Tres años después, en Muonio.
+25 BONUS
Señor Guzmán, con cuidado… por aquí… Luisa, sosteniéndolo del brazo, ayudó a Alejandro a recostarse en un sofá en la sala de descanso.
Aquella noche se celebraba la fiesta de éxito de “Amante Fatal” Alejandro era el mayor inversionista de la película, la cual había resultado un fenómeno taquillero con ganancias cercanas a los cuarenta mil millones. Por ende, él se había convertido en uno de los principales beneficiarios. Feliz por los resultados, bebió un par de copas de más. Su estómago, que solía darle problemas, se resentía ante el exceso de alcohol.
Recostado en el sofá, el ceño fruncido y respirando con dificultad, Alejandro se cubría el vientre con la mano derecha.
-Ay, Dios… -Luisa no pudo evitar reprocharle-. ¿No sabes que tu estómago es delicado? ¿Tenías que aceptar todos los brindis de la noche? Aquí en Muonio no necesitas quedar bien con nadie, por qué no te cuidas un poco?
Luisa era una artista de la compañía Grupo Guzmán Medios y la protagonista de “Amante Fatal“. En los últimos dos años habia generado grandes ganancias para la empresa, por lo que se atrevía a hablarle con cierta familiaridad.
Al ver a Alejandro tan incómodo y con gotas de sudor en la frente, Luisa le pasó una servilleta para limpiarse.
-¿Te duele mucho? Ya vienen con el medicamento. Mientras tanto, ¿quieres un poco de agua?
Sí… —murmuró Alejandro, cerrando los ojos mientras afirmaba con un suspiro entrecortado.
Luisa se apresuró a servir un vaso de agua tibia, probó primero la temperatura y después lo acercó a la boca de Alejandro.
–Bebe despacio.
Él sorbió con lentitud. De pronto, llamaron a la puerta.
-Señor Guzmán, ¿puedo pasar?
-Seguro es la medicina -comentó Luisa, mirando a Alejandro antes de contestar-. Adelante.
La puerta se abrió y Rosa entró con una bolsita de medicamentos, caminando rápido hacia ellos. Sergio le había llamado para avisarle que Alejandro había sufrido un ataque de gastritis y que no tenía sus pastillas a la mano.
Rosa se percató de la cercanía entre Luisa y Alejandro -ella muy pendiente de darle agua–y frunció levemente el ceño con un deje de desagrado. “Esta Luisa, al final solo confía en su rostro perfecto“, pensó Rosa. “Se ha hecho tantos retoques, ¿quién sabe cuánto tiempo más durará su fama?”
Guardando su incomodidad, Rosa sacó las pastillas y las sostuvo en la palma.
-Señor Guzmán, aquí las tiene.
-Bien. -Alejandro asintió, tomó el medicamento y se lo llevó a la boca.
-Toma, te ayudo. -Luisa le acercó el vaso de agua nuevamente.
-Después de tragar las pastillas, Alejandro mantuvo los ojos entornados mientras se dirigía a Rosa:
-Gracias por venir a traerme esto.
-No es nada -respondió ella, llevándose un mechón de cabello tras la oreja-. Tu salud es prioritaria.
Luego, con tono de doctora preocupada, le aconsejó:
-Ya sabes que debes moderar el alcohol. Si puedes rechazar las copas, hazlo…
¡Crac!
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Capitulo 801
+25 BONUS
Un ligero chasquido, casi imperceptible, resonó en la sala de descanso, haciendo que los tres se quedaran un instante en silencio.
¡Crac! ¡Crac!
Se escucharon más ruidos similares, como mordiscos o algo parecido a un animalito royendo cornida. Pero ¿no estaban más que ellos tres allí?
-¿Quién está…?
-Shhh… -interrumpió Alejandro, alzando el dedo índice sobre sus labios para pedir silencio. Con cuidado, se incorporó y se inclinó hacia la parte trasera del sofá.
Allí, en cuclillas, encontró una pequeña bolita humana que producia esos sonidos “crac–crac“.
Alejandro esbozó una ligera sonrisa y se acercó con pasos cautelosas para mirar mejor.
Era una niña con un corte de cabello tipo hongo, vestida con un vestidito rosa de princesa y concentrada en devorar una galleta tipo cookie.
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—Santo Dios… -susurró Rosa, sorprendida-. ¿De quién es esta niña? ¿Cómo terminó aquí? 1
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Al sentirse descubierta, la pequeñita se estremeció y alzó la vista, mostrando unas mejillas redonditas y unos ojazos como uvas negras, llenos de curiosidad. Ver a tres adultos mirándola la asusto y su boquita se frunció a punto de llorar.