Capítulo 80
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Capítulo 80
-¿Hola?
-Alex–la voz juguetona de Mónica sonaba despreocupada—, esta noche no tengo grabaciones. Mi mamá dice que vengas a cenar. ¿A qué hora vienes por mí?
Mónica hablaba con total certeza, como si diera por hecho que Alejandro iría. En otras circunstancias, habría aceptado sin dudarlo, pero su mente estaba con su abuelo.
-Tengo cosas que hacer esta noche, no puedo ir. -Su preocupación por Miguel era evidente, y tras decir eso, colgó.
Mónica se quedó atónita. ¡Le había colgado! Nunca antes lo había hecho. ¿Qué estaba pasando?
-¡Luciana Herrera! ¡Tenía que ser por ella!
Furiosa, Mónica alzó la mano y lanzó su teléfono al suelo, destrozándolo en pedazos. Recordando cada palabra que Luciana le había dicho alguna vez, apretó los dientes con rencor.
-¡Luciana! ¡Qué astuta y despiadada eres! ¡Esto es demasiado!
En la oficina del doctor, Delio y Luciana estaban explicándole a Alejandro la situación en detalle.
-Lo mejor sería operar. Pero el estado de salud de su abuelo no es bueno. Antes de la cirugía, tenemos que estabilizarlo; de lo contrario, no soportará el procedimiento.
Alejandro, con los ojos entrecerrados, preguntó:
-¿Qué tan alta es la tasa de éxito de la operación?
Luciana míró a su profesor antes de responder.
-El doctor Delio es una autoridad en este tipo de cirugías. Si él opera, la tasa de éxito es superior al 93%. Con un buen tratamiento postoperatorio, la supervivencia promedio es de
más de cinco años.
Ese pronóstico era mejor de lo que Alejandro esperaba. Confiaba en Luciana.
-Entonces, hagámoslo como dices.
-Está bien. -Luciana asintió-. Pero una vez que comencemos el tratamiento, necesitaremos la cooperación de tu abuelo. No podremos ocultárselo, deberá saber la verdad.
Después de pensarlo un momento, Alejandro fijó su mirada en Luciana.
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Capitulo 80
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-A mi abuelo le caes bien. Será mejor que se lo digas tú.
-De acuerdo, yo me encargaré–respondió Luciana con voz firme.
Esa noche, Miguel despertó, y tanto Luciana como Alejandro estaban a su lado. Con calma, Luciana le explicó la situación. El anciano reaccionó con más serenidad de lo que ella esperaba.
-Ya veo. -Miguel sonrió débilmente y le dio unas palmaditas en la mano a Luciana-. Lo entiendo. Entonces, confiaré en ti, Luci. Mi vida está en tus manos.
—Abuelo… —Luciana, con los ojos llenos de lágrimas, apretó su mano con fuerza—. No se preocupe, usted va a estar bien.
Miguel echó un vistazo a Alejandro y sonrió con ternura. 1
-Confío en ustedes.
Luego, cambiando de tema, preguntó:
—¿Y cuándo me darán de alta? ¿No tengo que regresar a casa para recuperarme un tiempo?
-Sí.
Luciana apenas podía creer lo optimista que era-. Ya le receté las medicinas. Solo tiene que tomarlas a tiempo en casa.
-Entonces, ¿qué estamos esperando? -Miguel, sintiéndose algo mejor, comenzó a dar órdenes-. Alex, ve a hacer los trámites de salida…
Pero antes de que Alejandro pudiera moverse, Miguel lo interrumpió, señalando a Luciana.
-Quiero que los dos vuelvan conmigo a la villa y se queden allí.
Luciana y Alejandro quedaron impactados. ¿De qué estaba hablando? Mudarse a la Casa Guzmán significaba más de lo que ambos podían expresar. El recuerdo de haber compartido cuarto aquella noche en la villa aún estaba fresco. Luciana ni siquiera había estado en el apartamento de Alejandro, y ahora… ¿iba a mudarse con él? Su corazón latía con fuerza. Le lanzó una mirada desesperada a Alejandro, rogándole en silencio: «por favor, no aceptes.>>>
Alejandro tampoco respondió de inmediato.
-¿Por qué no dicen nada? -Miguel empezó a impacientarse-. Estoy en este estado, ¿y si la cirugía no sale bien? Al menos, si vuelven conmigo, estarán cumpliendo su deber filial. ¿No entienden?
Luciana soltó una risa nerviosa, mordiéndose el labio. Con la mirada, seguía insistiendo en que Alejandro dijera algo.
Pero en la mente de Alejandro, otra idea rondaba: «¿Por qué parecía tan reacia? ¿No era ella la que se negaba a divorciarse?» Entonces, ignorando los ruegos silenciosos de Luciana,
Capitulo 80
Alejandro, llevado por un impulso, le dio unas palmaditas en la mano al anciano.
-No se preocupe, abuelo. Está bien, Luci y yo volveremos contigo.
Luciana quedó atónita. Sus ojos reflejaban incredulidad.
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