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Mientras tanto, en el interrogatorio, el policía prosiguió:
+25 BONUS
Explicanos entonces por qué tu auto apareció involucrado en un accidente en el puente que cruza la zona del Camposanto La Paz Eterna y termino cayendo al mar.
-¿Qué? ¿Mi auto?Mónica se enderezó con gesto de sorpresa. Señor agente, mi coche lo dejé hace un par de días en el taller para un servicio. ¡No tenía ni idea de lo que me está diciendo!
-¡Falso!-gritó Luciani en la sala de observación, apretando los puños. ¡Miente descaradamente!
-Luciana, calma–insistió Alejandro, sujetándola con fuerza. Los oficiales se encargarán de verificarlo. Ella tiene derecho a dar su versión, recuerdas?
-¿Verificar?
Luciana soltó un bufido. ¡Que lo hagan ya mismo! No quiero más mentiras. Que se apuren.
Sus ojos ardían de rabia contenida.
Alejandro se volvió hacia Salvador y le hizo un gesto para que acelerara todo lo posible.
-Claro, iré en este instante–asintió Salvador, sabiendo que la angustia de Luciana era legítima y que la menor dilación solo la haría sufrir más.
Luego de un rato, regresó con noticias:
-Mandamos gente a investigar. Hay que esperar un poco comentó, invitándolos a pasar a una pequeña sala de reuniones.
Martina, en ese momento, recibió una llamada y se levantó apresurada:
-¿Ya llegaste? Estamos en la planta alta… bien, no te muevas, bajo a buscarte. -Hablaba aún por teléfono mientras salía al pasillo.
Salvador, fijándose en ella, se incorporó discretamente y fue detrás, siguiéndola con sigilo.
En la planta baja, en la entrada del edificio, Martina se encontró con Vicente.
-Vicente. 1
-Marti.
Él dio un par de pasos ligeros para acercarse y notó en seguida que sus ojos estaban enrojecidos. ¿ Has estado llorando?
-No es por mí. -Martina sacudió la cabeza y se frotó los párpados-. Es Luciana quien sufre, pero me duele verla así… ya sabes cómo somos, somos como hermanas y su angustia es la mía.
-Ay, niña tonta. -Vicente alzó la mano y le acarició con cuidado la zona inflamada-. Te hinchaste de tanto llorar. ¿Has probado ponerte algo frío?
-No.–admitió Martina, encogiendo los hombros.
-Pues vamos, te acompaño a mi casa. Allí te ayudaré a desinflamar esos ojitos. -comentó él, pasándole un brazo por encima de los hombros. ¿Tienes miedo de molestarme? No seas boba… tus problemas son mi prioridad.
-Oh…
–
Martina sintió que en sus labios asomaba una pequeña sonrisa.
A unos metros, Salvador observaba la escena sin alcanzar a pír la conversación, pero sí veía cómo ellos se abrazaban con cercanía. La expresión de Salvador se ensombreció de inmediato ante la aparente confianza que se
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tenían. “Vaya…” Se dio media vuelta con un gesto de fastidio, prefiriendo no mirar.
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En la pequeña sala de reuniones, habla ya varias personas aguardando. El tiempo corría lento en esa espera interminable. Al fin, la puerta se abrió.
-¡Señor Morán! -Salvador se incorporó con rapidez. ¿ay algo nuevo?
-Sí, ya verificamos–respondió el agente. Mónica no mintió. Para la hora del incidente, se encontraba en la
clínica universitaria para su revisión de quemaduras. Ademais, e
auto para servicio. Todo coincide. 2
el taller cuentan con registro del ingreso de su
-¿Qué? -Luciana se puso de pie, estupefacta. No lograba entender.
Se volvió hacia Alejandro, mirándolo con fijeza.
-Es obra tuya, ¿verdad? ¿Vas a reconocerlo, sí o no?
-¿Luciana? -Él frunció el ceño, sincero en su desconcierto. ¿Qué quieres que admita? Esto es lo que la policía descubrió, ¿por qué no creer en ello?
¿Creer? -repitió ella, con lágrimas a punto de brotar–Vas a negarme a mí? ¿Tú confías en sus papeles más que en mí? 2