Capítulo 784
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Enzo Hernández….Luciana asintió con tranquilidad se bajó de la caminadora. Si, lo conozco, Dígale que
y “puede pasar, por favor.
Como usted diga.
La enfermera salió, y unos minutos más tarde se abrió la puerta. Entró un hombre alto, de facciones marcadas con un aire mestizo muy particular: era Enzo.
-Señor Enzo–lo saludo Luciana-.
-Luciana -respondió él, acercándose con cautela.
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-Por favor, siéntate -ella le ofreció asiento con una sonrisa suave ¿Quieres tomar algo? ¿Café? Recuerdo que te gusta el café negro, ¿cierto?
Diciendo esto, se dirigió a la pequeña barra de la habitación:
-No tardo nada en prepararlo.
-No te preocupes, no quiero molestarte…
-No es ninguna molestia. La verdad no tengo mucho que hacer ahora contestó Luciana mientras acomodaba un par de tazas y las enjuagaba-. De verdad me sorprendió verte por aquí. ¿Cómo supiste que estaba internada?
-Fui a tu departamento y el guardia me contó lo que había pasado -explicó Enzo-. Me dijo que estabas en el hospital.
-Ya veo… —Luciana se concentró en enjuagar los utensilios. ¿Necesitabas algo en especial?
Hubo una breve pausa antes de que Enzo contestara:
-Me enteré por algunos socios en común de que… el señor Ricardo Herrera falleció, y también escuché rumores sobre algunos problemas con la familia Herrera. 1
Luciana se tensó un segundo.
-Entiendo…
-¿Cómo estás? -preguntó Enzo con preocupación, recorriéndola con la mirada. Era evidente que la encontraba desmejorada.
Ella esbozó una leve sonrisa.
-No estoy mal… o al menos no peor que los demás.
Enzo notó que su comentario no era más que un disimulo. La veía más delgada y con menos brillo que antes. Comprendía que le sobraban las palabras de consuelo, pero aun así quiso ofrecerle su ayuda.
-¿Hay algo en lo que pueda ayudarte?
Luciana se quedó sorprendida ante su ofrecimiento.
-¿Perdón?
-Lo que sea insistió Enzo con el ceño fruncido, visiblemente ansioso-. No te dejes guiar por mi mala pronunciación en español. En todo lo demás soy bastante capaz. Si necesitas algo, solo dímelo.
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Capitulo 784
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Luciana, un tanto impactada por esa actitud, jamás imagino que él fuera tan dispuesto a ayudarla. Sin embargo, agito la cabeza con suavidad y terminó de servir el café, entregándole la taza.
Te agradezco mucho, pero de verdad no necesito nada por el momento.
Después de todo, apenas se conocían. No tenía motivos para aceptar una ayuda tan grande de su parte,
-Entiendo… -murmuró Enzo, claramente decepcionado. Bueno, si en algún momento llegas a necesitar algo, por favor, llámame sin dudar.
-Lo haré. Muchas gracias.
Tras la visita de Enzo, Luciana se preparó para salir del hospital por un asunto pendiente: el trámite final de la herencia. Una vez que terminara esos papeleos, planeaba regresar al hospital y dedicarse por completo a su embarazo. 1
Sin embargo, al llegar a la oficina jurídica de Gabriel, se encontró con Mónica. Ella había ido a devolver ciertas propiedades que Ricardo le había regalado, pero que nunca se habían traspasado legalmente. Por eso, ahora tocaba regresarlas formalmente.
Durante todo el proceso, Luciana no le quitó los ojos de encima a Mónica, siguiéndola con la mirada cada vez que se movía. Esa actitud hizo que Mónica se pusiera nerviosa, tragando saliva a cada instante. Apenas terminaron, Mónica se levantó apresurada para irse, pero Luciana la alcanzó y le sujetó la muñeca.
-Espera… no te vayas todavía.
-¿Po… por qué? —balbuceó Mónica, con los ojos muy abiertos. Estaba tan asustada que no podía hablar con claridad.
No habría ido ese día si hubiera sabido que Luciana estaría ahí.
-Quiero que me digas algo exigió Luciana, mirándola fijamente con una intensidad que cortaba el aliento–.¿ Cómo lo hicieron? ¿Sobornaron al personal de la clínica? Está bien… Pero, ¿cómo lograste desaparecer en el agua? Eh?
La mirada de Luciana era tan penetrante que Mónica sintió que se le erizaba la piel.
-No sé de qué hablas… ¡Suéltame!
-¿Soltarte? -repitió Luciana con un amago de risa helada. De acuerdo, confiesa lo que hiciste y te dejaré ir.