Capítulo 719
Alejandro entrecerró los ojos mientras observaba a Luciana. Le vino a la mente la idea de qué pasaría si, alguna vez, ellos dos se separaran… ¿se lanzaría ella a atacar a quien interrumpiera su felicidad, del mismo modo que hoy defendía a Fernando?
Pero enseguida desechó la idea. Era demasiado aterradora, demasiado ajena a su realidad. Él no iba a perderla, nunca.
I
Se acercó con cautela y se sentó junto a ella. No dijo nada, esperando a que fuera Luciana quien rompiera el silencio. Y así fue.
Volteando hacia él, con un leve atisbo de sonrisa amarga, dijo con serenidad:
-Hace un rato, ¿por qué me detuviste cuando yo quería “ayudarla” a morir?
La pregunta lo tomó por sorpresa.
-¿Te cuesta responderme? -insistió Luciana, viendo su vacilación.
Alejandro guardó silencio. Ella curvó los labios con una sonrisa triste.
-Te doy una pista: ¿te preocupaba que Mónica muriera, o más bien que yo me convirtiera en una asesina? ¿Qué es lo que más te asusta?
-¡Luciana! -La miró con reprobación.
Contéstame pidió ella.
Alejandro respiró hondo y apoyó su mano en el hombro de Luciana.
-Mónica ha cometido errores, pero eso no justifica su muerte. Y tú no tienes por qué cargar con un homicidio…
–
-Ja… Luciana soltó una risita amarga, con un leve brillo rojizo en los ojos-. Vaya, señor Guzmán… su respuesta es tan ambigua que al final no contestó nada, ¿eh?
-Luciana -protestó Alejandro, algo frustrado. No es una cuestión de “a qué le temo más“. ¿ Por qué te obsesionas con esto?
-¿Obsesionarme? -Ella desvió la mirada hacia el techo, soltó un largo suspiro—. Es cierto, puede que sea mi culpa.
Alejandro, al oír ese matiz de rendición, la estrechó contra su pecho para calmarla.
-No le des más vueltas. Sabes que a quien quiero ahora es a ti.
Luciana alzó el rostro y lo miró.
1/2
Capitulo 719
+25 BONOS
-A veces de veras me pareces un misterio. No termino de entenderte.
-¿A qué te refieres? -indagó él, intrigado.
-Me cuesta asimilar cómo pudiste sentir algo tan fuerte por Mónica durante tantos años. ¿ Cómo es que entre tantas mujeres distinguidas de Muonio, ella fue la única que te interesó? Es
—
extraño explicó Luciana con sencillez-. Luego, si te gustaba alguien como Mónica, ¿por qué terminaste fijándote en mí? Somos polos opuestos en todo: físico, carácter, valores…
Cabeceó, pensativa:
-¿Acaso el gusto de las personas cambia de forma tan radical? -Se echó a reír-. Por lo general, cuando uno no logra su “amor de juventud“, busca a alguien parecido que sirva de sustituto. ¡Pero lo tuyo es un extremo!
Alejandro frunció el ceño.
-¿Por qué piensas así?
-Pues… es lo que muestran en telenovelas y novelas románticas -murmuró Luciana.
Él se inclinó para darle un beso rápido. 1
-Precisamente, eso demuestra que no eres la copia de nadie: te quiero por ti misma.
-¿Ah? -Luciana se detuvo un segundo y soltó una risita-. Tienes razón.
—Vamos —dijo Alejandro, tomándola en brazos. Se hace tarde, voy a dejarte en casa y luego debo ir a la oficina.
-Bien, de acuerdo.
Como no iban en la misma dirección, cada uno subió a un auto distinto. Antes de que Alejandro cerrara la puerta, Luciana le sujetó la mano, provocando en él un sobresalto de ternura, pues le encantaba ese gesto dependiente. Sin embargo, ella aclaró:
-Le prometí a Fernando que volvería a verlo. Quiero avisarte para que lo sepas. 2
Tras decirlo, soltó su mano y lo dejó en silencio.
-No te preocupes, ve a trabajar -añadió con un tono neutro.
Alejandro se quedó callado unos instantes. No era una propuesta ni una petición, sino una simple notificación. ¿Qué más podía hacer sino aceptarlo?
-Entendido murmuró antes de meterse al auto.
2/2