Capitulo 798
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Lo entiendo susurro Luciana, Esperaré hasta que cumpla eles.
Además de querer cuidarse, necesitaba asegurarse de que todo saliera a la perfección.
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Gracias al excelente equipo médico de recuperación posparto, apenas había pasado una semana y Luciana ya casi lucia igual que antes del embarazo.
Cuando Martina fue a visitarla, no pudo evitar exclamar:
-¡Vaya! ¿Quién diría que eres mamá de una bebé? Te ves como una adolescente,
La única sombra en aquel panorama era que sus ojos seguían sin mejorar. 1
-Marti… Luciana la tomó del brazo – Llegas justo a tiempo. ¿Me acompañas a ver a Alba?
-Claro que sí.
Con cuidado, Martina la guio hasta la sala de neonatos.
-Ya llegamos -le avisó, ayudándola a colocarse frente a la incubadora-. Toca aquí. ¿Notas el cristal?
—Sí… —Luciana sonrió con dulzura. ¿Alba está adentro? Cuéntame, ¿cómo es? ¿Qué está haciendo ahora?
Está dormidita —respondió Martina, inclinándose para ver mejor. Lleva un chupón y parece soñar que está comiendo, mueve la boquita muy graciosa.
Luciana curvó los labios en una sonrisa.
-¿Se ve linda?
-Preciosa. Tiene la cabecita bien redonda, la nuca firme y unas mejillas rechonchitas… se ve tan tierna.
-¿En serio? -preguntó Luciana, con una ternura que le iluminaba el rostro. Todo ese sacrificio había valido la pena.
—Ojalá pudiera mirarla…
-Ya podrás. -Martina le rozó el hombro, intentando transmitirle ánimo-. Señor Guzmán está buscando doctores especialistas. Con su apoyo, verás que tarde o temprano te recuperarás. Así que no te desesperes.
Luciana asintió.
-Lo sé…
***
El mes pasó en un abrir y cerrar de ojos, y Luciana se encontraba casi totalmente repuesta. En un par de días, le darían de alta.
Felipe fue a visitarla y comentó con alegría:
-La casa ya está lista para recibirlos. Nada hace falta. Y el señor Miguel está encantado, se siente con mucha energía. Sigue pensando en el nombre completo de Alba; al ser la primera nieta, la tiene consentida a más no poder.
–Le agradezco mucho a mi abuelo.
Está feliz de hacerlo sonrió Felipe antes de marcharse.
Entonces, Alejandro se quedó acompañándola.
Oye, ¿cómo me he portado estos días? -preguntó, sosteniéndole la mano con franqueza-. ¿Crees que me he ganado el poder reclamar mi lugar otra vez?
-Tch–soltó Luciana, dándole un golpecito en la mano-. ¿En sego tan pronto? ¿Apenas te esforzaste un poco y ya no aguantas
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más?
Tienes razón admitió Alejandro con una risita casi imperceptible. Quizá me estoy apresurando.
Con todo, pensaba que cuando saliera del hospital, tendría que regresar con él a la Casa Guzmán. Lo del divorcio era meramente un trámite sobre papel, y estaba dispuesto a esperar cuanto fuese necesario.
—Mañana debo ir a Francia. Regreso en un par de días y, para cuando esté de vuelta, podré llevarte a casa, ¿te parece bien?
En ese tiempo, Alejandro había estado prácticamente viviendo en el hospital, atendiendo sus asuntos de trabajo a distancia. Solo salía por compromisos inaplazables. Al ver que la salud de Luciana estaba casi recuperada, pensó que era hora de retomar gradualmente su rutina.
Al oírlo, Luciana frunció los labios:
-No me gusta la idea de quedarme sola, me he acostumbrado a que
estés cerca.
El corazón de Alejandro dio un salto de felicidad, un escalofrío dulce que le recorría el cuerpo.
-Solo serán dos días. Te llamaré tres veces al día si quieres, ¿sí?
Tras un instante de silencio, Luciana asintió con desgana:
-Supongo que está bien… Alguien tiene que ganar dinero para mantener a Alba y a mí.
Así es -replicó él con un tono de risa contenida-. Voy a trabajar duro para consentir a mis dos princesas.
Aquella noche, cuando Alejandro se quedó dormido, Luciana se metió en el baño a hurtadillas y marcó el número de Enzo.
-El momento ha llegado. Se va fuera del país por unos días. 5
-Entendido -respondió Enzo-. No te preocupes.
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