Capitulo 91
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Capítulo 91
-Alex… -Mónica se aferraba a la cintura de Alejandro, sollozando-. He pensado mucho en estos días, no puedo dejarte…
Alejandro miraba a la mujer que lo abrazaba, su ceño fruncido. Estaba incómodo.
-Mónica…
Al escuchar ese nombre, Luciana se giró bruscamente y salió corriendo. Simón, que seguía esperando fuera, se sorprendió al verla. El rostro de Luciana estaba devastado.
-¿Luciana? ¿Eh…?
Ella forzó una sonrisa, sus ojos entrecerrados, pero la tristeza no alcanzaba su expresión.
-Llegué en mal momento. El señor Guzmán está bastante ocupado. Mejor me voy.
Y tras pensarlo un segundo, añadió:
-No le digas que vine, no hace falta.
Se marchó apresurada.
¡No podía quedarse ni un minuto más en ese lugar!
¡En un instante, la realidad le había dejado claro lo ridícula que había sido! Correr desde el hospital con una pequeña esperanza, solo para descubrir lo absurdo de todo. Esa chispa de ambigüedad con Alejandro la había hecho dudar, imaginarse como su esposa de verdad. ¡Qué tontería!. Él ya tenía a Mónica. ¿Qué podía ofrecerle ella? ¡Ni siquiera sabía quién era el padre del bebé que llevaba en su vientre!
Al salir del edificio de Grupo Guzmán, levantó la cabeza hacia el cielo. Solo así, las lágrimas no caerían.
En ese momento, Alejandro, completamente ajeno a lo que sucedía afuera, empujó suavemente a Mónica, tratando de mantener la calma.
-Lamento mucho todo esto, pero en mi situación actual, no puedo prometerte nada.
El rostro de Mónica se volvió pálido de inmediato. Desesperada, levantó la voz, casi perdiendo
el control.
-¡Estoy dispuesta a esperarte! ¿Ni siquiera me vas a dar esa oportunidad?
-Mónica…
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Capítulo 91
-¡No digas nada más! -Se cubrió la cabeza con las manos, su voz quebrada-. Si lo que vas a decir es que terminamos, ¡no hace falta que lo digas!
Alejandro la miró en silencio, sin responder.
-¿De verdad…? -Mónica lo miraba incrédula, con el rostro descompuesto-. ¡No puedo creerlo!. ¿Es por Luciana? ¿Te has enamorado de ella?
Alejandro no respondió.
-¡Habla! ¡Respóndeme! -Mónica lo agarró del cuello de la camisa, su desesperación palpable
–. ¿Ni siquiera tengo el derecho de saber si me estás traicionando?
Alejandro no se atrevía a poner en palabras lo que sentía. ¿Qué significaba realmente querer a alguien? Sin embargo, tenía claro que, con el tiempo, sus deseos de casarse con Mónica se volvían cada vez más lejanos. Optó por el silencio durante unos segundos antes de finalmente decir:
-Te lo dejé claro la última vez que hablamos.
Sí, lo había hecho. Le había dicho que todo era por su abuelo… pero Mónica no lo creía. Para ella, ¡la verdadera razón era Luciana!
El celular de Mónica sonó. Era su agente.
-Mónica, ¡Javier está furioso porque no te ha visto! ¡Tienes que venir ya!
La llamada llegó en el momento perfecto. Alejandro aprovechó la oportunidad y le alcanzó su bolso.
-El director Javier es implacable. Conseguir un papel en su película no es fácil. No lo arruines por esto.
Sin esperar su respuesta, llamó hacia afuera:
-¡Juan!
Juan entró de inmediato.
—Sí.
-Encárgate de que la lleven al set.
-Entendido.
Los ojos de Mónica reflejaban una mezcla de resentimiento y dolor.
-Alex, no quiero terminar, ¡no estoy de acuerdo en que terminemos! -Dicho esto, salió a
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Capítulo 91
regañadientes, con evidente descontento.
Mientras caminaba hacia la salida, sabía que enfrentarse a Alejandro era inútil. Pero para ella, ¡ todo esto era culpa de Luciana! ¡No iba a permitir que se saliera con la suya!
Alejandro se frotaba las sienes, sintiendo que su cabeza estaba a punto de estallar. Apenas Mónica salió, Simón entró apresurado en la oficina.
-Tengo que decirte algo… -empezó, con un tono titubeante.
Alejandro, aún irritado, lo miró.
-Si tienes algo que decir, dilo.
—Sí, claro.
Simón sabía que Luciana le había pedido que no lo mencionara, pero decidió ignorar esa advertencia.
—Luciana vino hace un momento… —dijo Simón, con evidente nerviosismo.
-¿Hace un momento? -Alejandro lo miró sorprendido, su rostro mezclaba preocupación y temor-. ¿La vio Mónica?
-Creo que sí. —Simón bajó la cabeza, como si estuviera confesando-. No sabía que la señorita Soler estaba aquí, así que la dejé pasar. Pero salió rápido y con mala cara.
Alejandro chasqueó la lengua, molesto, pero pronto una sonrisa juguetona asomó en sus labios. ¡Luciana se había puesto celosa!
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