Capítulo 76
-Y hay algo más -continuó Sergio-. Juan mencionó que la señorita Soler estuvo en la sala de descanso, pero se fue cuando vio que no llegabas.
El mensaje era claro: Mónica probablemente vio el vestido. Y precisamente porque lo había visto, fue que, junto a la piscina, agarró a Luciana, provocando la caída al agua.
Los labios de Alejandro se tensaron, sus ojos oscurecidos por una frialdad impenetrable. Sin decir una palabra, dio media vuelta y salió del salón.
En el pasillo, se encontró de frente con Mónica.
Nerviosa, Mónica lo detuvo.
-Alex, ¿dónde has estado?
Antes de que pudiera decir más, sintió cómo él le sujetaba la muñeca con fuerza. Solo entonces notó que algo no estaba bien. Alejandro tenía una expresión extrañamente fría y distante, y su agarre en la muñeca era doloroso.
-Alex, ¿qué te pasa?
La expresión de Alejandro no mostraba signos de suavizarse.
-Te lo voy a preguntar una vez más. ¿Luciana te empujó a la piscina?
Mónica vaciló, y sus ojos comenzaron a brillar con inseguridad.
-Eh… Sí, ella misma lo admitió, ¿no?
Alejandro soltó una risa sarcástica, casi inaudible. Sus ojos ardían con un fuego helado mientras abría el video en su teléfono y lo mostraba ante ella.
-Era la grabación de la cámara de seguridad.
-Esto…
El rostro de Mónica se puso blanco como el papel.
-Alex, déjame explicarte…
Al ver que su mentira había sido descubierta, no tuvo más remedio
que
admitirlo.
-En ese momento estaba asustada. No me di cuenta de lo que estaba pasando. Solo recuerdo
que caímos mientras forcejeábamos…
Alejandro no apartaba la vista de ella.
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Capitulo 76
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-¿Y cómo explicas que, en el agua, la sujetaras para que no pudiera salir?
-Eso fue… eso fue…
De repente, Mónica se cubrió la cara y comenzó a llorar desconsoladamente. Negó con la cabeza, sollozando.
-¡No quería hacerle daño! ¡De verdad no quería! Es solo que… cuando vi cómo la tratabas, me puse celosa.
Levantó la vista hacia él, con los ojos llenos de lágrimas.
-Alex, te amo demasiado. Dime, ¿qué mujer no se pondría celosa al ver a su novio ser tan amable con otra?
Aunque sus palabras parecían razonables, Alejandro no estaba dispuesto a aceptar esa actitud.
-Si tenías algún problema, debiste haber venido a mí. Luciana no tiene nada que ver en esto.
Mónica se quedó atónita. ¡Estaba realmente enojado! Aunque había admitido su error, él seguía sin perdonarla.
-Alex… -Mónica adoptó un tono más sumiso-. Sé que me equivoqué. Dejé que los celos me nublaran el juicio. No volverá a pasar.
Extendió la mano para tomar la de él.
-Alex, por favor, perdóname esta vez. Lo lamento de verdad.
Alejandro permaneció en silencio, sin saber qué decir. De repente, una idea inquietante cruzó su mente: ¿decidir casarse con Mónica basándose en lo que sucedió aquella noche en el Hotel Real, habría sido un error?
Con cada encuentro, más dudas surgían sobre su carácter y sus valores. Pero al verla llorar tan desconsolada, Alejandro exhaló un largo suspiro. 1
-Que no se repita. No me gusta que jueguen conmigo, sin importar quién sea.
«Ya que
había decidido casarse con ella», pensó, «lo mejor sería darle un poco más de margen.
»
Al escuchar que finalmente cedía, Mónica se arrojó a sus brazos, desesperada.
-Lo sé, esta vez fue realmente un accidente. No volverá a pasar.
***
Por otro lado, Luciana, después de cambiar de lugar para esperar su taxi, seguía sin suerte. En
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Capítulo 76
su lugar, apareció Fernando.
-Luciana.
Fernando bajó del auto y le abrió la puerta.
-Es difícil encontrar un taxi aquí. Te llevo yo, de todos modos voy hacia la ciudad.
-Bueno, gracias.
Luciana se inclinó y se sentó en el asiento del copiloto. El trayecto de regreso a la ciudad era largo, y el silencio pesaba.
Fernando lo rompió con una pregunta aparentemente casual. 1
-Luci, ¿eres cercana a Alejandro?
Luciana se sorprendió. Antes de que pudiera responder, su teléfono sonó. Era otra vez Alejandro.
Luciana intentó colgar, pero por accidente presionó el altavoz. La voz profunda de Alejandro resonó en el auto, su tono grave y magnético.
-Luciana, ¿dónde estás?
Luciana se sobresaltó y rápidamente colgó la llamada. Miró a Fernando con una sonrisa incómoda, y él la observaba con curiosidad.
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