Capítulo 83
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Ambos quedaron inmóviles ante el contacto inesperado. Alejandro se apartó rápidamente, nervioso. No era la primera vez que sentía ese impulso incontrolable.
-Cof. -tosió levemente, tratando de suavizar el momento-. No quiero escuchar un no. Si tú no estás cansada, ¿crees que el bebé tampoco lo está?
-Oh. -Luciana bajó la cabeza, evitando su mirada.
Alejandro la llevó hasta el sofá y la acomodó con suavidad.
-Voy a dormir entonces.
-Está bien.
Sin embargo, Luciana no pudo conciliar el sueño. ¡Era la segunda vez que la besaba! La primera había sido bajo el influjo del alcohol, pero ¿y ahora? Se tocó los labios, confusa. ¿Cómo había permitido que el novio de Mónica la besara? ¿Cuántas veces habría besado Alejandro a Mónica con esos mismos labios?
Los pensamientos la consumían. Sabía que esa sería una noche sin descanso.
***
A la mañana siguiente, Alejandro llevó a Luciana al hospital UCM.
Al bajar del auto, Alejandro tomó su mano.
-En un rato pasamos por un restaurante y compramos algo de desayuno.
Antes de que Luciana pudiera responder, vieron que alguien se acercaba. Era Mónica. Sus ojos, llenos de rencor y tristeza, se posaron en ellos.
-Alex… ¿ustedes…?
Luciana sonrió levemente y soltó la mano de Alejandro.
-Me voy. Nos vemos.
Sabía que tenía que llegar a tiempo al trabajo, así que Alejandro asintió.
–
-Ve.
Pero Mónica, desbordada por las emociones, agarró a Luciana del brazo.
-¡No te irás sin explicarme!
Alejandro se interpuso de inmediato. Aunque su rostro estaba sereno, sus ojos reflejaban
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Capitulo 83
claramente su descontento.
-Cálmate. Este no es el lugar. Vamos a hablar.
Mónica se quedó paralizada, sintiendo que algo malo se avecinaba. Cerca, encontraron un pequeño restaurante y se sentaron en un reservado. Les sirvieron café y bocadillos.
Con la voz quebrada, Mónica preguntó:
-Alex, ¿ayer me colgaste porque estabas con Luciana?
-Sí. -respondió Alejandro sin titubeos.
Mónica quedó atónita. No había suavizado la verdad, ni siquiera se había molestado en mentir. El miedo se apoderó de ella.
—¿Por qué están juntos? ¿No dijiste que te casarías con ella solo por obligación? Dijiste que se divorciarían, que debía esperarte… ¿Por qué?
Alejandro, al verla llorar, sintió una punzada de remordimiento, pero sabía que debía ser honesto. 1
-Es cierto que al principio lo pensé. Pero ahora, Mónica, tienes la opción de no seguir esperándome.
Mónica se quedó paralizada, mirando a Alejandro con incredulidad. Incluso dejó de llorar por
un momento.
-¿Qué dijiste?
Los ojos oscuros de Alejandro, profundos como un abismo, la miraban con frialdad.
-Mi abuelo está enfermo y nos pidió que nos mudáramos a la casa para acompañarlo.
Mónica abrió la boca, tartamudeando.
-¿Entonces… ustedes están durmiendo juntos?
—Sí.
Aunque no compartían la cama, Alejandro no se molestó en aclarar el malentendido.
El silencio se alargó. Un segundo. Dos segundos.
-¡Ah! -Mónica se llevó las manos a la cabeza, soltando un grito desesperado.–¡¿Cómo puedes hacerme esto?! -Sus ojos inyectados de sangre, su rostro desfigurado por la rabia—. ¡ Me dijiste que te esperara! ¿Ahora qué? ¿No crees que me debes una explicación?
Alejandro frunció el ceño, pero no ofreció justificación alguna.
Capitulo 83
-Lo siento.
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-¡No quiero tus disculpas! -gritó Mónica, con la voz quebrada-. ¡Quiero que me digas cuánto tiempo más! Puedo esperar, pero, ¿hasta cuándo?
Alejandro sabía que no podía darle una respuesta. La salud de su abuelo era impredecible. Después de reflexionar, contestó con pragmatismo:
-No lo sé. Está mal de mi parte seguir haciéndote esperar. Si no puedes hacerlo, no deberías.
Mónica tardó varios segundos en asimilar sus palabras.
-¿Estás diciendo que quieres terminar conmigo?
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