Capítulo 731
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Luciana se sintió abrumada por la intensidad.
-¿Por qué tanta prisa? -protestó, algo divertida.
-Porque sí contestó él, sin dejar de besarla-. Llevo toda la noche ansiándolo.
Luciana soltó un suspiro a medio camino entre la risa y el desconcierto.
-Me pregunto cómo habrán aguantado tus novias anteriores–soltó de pronto, a modo de
broma.
Porque, en el tiempo que llevaba con él, había notado lo mucho que Alejandro buscaba el contacto físico. Aunque ella no podía tener intimidad plena por su embarazo, a él le bastaba con besos, caricias y abrazos… y seguía con ganas.
Sin embargo, al instante comprendió que aquella referencia a su vida pasada aludía inevitablemente a Mónica. Su rostro se ensombreció y su cuerpo, que segundos antes se rendía a las caricias, quedó tenso.
-¿Qué pasa?-preguntó Alejandro, percibiendo su incomodidad. Entendió de inmediato lo que rondaba su cabeza. La atrajo contra su pecho con calidez-. No te tortures pensando en eso.
Como hombre, le era imposible negar lo que hubo. Al final, “una vez” o “muchas“, no cambiaba el hecho de que ocurrió, Sin embargo, no quiso entrar en detalles; la única verdad que podía darle era;
-No pensemos en el pasado, ¿sí? De ahora en adelante… solo existes tú.
Luciana sintió que había sido algo susceptible al preguntarle aquello. Por más que supiera, ¿ para qué continuar con el tema? A esas alturas, no había vuelta atrás.
-Tienes razón —murmuró, aflojando la tensión en sus hombros.
Apenas volvió a relajar el cuerpo, Alejandro la besó otra vez. Ella le puso una mano en el pecho para detenerlo:
-¿No tienes fin?
-Esto es apenas el comienzo ―respondió él, con una mirada picara—. Y porque estás embarazada… el día que nazca nuestra niña, te mostraré de lo que soy capaz.
Mmm…
-Dame otro beso–insistió, sonriendo.
Después de un largo rato, Alejandro se acomodó abrazándola. De pronto recordó algo:
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-Ah, por cierto… ya quedó resuelto lo del préstamo de la familia Hernández.
-¿En serio? -Ella lo miró con los ojos iluminados, y le plantó un beso en la barbilla-. Gracias, mi amor.
Él alzó las cejas con agrado:
–
No hay de qué… aunque en realidad no fui yo aclaró.
-¿No? ¿Entonces fue Marti? ¿Ella logró arreglarlo sola?
-No lo sé. -Alejandro negó con la cabeza-. Sergio investigó y descubrió que un banco ya aceptó otorgarles el préstamo. Pero ignoro los detalles.
Para él, su única preocupación era ayudar en lo posible a Luciana y sus amigos. Mientras hubiera una solución, lo demás era irrelevante. No necesitaba indagar más.
***
Dos días después, Ricardo mejoró y el hospital permitió las visitas. Al entrar al edificio de cirugía, Alejandro recibió una llamada.
-Ajá, sí, lo tengo claro. En cuanto podamos, iremos a ver.
Luciana, al oírlo, notó que parecía un asunto que la involucraba.
-¿Qué pasa?
-Nos avisaron que la sala de parto ya está lista -explicó Alejandro, sonriendo. Falta alrededor de un par de meses para tu fecha probable, aunque con tu condición especial quieren tenerlo todo preparado desde ahora.
-La doctora Alondra llamó para que vayamos a revisarla. Si algo no te gusta o hace falta algo, lo arreglamos a tiempo.
Luciana quedó pensativa. “Él es tan cuidadoso -pensó-, mucho más que yo misma, y eso que soy la madre“, ar
-¿En qué piensas? —preguntó Alejandro, al notar su silencio.
Ella lo miró con un gesto de duda y soltó:
-¿Tú qué prefieres, niño o niña?
-Los dos me encantan -respondió él de inmediato.
Luego, notando que Luciana quizá temía que él fuera a despreciar al bebé, añadió:
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-Eres una tonta por pensarlo. Cualquier hijo mío, sea niño o niña, lo amaré igual.
Hacía tiempo que él ya no aludía al verdadero origen del bebé. Tal como prometió, no mencionaba en absoluto al padre biológico. Para él, el niño sería suyo.
-Hijo o hija, da lo mismo. Eso sí, a una niña tal vez la consentiría un poco más… -bromeó—. Pero fuera de eso, no hay diferencia.
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