Capítulo 720
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Dándose la vuelta, subió al auto. Luciana observó cómo se marchaba, y no pudo evitar una sonrisa irónica. Se notaba que a él no le gustaba nada la situación. “¿Teme que le sea infiel?“, pensó ella. “No importa. Que sienta un poco de lo mismo que yo experimento cada día.” 4
***
Ya era bastante tarde cuando Alejandro terminó su trabajo y regresó al apartamento de Luciana. En lugar de irse a su propia vivienda, se arriesgó a despertarla y se adentró en su habitación. Hizo lo posible por no hacer ruido, pero al acostarse, Luciana se despertó:
-¿Por qué viniste?
-Te extrañaba -murmuró él, abrazándola-. Me cuesta dormir si no estoy contigo.
Luego le acarició el cabello y añadió:
-Tranquila, duerme.
Luciana, adormilada, no preguntó más, y al inhalar su aroma, Alejandro por fin sintió algo de
paz.
A la mañana siguiente, cada cual siguió con su rutina. Durante el desayuno, ella soltó de
repente:
-Hoy iré al hospital un rato.
Él se tensó. No hacía falta preguntar a quién iría a ver: seguro que no a Mónica. Sin embargo, solo logró emitir un “ajá“, con un nudo en la garganta. ↑
Antes de que él se marchara, Luciana lo acompañó a la puerta.
-Cuídate en el camino -dijo con aparente ligereza.
—Luciana… —El hombre pronunció su nombre en voz baja, con preocupación reflejada en sus ojos, y la besó con una mezcla de pasión y ansiedad. Fue un beso prolongado y tan intenso que, al separarse, Luciana sintió los labios hinchados.
-¿Qué te pasa tan temprano? ¿Tomaste alguna droga? -bromeó ella con un deje de reproche.
-Estoy celoso él no lo negó, deslizando un dedo por sus labios ya enrojecidos. Por favor, deja que Simón te acompañe, ¿sí? (2)
Había algo de petición y algo de orden en su voz. De protección, pero también de vigilancia.
-No me molesta. Igual siempre salgo con él, no es nada nuevo, -Luciana aceptó sin dificultad –. No sé por qué te empeñas en remarcarlo.
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Al verla tan cooperativa, Alejandro se sintió un poco aliviado. Aún con esa pizca de inseguridad rondándole la mente, se atrevió a preguntar: 1
-¿Y… planeas ir todos los días?
-No lo creo. -Luciana movió la cabeza-. No quiero cansarme, ni creo que le sirva que vaya de diario.
—Entiendo. —Él se despidió con un leve suspiro, aplacando su mal humor-. Me voy a la oficina.
—Sí, ve.
Apenas se volteó, su rostro se ensombreció. “Es absurdo… Él está enfermo y, para colmo, la ” medicina” que lo alivia es precisamente mi esposa. ¡Cuánta ironía! Y lo peor es que tengo que aceptarlo… ¡Qué maldito fastidio!”
***
Después de despedir a Alejandro, Luciana también salió de casa. Cuando llegó al hospital, Fernando seguía dormido. Lorenzo ya estaba ahí, conversando con Victoria.
Según Lorenzo:
Si la señora Guzmán está dispuesta a ayudar, sería de gran utilidad. Él está no logremos todo lo que desea, al menos que sienta un motivo para vivir.
muy mal. Aunque
A veces, una simple chispa puede sostener la llama de la vida. Y Luciana era esa chispa para Fernando.
-Entendido -respondió Luciana, inhalando con fuerza-. Haré lo que pueda.
-Eso sería maravilloso -dijo Lorenzo, aliviado.
Victoria, visiblemente conmovida, le tomó la mano:
-Luciana, gracias, de veras. Nunca olvidaremos lo que haces
por nosotros.
-No exagere. -Luciana sentía cierta culpa.
Recordó los tres años en que no sospechó que Mónica se había quedado con sus cartas. Si lo hubiera descubierto antes… Pero el pasado era inamovible; lo único que quedaba era intentar reparar los daños.
Cuando Fernando despertó, Luciana estaba sentada a su lado, arreglando un ramo de flores sobre la mesita. Él la miró como si estuviera soñando.
-Luciana…
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-¿Eh? —Ella levantó la cabeza, sonriendo. ¿Ya abriste los ojos? Si te sientes con fuerzas, ayúdame a llenar el florero con agua.
De pronto, Fernando cerró los párpados con fuerza…
