Capítulo 743
Salvador se acercó con una sonrisa.
-Luciana, Martina… ¿vinieron a comer?
-Sí–contestó Luciana, devolviéndole la sonrisa, mientras Martina desvió la mirada, sin querer saludar.
-Yo quedaré con unos amigos -explicó Salvador-. Hagan algo: dejen la cuenta a mi nombre. El wagyu y el salmón están muy buenos hoy. Bueno, me retiro ya.
Como se trataba del buen amigo de Alejandro, Luciana no lo rechazó:
-Entonces nos aprovecharemos de tu invitación. Gracias.
-No hay de qué -Salvador inclinó la cabeza y se marchó.
-Tch… -resopló Martina-. Si viene a comer con su novia, ¿por qué no lo dice directo en vez de “amigos“?
Luciana levantó la vista y vio que Salvador, efectivamente, estaba con una chica. Luego miró a Martina:
-Oye, ¿no crees que esa chava se parece a alguien?
-¿verdad? -coincidió Martina-. La primera vez que la vi, sentí que me resultaba familiar, pero no logro ubicarla en algún artista o algo así.
-¡Qué tontita eres! -bromeó Luciana, examinándola de arriba abajo-. No está lejos, la tienes frente a ti: ¡se parece a ti!
-¿A mí? -Martina abrió los ojos, perpleja—. ¿Estás segura?
Luciana soltó una carcajada:
—Su cara es un poco más delgada, pero si perdieras la grasa de tus mejillas, se verían casi iguales.
Martina quedó estupefacta. Pensó en las veces que Salvador se portó “extraño” con ella. ¿ Acaso la veía como un sustituto, dado que su novia se parecía a ella?
La idea la hizo estremecerse, sintiendo escalofríos. “Salvador, al final, sigue siendo un desgraciado“, se dijo para sus adentros.
Tras la comida, Simón las llevó al hospital maternal. Por un lado, querían acomodar las cosas de Luciana en la suite; así, no tendrían que hacerlo corriendo cuando llegara el momento. Por el otro, la doctora Alondra pasaría a revisarla.
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Capítulo 743
***
+25 BONOS
Mientras tanto, Ricardo ya había despertado. Llevaba un par de días consciente, pero demasiado débil. Aquella mañana su estado era más estable.
-Quiero pasar a una sala común -dijo al médico.
-De acuerdo, avisaremos a su hija y a su yerno para ver si pueden venir a ayudar…
Pero Alejandro estaba ocupado y Luciana, en una consulta prenatal, con el teléfono apagado. El doctor dudó:
—¿Podríamos esperar un poco? No pasa nada si se retrasa un par de horas…
-¿Esperar por qué? —insistió Ricardo-. Si me pueden mover ahora, no hace falta que vengan. Cuando terminen lo que estén haciendo, ya llegarán.
Sin más remedio, el médico accedió. Con ayuda de las enfermeras, trasladaron a Ricardo a una habitación común. Estaba inquieto; apenas salió de la UCI, recuperó su celular. Lo primero que hizo fue intentar llamar a Luciana, pero no logró comunicarse.
-¿Cómo puede ser que no conteste? -murmuró, con el ceño fruncido.
Entonces marcó a Navarro, su abogado. El licenciado contestó enseguida y acudió al hospital con prontitud.
-Navarro, lo siento por la premura, pero quiero modificar mi testamento otra vez.
Sin duda, en esta nueva versión, las únicas beneficiarias serían Luciana y Pedro. Terminado el papeleo, Ricardo suspiró con algo de alivio… pero Luciana seguía sin aparecer. Le embargaba un mal presentimiento, como si algo malo fuese a suceder de un momento a otro.
Tomó el teléfono y marcó de nuevo a Luciana, pero seguía sin comunicarse.
-¿Alguien sabe dónde está mi hija? -preguntó a las enfermeras del mostrador de la unidad.
La jefa de enfermeras recordó algo.
-Cuando la contactamos, el secretario del señor Guzmán mencionó que la señora Guzmán hoy iría a la clínica de maternidad.
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