Capítulo 88
Se miraron en silencio, con el corazón latiendo desbocado.
-¿Te gustó? -Alejandro rozó sus dedos por sus labios mientras preguntaba-. ¿Te gustó que te besara?
Luciana estaba atónita, incapaz de responder. ¡Su corazón retumbaba cada vez más fuerte! Al no recibir respuesta, Alejandro volvió a inclinarse para besarla de nuevo. La fragancia de su piel, fresca como cítricos, ¡inundó sus sentidos!
—¡Señor Guzmán!
Una voz masculina desconocida rompió el momento. Luciana reaccionó primero, apartando a Alejandro y volviendo la cara. Con los brazos vacíos, Alejandro frunció el ceño y lanzó una mirada poco amigable al hombre que los había interrumpido.
—¿Qué pasa? —preguntó Alejandro, irritado.
—Eh, es que… —El hombre, uno de los locales que los había acompañado, parecía nervioso—. Nos preguntábamos si podríamos usar su helicóptero para buscar a algunos aldeanos desaparecidos.
-Claro, dijo Alejandro distraído.
-¡Gracias, muchas gracias!
Cuando el hombre se marchó, Alejandro alzó la mirada y vio que Luciana ya se había alejado. Estaba junto al niño, ayudando a colocarlo en una camilla que acababan de traer.
En el helicóptero de regreso, Alejandro y Luciana se sentaron frente a frente. Alejandro no apartaba la vista de ella, pero Luciana mantenía los ojos cerrados, evitando mirarlo en todo momento. ¿Qué estaría pensando después de haberla besado? Alejandro deseaba saberlo con desesperación. 1
No se dijeron ni una palabra durante todo el trayecto. Al llegar al hospital, Jhonny y Martina corrieron hacia ellos apresurados.
—¡Luciana, ¿estás bien?! -preguntó Jhonny, visiblemente preocupado.
-¡Nos diste un susto tremendo! -Martina, aunque aliviada, no pudo evitar regañarla.
-Estoy bien. -Luciana sonrió y sacudió la cabeza.
-Ve al baño a limpiarte, ¿sí? -dijo Martina, frunciendo los labios.
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-¿Ah? Oh, está bien…
Sin entender del todo, Luciana obedeció. Al llegar al baño y mirarse en el espejo, se quedó horrorizada. ¡Parecía un desastre! Su cabello estaba enmarañadó como un nido de pájaros, su rostro cubierto de manchas negras y salpicado de sangre.
¿Alejandro la había besado mientras lucía así? ¿Cómo había podido hacerlo con lo horrible que se veía? ¿Qué tipo de gusto tenía él?
Después de lavarse bien y cambiarse a una bata blanca, salió del baño solo para encontrar a Alejandro esperándola afuera, con un botiquín en una mano y un termo en la otra.
Ven conmigo, —dijo.
Luciana no dijo nada, simplemente lo siguió hasta una esquina del vestíbulo. Se sentaron en un banco largo. Alejandro se agachó frente a ella, tomó su mano y abrió el botiquín para empezar a curar sus heridas.
-¡Ay!
—¿Te duele? —Alejandro levantó la mirada, fulminándola-. Eres doctora, no bombera. ¿Qué necesidad tienes de andar escarbando escombros y cargando personas?
-Pero, también es parte de salvar vidas, ¿no?
-¿Me estás contradiciendo? -El rostro de Alejandro se oscureció, sus ojos se entrecerraron peligrosamente.
-Me equivoqué. —Luciana, al ver su enojo, sacó la lengua juguetonamente y se disculpó rápidamente. Reconocer su error no le costaba nada.
Alejandro suspiró. Terminó de vendar sus manos y le pasó un termo.
-Toma, es leche caliente.
Luego le dio un sándwich.
-Come algo. Aquí no hay mucho más.
-Esto está perfecto, -respondió Luciana, sonriendo. Aunque su embarazo no le había causado muchas náuseas, a veces sentía un ligero malestar. El embarazo, aunque lo consideraba una bendición, siempre le hacía sentir una punzada de culpa cada vez que pensaba en la posibilidad de no continuar con él.
Se quedaron sentados en silencio, hasta que Luciana comenzó a sentirse somnolienta. Sin darse cuenta, apoyó la cabeza en el hombro de Alejandro y se quedó dormida, aún sosteniendo el sándwich en la mano.
C/C
Capítulo 88
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Alejandro esbozó una sonrisa y, con cuidado, la levantó en sus brazos. Sabía que Luciana compartía la habitación con Martina, así que la llevó hasta allí. Cuando Martina abrió la puerta, se quedó boquiabierta.
-Shh, Alejandro le hizo un gesto para que guardara silencio. Entró, la colocó suavemente en la cama y la cubrió con una manta.
-Cuídala bien.
–
-Lo haré, respondió Martina, observando cómo Alejandro salía de la habitación. Antes de que se alejara, Alejandro se detuvo de repente y, volviéndose hacia Martina, lanzó una pregunta inesperada.
-¿Luciana tiene novio?
—¿Qué? —Martina quedó atónita ante la pregunta.
-O mejor dicho, ¿alguna vez ha tenido una relación seria? ¿Alguien con quien estuviera pensando en casarse y tener hijos?
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