Capitulo 73
Capítulo 73
Le lanzó una mirada a su madre, indicándole que no hiciera más escándalo. Clara, aunque a regañadientes, contuvo su furia.
Antes de irse, Alejandro miró a Fernando.
-¿Y tú, quién eres?
Ambos se miraron fijamente, y el aire se llenó de una tensión palpable.
Fernando frunció el ceño levemente.
-Fernando Domínguez. Soy amigo de Luciana.
Alejandro lo observó por unos segundos, hasta que lo recordó.
Ya se habían visto antes. Aquella noche en Pomacollo, en la cocina del hotel, cuando Fernando preparaba sopa de tortellini a medianoche. Pensándolo bien, ¿esa sopa era para Luciana? ¿ Tenían una relación tan cercana?
Alejandro vaciló un instante, aunque su expresión apenas cambió.
—Luciana está dormida. ¿Te gustaría entrar a verla?
-No, gracias. -Fernando negó con calma-. Si está dormida, esperaré aquí.
Eso era justo lo que Alejandro prefería.
-Como gustes.
Dicho esto, Alejandro se fue con Mónica.
***
En la terraza del ático.
-Así es como son las cosas: Luciana es mi esposa. -Alejandro le había contado todo a Mónica, sin omitir ningún detalle.
Mónica lloraba desconsolada.
-¡Entonces… ella… ella es tu esposa!
Pero en su interior, la sorpresa superaba la tristeza. ¡Jamás imaginó que Luciana fuera su esposa! Con razón Luciana había tenido dinero de repente para pagar el tratamiento de Pedro. Con razón sabía que Alejandro estaba casado. Con razón siempre había sentido algo extraño
entre ellos.
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Alejandro sacó un pañuelo y se lo entregó.
-¿Por qué no me lo dijiste antes?-preguntó Mónica, tomando el pañuelo, aunque no se secó las lágrimas.
-No quería ocultártelo a propósito. -Alejandro se masajeó las sienes-. Al principio pensé que todo se resolvería rápido, y no creí que ustedes dos tuvieran que conocerse.
-¿Y ahora? -Mónica mordió su labio inferior-. ¿Todavía se van a divorciar?
Alejandro dudó por un segundo, luego asintió.
-Sí.
Aunque ya no sentía la misma aversión hacia Luciana que al principio, había hecho una promesa a Mónica. Además, Luciana estaba esperando un hijo que no era suyo, lo que hacía imposible cualquier futuro entre ellos. En cuanto a esos sentimientos difusos que había comenzado a tener por Luciana, quizás solo eran fruto de la confusión. Poner fin a todo era lo
más sensato.
-Pero… -Mónica apretó los labios, sin querer rendirse-. Alex, ¿te has encariñado con ella?
Has sido tan bueno con ella…
Alejandro frunció el ceño y negó con la cabeza.
—No, la he cuidado porque su madre salvó la vida de mi abuelo. De alguna manera, siento que tengo una deuda que debo saldar. 1
—¿De verdad es solo por eso? ¿No hay nada más?
-Así es, no hay nada más. —Incluso si alguna vez hubo algo, ahora ya no lo había.
-¡Alex! -Mónica, incapaz de contenerse, se lanzó a los brazos de Alejandro y empezó a llorar suavemente. ¡Te creo! ¡Solo con eso me basta! 2
Alejandro se sintió incómodo. Aún no se acostumbraba a tanta cercanía con ella, pero tampoco podía apartarla.
Entonces recordó algo y preguntó:
-¿Cómo fue que ustedes dos terminaron cayendo juntas a la piscina?
-¿Eh?
Mónica se quedó paralizada. Un sudor frío recorrió su espalda. Forzando una sonrisa, respondió:
—
-Vi que su vestido era muy bonito y quise verlo de cerca, pero ella se molestó, intentó alejarse
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y me empujó sin querer al agua… Me asusté tanto que la agarré. No fue intencional, pero… acabé causándole daño… 3
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