Capítulo 84
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Alejandro nunca había sentido que realmente estuvieran juntos, aunque una vez le había prometido matrimonio. Finalmente, asintió.
Sí.
El rostro de Mónica palideció de inmediato.
-No… no quiero terminar…
-Piensa bien lo que vas a responder. -Alejandro la interrumpió con calma-. La realidad es que no sabes cuánto tiempo tendrías que esperar.
La espera sería interminable, sin garantías.
Alejandro se puso de pie, sus ojos se suavizaron al verla llorar.
-Reflexiona antes de contestar. Incluso si terminamos, seguirás contando con todo lo que ya tienes.
Era lo mínimo que podía ofrecerle. Una compensación.
Sin más que decir, Alejandro se fue. Mónica, limpiándose las lágrimas, de repente se levantó y volcó la mesa con furia, dejando el lugar en completo desorden. Sus ojos se llenaron de odio.
-¡Luciana Herrera! ¡No me rendiré tan fácilmente!
***
Después de terminar una reunión, Alejandro regresó a su oficina. Firmó dos documentos y se los entregó a Sergio.
-Sergio, contacta a Four Hours.
Sergio se detuvo, sorprendido. Alejandro sonrió.
-Es para Luciana.
Sergio, que sabía de la mudanza de Alejandro y Luciana a la Casa Guzmán, se sorprendió. Four Hours era una tienda de alta costura que vestía a Alejandro. Ahora, Luciana también estaba incluida. Mientras se marchaba, pensó: «Parece que Alex empieza a ver a Luciana de una manera distinta a cuando todo comenzó.>>
-Entendido.
***
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Capítulo 84
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En el hospital.
Luciana había pasado toda la mañana distraída, incapaz de concentrarse. El recuerdo del beso con Alejandro no la dejaba en paz. Cuando salió del baño, se encontró con su compañera Rosa, que tenía el rostro pálido y se sujetaba el vientre.
-¿Te vino? -Luciana, siendo también mujer, lo intuyó de inmediato.
-Sí.
-Tengo azúcar morena en mi casillero, te preparo una bebida.
-¡Qué bien, gracias!
Luciana preparó la bebida y se la entregó a Rosa, quien bebió lentamente, suspirando aliviada.
-Uf, qué mala suerte. Justo ahora me toca la brigada médica en el campo.
—¿Qué pasa?
-Esta semana debo ir al pueblo con la brigada. Y ni siquiera podré asearme bien.
El hospital UCM organizaba brigadas médicas en zonas rurales, y los turnos se asignaban entre los pasantes. Esta vez le tocaba a Rosa. Mientras ella se lamentaba, Luciana, de repente, tuvo una idea.
-Si te sientes mal, ¿qué tal si voy yo por ti?
-¿Ah? —Rosa la miró sorprendida, encantada pero dudosa―. ¿De verdad estaría bien?
-Claro. -Luciana sonrió-. Somos compañeras, nos ayudamos. Es muy incómodo para ti ahora, así que está decidido.
Rosa no lo dudó más.
-Bueno, gracias entonces. La próxima vez te lo devuelvo.
-No hay problema. -Luciana aceptó rápidamente, aliviada. ¡Perfecto! De esta manera, evitaría regresar y enfrentarse a Alejandro.
***
Eran las ocho de la noche cuando Alejandro regresó a la Casa Guzmán. Primero fue a ver a su abuelo, luego subió a su habitación. Mientras se cambiaba, notó que el lado de Luciana en el vestidor ya estaba lleno. Ropa, zapatos, bolsos… todo estaba allí. Pero ella no.
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Al principio, pensó que quizás seguía en el trabajo, pero cuando dieron las diez y aún no había regresado, comenzó a preocuparse. Al despedirse de su abuelo, comentó:
Capítulo 84
—Luciana no ha llegado. No sé qué estará haciendo.
-¿Eh? -Miguel lo miró sorprendido. ¿Luci no te dijo? Esta noche no viene.
—¿Qué? —Alejandro se quedó atónito. ¿Una mujer casada que no regresa a casa por la noche? ¿Dónde se supone que está?
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