Capítulo 74
Mientras hablaban, sonó el teléfono de Sergio.
-Primo, Luciana ya despertó.
-Está bien. Lo sé. -respondió Alejandro, colgando el teléfono. Luego miró a Mónica-. Ella ya despertó. Voy a verla.
-Espera. -Mónica lo tomó del brazo, sonriendo con dulzura-. Voy contigo.
¡No quería que estuviera solo con Luciana ni un segundo!
Alejandro frunció el ceño, pero Mónica continuó rápidamente.
-No te preocupes. No voy a pelear con ella. Estoy segura de que ella también tiene sus razones. Entre mujeres, es más fácil hablar.
Alejandro la miró durante unos segundos, reflexionando, y finalmente asintió.
-De acuerdo.
***
En la sala de descanso, Fernando estaba sentado junto a la cama, observando a Luciana con una mezcla de preocupación y cariño.
-¿Te sientes bien?
-Estoy bien. -Luciana sonrió-. No soy de papel, no me voy a deshacer solo por un chapuzón.
-No digas esas cosas. -Fernando frunció el ceño con desaprobación-. ¿Sabes lo preocupado que estaba cuando…?
Antes de que pudiera terminar, Alejandro y Mónica entraron, y la sonrisa de Luciana desapareció de inmediato.
-Fernando, estoy bien. Puedes irte.
Fernando no estaba convencido; era evidente que quedaban muchas cosas entre Luciana y Alejandro. Pero, como Luciana lo pidió, no tuvo más opción que irse.
-Descansa bien.
-Lo haré.
-Señor Guzmán, con su permiso. -Fernando pasó junto a Alejandro, sintiendo claramente la hostilidad en su mirada.
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Capitulo 74
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Cuando la puerta se cerró, Luciana se acomodó en la cama, esbozando una sonrisa.
-Vinieron juntos, qué agradable sorpresa.
Mónica forzó una sonrisa.
-Doctora Herrera, lamento lo que pasó antes.
¿Eh? Luciana se sorprendió, su sonrisa no llegó a sus ojos. ¿Mónica disculpándose? Esto sí que era algo nuevo.
-¿Qué dijiste?
Antes de que pudiera continuar, Alejandro intervino, mirándola fijamente.
-Mónica te jaló hacia la piscina, estuvo mal, pero no lo hizo a propósito. Fuiste tú quien la empujó primero. Solo quería ver tu vestido; si se lo hubieras mostrado, nada de esto habría pasado. Ambas estuvieron mal, así que dejémoslo pasar. 2
Alejandro, siendo hombre, no comprendía cómo una discusión por un vestido podía llegar tan lejos. Tras sus palabras, un largo silencio llenó la habitación.
La sonrisa de Luciana se amplió, acompañada de una risa irónica.
—¿Yo la empujé a la piscina? ¿Eso es lo que ella dijo?
Alejandro levantó una ceja.
-Sí. ¿No fue así?
-¡Alex! -Mónica, con el corazón en un puño, sintió que Luciana estaba a punto de desenmascararla. Pero no tenía miedo; al final, todo se reducía a palabras, y no era lo que Luciana dijera lo que importaba.
-No importa, yo estoy bien… —dijo Mónica, con un tono de aparente tristeza.
—¡Ja, ja, ja! —Luciana no pudo contener la risa, riendo tanto que se recostó contra el cabecero de la cama.
-¿De qué te ríes? -Alejandro frunció el ceño.
-¡Ay, Dios mío! —Luciana se sujetó el estómago, asintiendo repetidamente. Me río porque
tienes razón.
De repente, su expresión cambió por completo. Sus ojos se volvieron fríos, sin rastro de calidez, y pronunció cada palabra con claridad.
-¡Sí! ¡Fui yo quien la empujó a la piscina!
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Capítulo 74
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Dicho esto, apartó las sábanas y se bajó de la cama. Sus pasos eran inestables mientras caminaba.
-¿Qué estás haciendo? -Alejandro la sostuvo del brazo, visiblemente molesto-. ¡Vuelve a la
cama!
-¡No! -Luciana respondió con el rostro sereno, sin mostrar enfado, pero con una frialdad que la alejaba de todo y de todos-. ¡Quedarme aquí me asfixia! ¡Tengo que irme de inmediato! Señor Guzmán, ¡mejor cuide a su novia!
Con un movimiento brusco, se soltó de su agarre y salió sin mirar atrás.
-¡Luciana! ¡Detente!
Alejandro fue tras ella de inmediato.
-Alex, ah… -Mónica, al intentar seguirlo, tropezó y cayó al suelo.
Sin opción, Alejandro tuvo que regresar para ayudarla a levantarse. Cuando volvió a mirar, Luciana ya había desaparecido, sin rastro de ella en los pasillos.
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