Apenas dieron las seis, Alejandro llegó. Encontró a Luciana sentada en el sofá, como si lo hubiera estado ‘esperando.
Luciana, ya estoy aquí.
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Dejó el saco en el perchero y fue directo hacia ella, con el impulso de abrazarla. No obstante, Luciana alzó la mano para frenarlo y señaló el sillón de enfrente.
Siéntate allí.
Al ver su semblante serio, Alejandro dedujo que ella tenía algo importante que decir. Se aclaró la garganta y se sentó frente a ella, adoptando una expresión serena.
-¿Ocurrió algo?
-Si–contestó Luciana en un tono neutral. Tomó una carpeta de documentos a su lado y extrajo un par de hojas que colocó delante de él. Aquí está el acuerdo. Ya lo firme. Léelo y, si estás de acuerdo, también puedes firmar. Después lo llevamos al Registro Civil y obtendremos el certificado. 5
“¿Acuerdo?”
Los ojos de Alejandro se afilaron. Tomó los papeles y, para su sorpresa, leyó en negritas: “Acuerdo de Divorcio“. Lo sujetó con fuerza; era una simple hoja donde se estipulaba la disolución del matrimonio por “falta de afecto” y ambas partes declaraban no tener reclamos patrimoniales.
-Yo no pedí nada -explicó Luciana, con un tono desapegado-. Así que no hay conflictos de bienes. Puedes firmar sin ningún problema.
Alejandro levantó la cabeza, y sus pupilas oscuras tenían un brillo sombrío, sin dejar pasar ni una brizna de luz. -¿Un final “amistoso”?–soltó de pronto una risa mordaz-. ¿Acaso puede llamarse “amistoso” si yo no estoy de acuerdo?
Con un solo paso, se plantó frente a ella, intentando tocar su mejilla.
-Luciana, créeme, ya no hay nada entre Mónica y yo. Ni siquiera somos amigos…
-¿Nada? -lo interrumpió ella, apartándose-. Ustedes no pueden terminar así como así. Aunque no vuelvan a verse, en tu corazón ella jamás desaparecerá.
-Por favor, sé razonable… -suspiró Alejandro con impaciencia.
-¡Tuvieron un hijo! -gritó Luciana con la voz quebrada, sin poder contenerse más.
Al oírla, Alejandro se quedó estático, como si le hubieran lanzado un hechizo. Su expresión cambiaba entre sorpresa, pánico y angustia. Y ese gesto lo delató por completo.
La amargura de Luciana se reflejó en sus ojos ligeramente enrojecidos:
-¿Por qué no dices nada? ¿No ibas a “razonar” conmigo?
Después de respirar hondo, Alejandro carraspeó, intentando recobrar la compostura. 1
-¿Cómo te enteraste? 3
¿Eso importa? ¡Lo que importa es que ustedes tuvieron un bebé! -respondió Luciana con voz tensa. 1
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Capitulo 769
-Luciana…
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Alejandro, temeroso, quiso tomarle la mano. Todo pasó antes de nuestra boda. Ese niño… ya no estaba con vida cuando…
¡Basta! La interrumpió ella, llevándose la mano a los ojos. Es demasiado doloroso.
Se cubrió el rostro por un instante y luego lo miró directamente:
-El abuelo me engañó; tú también lo ocultaste. Si lo hubiera sabido, jjamás habría aceptado casarme contigo!
Se quitó la mano de la cara, clavando la mirada en él.
–Ese bebé murió… ¿y aun así te comprometiste? -preguntó con un dejo de incredulidad.
Alejandro bajó la vista y no contestó.
-Claro, olvido que nunca fue algo que deseabas… -murmuró Luciana, con una sonrisa irónica-. Ahora entiendo por qué, antes de la boda, estabas tan distante. ¿Te sentías culpable? ¿O simplemente echabas de menos a Mónica ya ese niño?
Luciana soltó un largo suspiro.
-Si hubieras sido más firme al negarte… o si me hubieras contado la verdad, no habríamos terminado en este matrimonio equivocado. —Hizo una pausa, y su voz sonó llena de desconsuelo-. Al menos, ahora que lo sé, podemos terminar con esto. 8
Señaló los papeles sobre la mesa.
-Firmémoslo. Que todo acabe. 4
-¡No! 48