Capítulo 99
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Capítulo 99
Unos días después, Fernando fue a Grupo Guzmán. Su empresa CreaTech había seguido todos los procedimientos solicitados, y ese día, tenía una reunión con Alejandro. La asistente lo guió hasta una pequeña sala de reuniones y, justo cuando Fernando se sentaba, Alejandro entró.
Fernando se levantó.
-Señor Guzmán.
-Señor Domínguez -Alejandro asintió y le estrechó la mano-. Siéntese.
Sin muchas formalidades, comenzaron a hablar directamente sobre el proyecto. Alejandro quedó satisfecho con la capacidad de Fernando y decidió proceder de inmediato con la firma
del contrato.
-Un placer hacer negocios.
-Gracias por la confianza, señor Guzmán. Un placer para mí también.
Como es costumbre en estos casos, Alejandro propuso una cena para celebrar.
-Señor Domínguez, ¿le gustaría cenar esta noche?
-Gracias por su amable invitación -Fernando sonrió, pero rechazó con cortesía-. Tengo un compromiso esta noche y no estaré en Muonio. Lo siento, señor Guzmán. Pero en cuanto regrese, le invitaré y seré yo quien reserve el lugar.
Alejandro respondió con un simple:
-Está bien.
-Con su permiso.
En cuanto Fernando salió, la sonrisa de Alejandro se desvaneció de inmediato. Hoy era viernes, y Fernando mencionó que no estaría en Muonio esa noche… y Luciana también dijo que se iría hoy.
«<<Así que al final, jsí se fue de paseo con Fernando!»>
En ese momento sonó su teléfono. Era Salvador. Alejandro contestó de mala gana:
-¡Dime rápido lo que
sea!
Salvador se sorprendió por su tono brusco.
-¡Wow! ¿Por qué tanta rudeza? ¿Quién te puso de mal humor? Esta noche, ¿vienes o no?
Capitulo 99
Alejandro, irritado, replicó:
-¿Te parece interesante emborracharse y jugar cartas?
Salvador se rio.
-Bueno, distinguido señor Alejandro Guzmán, entonces dime tú, ¿qué es lo interesante?
Alejandro sostuvo el teléfono en silencio por un momento.
-Vámonos de vacaciones. Arroyo de los Lirios suena bien.
***
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que te
parece
Fernando bajó al estacionamiento subterráneo para recoger su auto cuando recibió una llamada de Vicente. Con su tono serio de siempre, Vicente bromeó:
-Amigo, ¿cuándo vienes a recogerme?
Fernando se rio.
-Tu gran favor, lo recordaré por siempre.
—¡Ja! —Vicente soltó un bufido despectivo. ¿De qué sirve que lo recuerdes? Lo que tienes que hacer es cuidar bien de Luci. Si la vuelves a lastimar… ¡seré el primero en no perdonarte!
-Lo sé–Fernando respondió con seriedad-. Te lo prometo.
Solo entonces Vicente añadió:
-¿Cuándo vas a decirle a Luciana que sigues soltero? Me pidió que me hiciera pasar por su novio solo para evitar malentendidos.
Fernando suspiró levemente.
-Se lo diré pronto.
Si lo aclaraba demasiado pronto, temía que Luciana no quisiera seguir siendo su amiga.
-Gracias.
Después de colgar, Fernando condujo hacia el Sanatorio Cerro Verde. Al llegar, Luciana ya estaba allí. Todo estaba listo: tanto sus cosas como las de Pedro estaban empacadas. Mientras le abrochaba los botones a su hermano, Luciana le sonrió a Fernando de lado.
-Ya llegaste.
Fernando se quedó inmóvil por un momento, sintiendo la garganta seca.
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– Sí.
Esa sensación era extraña, casi como si fuera un esposo regresando del trabajo, encontrando a su esposa y a su hijo esperándolo en casa.
–
-Listo Luciana le revolvió el cabello a Pedro y tomó su mano—.
salir.
Vamos, estamos listos para
Cuando llegaron a la puerta, solo estaba el auto de Fernando. Luciana parpadeó, sorprendida.
-¿Y tu novia?
Mientras abría la puerta del auto, Fernando respondió:
-Le surgió algo de último minuto, así que no podrá acompañarnos.
Luciana se quedó atónita.
—¿Ah? ¿Y ahora qué…?
-Sube al auto. —Fernando ayudó a Pedro a subirse, sin dejarle mucho tiempo a Luciana para procesar la situación.
Al ver la emoción en los ojos de Pedro, Luciana no tuvo corazón para decir que no.
Arroyo de los Lirios.
En el vestíbulo, la recepcionista se disculpaba con sinceridad.
-Lo siento mucho. Aquí está el registro de su reserva, pero el plazo para usar los cupones era de un solo día. Como ha pasado el plazo, se cancelaron automáticamente.
Luciana no podía creerlo. ¿Cómo era posible? ¿Había sido su falta de atención lo que provocó este error tan absurdo? Mientras procesaba la información, su teléfono sonó, Luciana contestó rápidamente.
-Vicente, ¿dónde estás? Nuestro cuarto…
Antes de que pudiera terminar, Vicente la interrumpió con otra mala noticia.
-Luci, tuve un inconveniente y no voy a poder ir.
-¿Qué? -Luciana sintió que las rodillas le temblaban-
¿Cómo que no puedes venir?
-¿Y qué tiene de malo? -Vicente rio con indiferencia. ¿Fernando te va a comer o qué?
-No es eso, pero…
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-No le des tantas vueltas. Disfruta con Pedro. Estoy ocupado, te hablo luego y colgó.
Todo parecía salir mal. Luciana, frustrada, volvió a hablar con la recepcionista, mientras Pedro la miraba ansioso.
-Si ya no es válido, al menos deberían haberme avisado.
-Tiene razón -respondió la recepcionista, aún disculpándose-. Fue un error de nuestra parte.
-Bueno, entonces, ¿puedo reservar una habitación ahora?
La recepcionista mantuvo su expresión de disculpa.
-Lo siento, pero nuestro sistema solo permite reservas anticipadas.
Luciana ya no podía contenerse.
-Entonces, ¿me están diciendo que tengo que pagar por su error?
-Lo siento mucho…
La frustración de Luciana iba en aumento. Lo último que necesitaba en ese momento eran más disculpas.
No muy lejos, Alejandro y Salvador bajaban, ya listos para ir al campo de equitación.