Capítulo 795
Alejandro se sorprendió, casi sin atreverse a creerlo.
¿De verdad? ¿No me estás engañando?
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No… -repitió Luciana, sintiendo un leve temblor en el pecho. Se esforzó por mantener la voz serena-. condición.
Pero tengo una
-¿Qué condición?-respondió él sin dudar+. Pide lo que quieras Una, cien o mil condiciones… haré lo que sea.
-Bien, recuerdas que tú lolijiste. -Luciana inspiró hondo, con un gesto casi imperceptible. Haré lo que planteas: declararé ante la policía justo como Nathan me indique. Pero… a cambio, quiero que firmes los papeles del divorcio. Quiero que terminemos oficialmente nuestro matrimonio.
¡Boom!
Alejandro sintió como si lo hubieran golpeado en la boca del estómago. Miró a esa mujer, tan hermosa y delicada pese a haber dado a luz recientemente, y la vio sonreírle como si nada. Pero las palabras que salieron de sus labios eran gélidas.
En Muonio había nevado sin parar los días anteriores; ahora la nieve se había convertido en hielo y el clima estaba en su punto más frío. Pero nada se comparaba con la punzada helada que trepo por la espalda de Alejandro.
Recordó la advertencia que la doctora Alondra le había hecho acerca de la depresión posparto. ¿Podía ser esto parte de aquel cuadro? 2
—Luciana… —musitó con un sabor amargo en la boca-. Sigues sin confiar en mí, ¿verdad?
-Sí, no confío en ti -respondió ella con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos, con voz tan casual como si hablara del clima o de la hora de la comida—. ¿Cómo quieres que te crea? Desde el inicio, este matrimonio fue forzado. Ni siquiera querías casarte conmigo. Y, después, nunca pudiste cortar tu relación con ella… ¿me equivoco?
Alejandro apretó los dientes; no tenía forma de negar esos hechos. Se sentía furioso consigo mismo y herido por la frialdad de
Luciana.
Su nuez se movió de arriba abajo antes de murmurar:
-¿Y si no acepto?
-¿Si no aceptas? -repitió Luciana con una sonrisa más tenue-. Entonces no hace falta que el abogado venga a decirme nada.
Era obvio que ella se declararía culpable, utilizaba su libertad y su futuro como moneda de cambio para obligarlo a disolver el matrimonio.
Alejandro sintió un nudo en la garganta. Cuando habló, su voz salió ronca:
-¿De verdad tiene que ser así?
-Sí -confirmó ella-. Detesto esta relación que inició con presiones y engaños. Cada vez me pesa más.
-Pero, Luciana… Tú no puedes separarte de mí. –Con lentitud, él pasó los dedos por las sienes de ella-. No tienes a nadie más y, además, ahora estás… así. Tus ojos… 1
-Exacto. No tengo a nadie. Estoy ciega. Y nuestra bebé, Alba, sigue en la incubadora -enumeró Luciana- divorcio, necesitaré tu ayuda.
Iso si me
Alejandro creyó ver un rayo de esperanza.
-Entonces…
-Quiero divorciarme -lo interrumpió ella con firmeza-. Y quiero que me demuestres que ya no hay nada con Mónica. Quiero saber que, en tu corazón, solo existo yo.
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-¿Es eso lo que quieres?-preguntó él, impactado.
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-Así es. Quiero que lo pruebes. Quiero que regreses al principio, pero esta vez por tu propia voluntad. Quiero que te cases conmigo porque quieres, no porque estabas obligado.
Diciendo esto, Luciana levantó una mano para acariciarle la mejilla rozando con los dedos la incipiente barba que le daba un aire descuidado.
-¿O es que no estás seguro? ¿No serías capaz de hacerlo?
-¡Claro que puedo! -respondió él, casi por reflejo, con voz firme
-¿Entonces?-repitió ella con una media sonrisa, presionando la yema del dedo contra sus labios-. Me has hecho sufrir mucho tiempo, solo te pido que muestres un poco de sinceridad. ¿e parece demasiado?
Alejandro sintió un torbellino de emociones. Quería discutir la inutilidad de ese procedimiento, pero las palabras se le atoraron en la garganta.
-Alex… -susurró Luciana…
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Capitulo 706
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