Capítulo 742
Durante largos segundos, Luciana se aferró a él, conteniendo su llanto. Al final, lo abrazó de vuelta. Por más enojo que tuviera, no podía negar que lo necesitaba.
***
Ricardo había recuperado la conciencia y, en la UCI, se permitía a los familiares verlo a través de la puerta. Al ser Luciana su única pariente directa, el hospital la llamó. Cuando ella llegó, descubrió que Clara también andaba por ahí.
Pero Clara no parecía haber venido por preocupación genuina. Más bien, daba la impresión de buscar pleito.
-¡¿Por qué no me dejan pasar?! -gritaba al personal médico, furiosa-. ¿Quieren matarlo ocultándomelo, o qué?
-Señora, si no se va, tendré que avisar a seguridad.
—¡Llámelo, me da igual! —replicó ella, sin recato.
De pronto, Clara se giró y vio a Luciana acercándose.
-… -Su expresión cambió. Parecía que llevaba días sin dormir, con las ojeras y los ojos inyectados en sangre. Un aspecto francamente aterrador.
Luciana no deseaba prestarle atención, así que siguió de largo.
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-¡No te creas mucho! —gritó Clara, sin dejarla en paz-. ¿Te crees que ganaste? ¡Ja! ¿O piensas que tu “amada madre” era algo de fiar? Ricardo se ha hecho mayor y olvida cosas, pero ya verás cómo le refresco la memoria…
-¿A qué te refieres? -preguntó Luciana, deteniéndose con el ceño fruncido.
-¡Ja, ja! -soltó Clara con desdén-. ¿Nunca te pusiste a pensar por qué tu padre llevaba años sin verte y permitiéndome que te tratara tan mal?
Luciana admitía que aquello siempre había sido un misterio para ella.
–
-Porque… Clara la miró con ojos enloquecidos. ¡Eres una hija ilegítima! ¡Tu madre engañó a Ricardo y tú no eres su verdadera hija!
—… —Luciana sintió un ligero escalofrío, pero enseguida esbozó una sonrisa incrédula.
Era demasiado absurdo.
-Ridículo dijo, considerando a Clara completamente desquiciada. Bien sabía ella que Clara, tras haber cometido adulterio, pensaba que todo el mundo actuaba igual.
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Capitulo 742
-¡Oye, no te vayas! —insistió Clara, volviéndose más frenética-. ¡Es cierto lo que digo! ¡ Puede que tu “hermanito” tampoco sea de él!
Luciana lo consideró aún más absurdo. Al fin y al cabo, Pedro había donado parte de su hígado
a Ricardo, con lo que se confirmaba que eran padre e hijo biológicos. Ignorando sus disparates, aceleró el paso para ingresar a la UCI.
Sin prestar atención, tropezó ligeramente.
-¡Ah…!
-¡Cuidado! -exclamó alguien.
Luciana se agarró del pasamanos del pasillo con una mano y, con la otra, se sujetó de un… doctor. En realidad, fue él quien la sostuvo a ella.
-Gracias —dijo Luciana, aliviada.
-No hay de qué -respondió el médico, con la boca cubierta por una mascarilla, dejando ver solo los ojos-. Estás en las últimas semanas de embarazo; procura tener cuidado.
-Sí, lo tendré–contestó Luciana.
El doctor la soltó y siguió su camino hacia el interior. Luciana lo miró con la frente algo fruncida; esos ojos le resultaban vagamente familiares, aunque no lograba ubicarlo. “Qué raro“, pensó. “Es como si lo hubiera visto antes.‘
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***
Por la noche, Luciana y Alejandro hablaron sobre Ricardo.
-Ya recuperó la conciencia. Con un par de días más podrá salir de la UCI y pasar a una sala común comentó Luciana.
Alejandro, mientras le servía algo de comida, respondió:
Cuando den de alta su cambio de habitación, voy contigo a recogerlo.
Las cosas ahora eran distintas; Ricardo se había convertido en su suegro, y como yerno, Alejandro sentía la obligación de cuidarlo.
Durante el día, Martina pasó por el apartamento de Luciana para ayudarla a empacar. Dado el estado especial de Luciana, se preparaba para internarse en los próximos días, por precaución. En la sala de partos estaba casi todo listo, pero aún necesitaba su ropa y artículos de uso personal.
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–Cuando nazca el bebé, vendré durante el día a acompañarte comentó Martina con un tono entusiasta.
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Capítulo 742
La familia Hernández había superado la crisis, así que ella disponía de más tiempo libre.
-Genial–asintió Luciana.
Al mediodía, en vez de comer en casa, fueron al centro de la ciudad a un restaurante argentino. Mientras caminaban hacia el reservado, se toparon con alguien que conocían. Él también las
vio.
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