró los ojos para descansar. Su indiferencia lo descolocaba más que cualquier reclamo. (2)
Una vez que se adentraron en la ciudad, Luciana abrió los ojos y se dirigió a él:
-¿Dónde te bajo?
Alejandro quedó perplejo. ¿Por qué iba a bajarse?
-¿No te queda trabajo pendiente? -insistió Luciana, con un tono mesurado-. Tal vez debas regresar al hospital o a la empresa. Has perdido varias horas, ¿no?
-O quizá… —agregó-, dejas que Simón te lleve y yo me voy sola.
-¡No! -exclamó Alejandro, sintiendo un súbito escalofrío. Le tomó la mano con urgencia—. No iré a ningún otro lado. Vámonos juntos a casa.
Ante esa declaración, Luciana retiró su mano de la de él y volvió a cerrar los ojos, sin replicar una sola palabra más. Alejandro tragó saliva, sin saber qué hacer para calmarla.
Al llegar al apartamento, Alejandro la siguió pegado, temiendo que en cualquier momento lo echara. Al cruzar la puerta, la rodeó por la espalda: 0
-Lo siento, de verdad.
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