Capítulo 93
Luciana se tensó y, sin poder evitarlo, soltó:
-¿Fuiste por Pedro?
-Por supuesto -Fernando rio suavemente-. Te lo prometí, y siempre cumplo mis promesas.
Al tratarse de Pedro, Luciana no dijo más.
-Cuando llegues, llámame.
-Lo haré.
Fernando colgó, con una sonrisa satisfecha en el rostro. Aunque fuera por Pedro, no le importaba. Lo importante era que quería que Luciana dependiera de él, que llegara a no poder vivir sin él.
***
La lluvia caía con fuerza creciente. Martina observaba a Luciana, que permanecía inmóvil en la entrada.
-Parece que el cielo tiene un agujero -comentó Martina con tono ligero, y luego no pudo evitar preguntar-: ¿A quién estás esperando? Casi te conviertes en una estatua…
Antes de que pudiera terminar, Luciana se giró rápidamente.
-Voy a bajar un momento.
En la explanada frente al edificio, Fernando estacionó su auto. Luciana, que acababa de salir, lo vio y se sorprendió.
-¿Qué te pasó? -preguntó al verlo completamente empapado, con la ropa y el rostro llenos de barro, muy lejos de su apariencia habitual.
Fernando sonrió con calma.
-Se me pinchó una llanta en el camino, así que tuve que cambiarla.
Luciana se sintió culpable.
-Todo por mi culpa.
-No digas eso -Fernando no quería que se preocupara-. Aunque no hubiera venido aquí, la llanta igual se hubiera reventado -respondió mientras miraba detrás de ella. ¿No me invitas a entrar?
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—¡Ah, claro! —Luciana lo llamó con un gesto—. ¡Vamos, entra rápido!
-De acuerdo.
Luciana caminó delante, guiándolo hacia el segundo piso.
-Es el dormitorio de los empleados del hospital. Está un poco viejo y descuidado, pero tiene baño, así que puedes tomar una ducha.
Cuando llegaron a la puerta, Luciana la abrió y ambos entraron.
-Comparto habitación con Marti.
Fernando la siguió y lo primero que notó fue a Martina, quien lo miraba con los ojos muy abiertos.
Fernando mantuvo su sonrisa habitual.
-Hola, Martina.
-Fernando, quítate la ropa mojada. Voy a buscarte algo para que te cambies.
Luciana corrió hacia el armario y comenzó a buscar en su maleta. Mientras tanto, Martina se acercó a Fernando y, en voz baja, le preguntó entre dientes:
-¿Qué estás buscando con esto?
Fernando, consciente de la relación cercana entre Martina y Luciana, no quiso provocar.
-No voy a mentirte, Martina. Voy a cuidar de Luciana.
-¡Mentiras! -Martina le lanzó una mirada severa-. Ya lo dijiste antes. ¿Y lo cumpliste?
-Fue mi error -Fernando bajó la mirada-. En ese entonces no tenía el poder para enfrentarme a mi familia, pero ahora las cosas han cambiado…
-¿Qué ha cambiado? -Martina no cedía—. Si la lastimaste una vez, lo harás otra vez.
-Martina, te lo voy a demostrar…
-¡Aquí está! —Luciana entró en ese momento, interrumpiendo la conversación con ropa en las manos. Los miró con curiosidad.
-¿De qué hablaban? -Luego, dirigiéndose a Fernando, añadió―: Te dije que te quitaras el abrigo, ¿no? ¿Te gusta andar todo mojado?
-Solo estaba poniéndome al día con Martina -respondió Fernando con una sonrisa-. Hace tiempo que no la veía. 2
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Capítulo 93
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Fernando tomó la ropa que Luciana le tendía.
-¿El baño es esa puerta al lado?
—Sí, es esa.
-Perfecto. Voy a darme una ducha.
—¡Luciana! —Martina la agarró del brazo, claramente frustrada—. ¿Por qué estás con él otra vez?
-¿Con él? ¿De qué hablas? —Luciana sonrió, intentando explicarse.
-Él está aquí por Pedro.
Entonces, le explicó rápidamente el asunto relacionado con Pedro. Martina frunció el ceño, pero tuvo que admitir:
-Bueno, es verdad, eso sí es algo bueno añadió, aunque rápidamente insistió. Pero si es solo por Pedro, no podemos permitir que vuelva a haber algo entre ustedes.
-Lo sé ―respondió Luciana con una sonrisa juguetona-. No ha comido nada. Ve a ver si queda algo en la cafetería, y si no, cómprale algo en la tienda.
-Está bien.
Martina aceptó la tarea y salió.
Alejandro llegó conduciendo su auto. Conocía el camino; había estado en esos dormitorios antes. Estacionó y subió directamente las escaleras, girando a la izquierda. La séptima puerta era la correcta. Levantó la mano y tocó.
-Luci… La palabra quedó atrapada en su garganta al escuchar una voz desde adentro. Una voz masculina, grave y firme.
-Voy.
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