Capítulo 724
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-¿Una vida? —Luciana matizó-. Tu mamá tenía apenas unas pocas semanas de embarazo. Era un embrión, no llegó a formarse un ser completo.
-¡Eres muy cruel! -la increpó Mónica.
Luciana sonrió con frialdad:
-Te noto muy afectada, ¿será por solidaridad entre “amantes clandestinas“? Tiene sentido. Tú también naciste de la infidelidad de tu madre, así que comprendo que sientas empatía por ese hermanito o hermanita, hijo de otro engaño.
Sus palabras sonaron tranquilas, pero cada frase era una daga.
—¡Tú… tú…! —Mónica, roja de ira, buscó algo para contradecirla, sin éxito.
En ese instante llegó Alejandro, que acababa de terminar su llamada.
-Mónica la saludó con una leve sorpresa en la voz, aunque no tanto. Frunció el ceño.
-¿Alex…?–Mónica parpadeó, mirándolo a él y luego a Luciana-. Aquí hay algo que no
encaja.
Pensó que él había venido por ella, pero la realidad era diferente. Lo primero que hizo Alejandro fue pronunciar el nombre de Luciana, no el de Mónica.
-¿Ustedes…?–Mónica se detuvo, incapaz de fingir más. Al fin se atrevió a preguntar-. ¿No se habían divorciado?
Luciana casi rió en voz alta. “Igual que su madre… Son tal para cual“, pensó.
-No respondió Alejandro con un tono grave, pero nítido-. No nos hemos divorciado.
-¿Pero por qué…? -Mónica estaba atónita.
—Mónica… —Alejandro miró de reojo a Luciana, quien se volteó con un gesto que significaba Haz lo que consideres“. Él tampoco planeaba evadir la pregunta. Pero en ese momento se abrió la puerta de la habitación y apareció el abogado.
-¡Abogado Navarro! -exclamó Mónica, corriendo hacia él-. ¿Por qué te llamó mi papá? ¿ Qué pasa?
Luciana se mantuvo al margen, esbozando una sonrisa irónica. Vaya “hija ejemplar“: ¿ni un segundo para preguntar cómo estaba Ricardo de salud?
El licenciado Gabriel Navarro, con un gesto algo solemne, habló sin rodeos:
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Capitulo 724
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-Su padre me ha solicitado entregar formalmente la demanda de divorcio a su madre… Además, quiere modificar el testamento otra vez.
-¿Qué?
–
La voz de Mónica salió quebrada—. ¿Cómo es posible? ¡No, esto no puede suceder!
Intentó abrir la puerta para entrar con Ricardo, pero el licenciado Navarro la bloqueó.
-Señorita Soler, no puede pasar.
-¡Déjeme entrar, necesito hablar con mi papá! Él está molesto, si entro y lo convenzo, seguro se tranquiliza…
-Señorita Soler -suspiró Navarro, casi compadeciéndose-. Su madre le fue infiel. ¿De verdad cree que su padre se calmará así nada más? Incluso estaba embarazada, aunque al final perdió al bebé.
Miró a Mónica con seriedad.
-Le aconsejo que no insista y, sobre todo, que no defienda a su madre ante él. Acaba de sacarla del testamento por ser la parte culpable, y ella no va a recibir ni un centavo. ¿En serio quiere que su padre se enoje más y también la elimine a usted de la herencia?
-…! Mónica se quedó muda, helada. Jamás imaginó que las cosas llegarían tan lejos. Su madre compartió tantos años con su papá, ¿cómo podía dejarla sin nada?
-Esto no… esto no es posible -repitió, temblando-. Papá no puede ser tan despiadado. Ella ha sacrificado tanto por
él…
Luciana la oyó y no aguantó:
-¿Sacrificarse? ¿En qué?
-¡Cállate! -espetó Mónica, encendida—. ¿Qué sabes tú? Por lo menos naciste dentro del matrimonio. Jamás entenderás lo que es vivir como “hija ilegítima“.
Los ojos de Mónica se pusieron rojos, y señaló a Luciana con furia:
-¿Quieres saber quién es la verdadera intrusa? ¡Pues quien no es amada! Si mi papá dejó de querer a tu mamá hace mucho, ¡la auténtica entrometida era ella!
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