→ No, no… ¡sueltame, por favor! -suplicó Mónica. Estaba pálida y temblaba.
Simón, al darse cuenta del peligro, corrió hacia ambas para intentar separarlas.
-Luciana…
-¡Tú no te metas! -gritó ella, sin apartar los ojos de Mónica. ¡Quiero respuestas! ¡Tú eres la culpable! ¿ Verdad?
¡No, no es verdad! ¡Estás loca, Luciana! ¡Déjame en paz! Mónica forcejeó, desesperada por librarse.
-¡No vas a irte de aquí!
-¡Suéltame… ah… ah…!
De pronto, un grito desgarrador retumbó en la oficina. El lugar tenía un diseño de dos niveles con una escalera interna. Monica, al retroceder, perdió el equilibrio cerca del rellano. Simón trató de sujetarla, pero solo alcanzó a agarrar un pedazo de su blusa. No pudo impedir que rodara escaleras abajo. 1
—¡Aaaah…! —El grito se escuchó varias veces mientras Mónica caía, hasta que se estrelló contra el piso del primer nivel, quedando inconsciente en el acto.
-¡Luciana! -exclamó Simón, consternado. Al ver a Mónica tendida, bajó corriendo la escalera y la tomó en sus brazos. 1
-¡Alguien llame a una ambulancia!
La tragedia sumió a todos en un caos. Abogados y asistentes corrían de un lado a otro.
-¿Qué pasó?
-¿Cómo fue que se cayó?
Los empleados levantaron la vista, incluso la señora de la limpieza dejó sus labores y miró hacia el segundo piso. En un instante, el ambiente se sumió en un silencio sepulcral. 2
Luciana seguía allí, inmóvil, con la mirada fija en sus propias manos. Las levantó un poco, contemplando primero sus palmas y luego el dorso. De pronto, cerró los ojos, sintiendo una extraña y profunda calma.
***
Por otro lado, Luciana pensaba que, sin duda, estaba viviendo un año desastroso. En menos de doce meses había perdido a su padre, tenía a un gran amigo en coma y, para colmo, era la tercera vez que iba a parar a la comisaría. Pero esta vez era diferente a las anteriores:
Anteriormente, estaba segura de no tener culpa y se sentía fuerte para enfrentar lo que fuera. Ahora, no estaba tan convencida.
Sentada en la sala de detención, con la espalda recta y sin moverse, Luciana aguardaba. De pronto, Alejandro apareció para visitarla. Aquella vez no pasó por la sala de interrogatorios; lo dejaron pasar directamente. metálica se abrió y él cruzó a grandes zancadas hasta ella.
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Un policía los vigilaba desde la entrada, siguiendo el protocolo.
-Luciana… -murmuró Alejandro con la voz ligeramente temblorosa, inclinándose para tomarle las manos. Al
Capitulo 785
notar lo frias que estaban, se estremeció. No temas… yo estoy aquí.
Eh?
+25 BONUS
Luciana parpadeo, como si no entendiera. ¿Has venido para llevarme de vuelta a casa? ¿Nos vamos ya? Dio un leve impulso para ponerse de ple.
Luciana!-Alejandro se sorprendió y la sujetó por los hombros, deteniéndola con cuidado.
Se quedó unos segundos sin saber qué decir. Al ver la expresión de él, Luciana comprendió todo al instante. Sin embargo, no pareció desilusionarse; era como si ya lo hubiera previsto. Con una ligera sonrisa, comentó:
-No puedes sacarme de aquí, ¿verdad?
No fue una pregunta, sino una afirmación. Y era cierto.
Tras lo ocurrido en la oficina, había demasiados testigos asegurando que Luciana se había quedado ahí, en lo alto de la escalera, “con la mano alzada” justo antes de que Mónica cayera. Esos testimonios eran muy perjudiciales para Luciana. Mientras no surgiera evidencia contundente a su favor, no podría salir bajo fianza. 4
—Ja… —soltó un suspiro irónico-. Entiendo. Entonces, ¿puedes decirme al menos cómo está ella? -preguntó con la voz entrecortada, alzando la mirada-. ¿Quedó paralitica? ¿Se murió?
Alejandro frunció el ceño, enredado en un conflicto de emociones.
-Tiene fracturada una pierna y necesitará cirugía. También sufrió una ligera conmoción cerebral, pero fuera de eso… bueno, parece que estará bien… 41
Capi