Capítulo 97
Capítulo 97
Alejandro se quedó inmóvil por un segundo, sus ojos se oscurecieron.
-Sí. ¿Por qué?
-Gracias
Luciana lo miró con sinceridad-. De verdad, muchas gracias. Desde que era niña, muy pocas personas han sido amables conmigo.
Alejandro sintió un estremecimiento en el pecho, una sensación cálida que se extendía cuerpo. Le costó disimular la sonrisa que amenazaba con aparecer. Solo pudo responder con un leve <<Mm>>.
por su
-Pero… Luciana estaba a punto de añadir algo cuando su teléfono sonó. Lo contestó apresuradamente.
—¿Jhonny? ¿Mi amigo dejó el abrigo en tu casa? Ah, bueno… Sí, gracias. Y, oye, no te agradecí por aquella noche. Dejar que mi amigo durmiera en tu cama fue un gran gesto. Era demasiado tarde y, con la lluvia, no encontramos hotel, así que dormiste en la sala de infusiones. ¡Debo invitarte a comer un día!
Mientras hablaba, Luciana señaló la entrada del metro, indicando que tenía prisa, y luego corrió hacia la estación.
—¡Ve con cuidado! —gritó Alejandro, aunque no estaba seguro de si lo había escuchado. Frunció el ceño, preocupado, pero no pudo contener la sonrisa que se formaba en sus labios. ¡ Le había agradecido!
Y lo que escuchó por teléfono lo dejó tranquilo. Esa noche lluviosa, ¿no era la misma en la que Fernando había ido a verla? ¡Eso significaba que no había dormido con él!
¿Qué significaba eso? Que Fernando la había dejado en el pasado y que ellos dos no habían vuelto a estar juntos.
Alejandro entrecerró los ojos, ocultando sus pensamientos más profundos. Nadie podía adivinar lo que pasaba por su mente.
***
Sanatorio Cerro Verde.
Fernando y Luciana esperaban ansiosos en la puerta mientras el equipo de especialistas que Fernando había traído de Canadá realizaba pruebas a Pedro. Luciana no podía quedarse quieta, sus manos temblaban ligeramente de los nervios.
-Luci… –Fernando, de pie a su lado, sintió el impulso de abrazarla. Lentamente levantó la
mano.
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La puerta de la habitación se abrió, y Luciana corrió hacia los especialistas.
-¿Cómo está?
La mano de Fernando quedó suspendida en el aire. Lentamente la bajó. No pasa nada, habrá otras oportunidades.
Los expertos parecían entusiasmados.
-Los resultados de Pedro superaron nuestras expectativas -dijo uno de ellos, entregándoles una tabla con los resultados.
Luciana y Fernando se inclinaron para observar los números. Fernando, sosteniendo la hoja, preguntó:
-¿Y ahora, qué debemos hacer?
Ya que la condición especial de Pedro había sido confirmada, no había razón para dejar las cosas como estaban.
-Necesitamos regresar a la sede para informar sobre este caso. Esperen nuestras indicaciones.
-De acuerdo, muchas gracias.
Después de unas palabras de despedida, Fernando organizó el transporte para los especialistas y se despidió de ellos.
-Ah, cierto -Luciana recordó algo-. Los especialistas que trajiste de Canadá… eso debió costar bastante, ¿no?
Sabiendo que Luciana no aceptaría ayuda tan fácilmente, Fernando ya tenía una respuesta preparada. Negó con la cabeza y dijo:
-No costó nada. Esta organización busca talentos especiales. Si los resultados de hoy no les hubieran impresionado, entonces sí tendríamos que pagar. Pero Pedro lo hizo muy bien. No solo eso, si realmente les interesa, todo lo que venga después también será gratuito.
-Esto… Luciana no sabía qué decir. Si fuera por ella, nunca habría podido darle a Pedro esta oportunidad.
-Fernando… Luciana, emocionada, le apretó la mano, con los ojos ligeramente enrojecidos –. Gracias, muchas gracias.
Fernando sintió la calidez de su mano y, devolviéndole el apretón con calma, respondió:
-No hay de qué. -Estaba decidido a hacer aún más
por
ella.
Ya que estaba allí, Luciana se dedicó a organizar la vida de Pedro: arregló las cosas que había
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Capítulo 97
comprado, habló con los médicos y las enfermeras, y se aseguró de que todo estuviera en orden. Al regresar a la habitación, Pedro la recibió con una sonrisa y la tomó del brazo.
-¿Qué pasa? —Luciana sonrió, más feliz que su hermano. Al no obtener respuesta de él, miró a Fernando.
-Le dije a Pedro que ha estado muy bien últimamente, y que su hermana está muy contenta con él, así que le prometí una recompensa: la próxima vez lo llevaremos a pasear.
Aunque Pedro era autista, podía salir al exterior. Pero Clara nunca había querido gastar en eso, y Ricardo siempre había sido indiferente. Por eso, Luciana nunca lo había llevado a divertirse.
Los ojos de Pedro brillaban de emoción mientras miraba a su hermana. De verdad quería salir.
Luciana sintió una punzada en el corazón. Se dio cuenta de que, a pesar de todo, no había sido lo suficientemente buena con él. Le acarició la cabeza y, pasando la mano por su corto cabello, le susurró:
—¿Tan contento estás, Pedrito? Está bien, en cuanto tenga vacaciones, te llevaré a pasear.
—¡Sí! —Pedro asintió con fuerza, su voz firme y clara.
Esa simple palabra llenó los ojos de Luciana de lágrimas.
-Pedrito, eres un buen chico.
***
Esa noche, Alejandro se reunió, como de costumbre, con Salvador y los demás.
-Jacobo. —Alejandro sostenía un cigarro entre los dedos, golpeando ligeramente el borde del cenicero.
-¿Eh? -Jacobo, sorprendido por haber sido nombrado de repente, se tensó un poco.
Alejandro habló con su tono habitual, como si la pregunta fuera casual.
-Tú, que tienes tanta experiencia con mujeres… ¿alguna vez has salido con una que tuviera