Capítulo 103
Agustín se burló con frialdad -¿Amenazarme a mí? ¿Tú crees que puedes?
En la secundaria, Tania le confesó su amor, pero él la rechazó educadamente. Sin embargo, esta chica parecía ser como un chicle pegajoso que no se despegaba de él. En la escuela, todos sabían de sus intentos por conquistarlo. Agustín, harto de la situación, utilizó la influencia de su familia para obligarla a cambiar de escuela. Una vez que Tania se transfirió, finalmente tuvo algo de paz.
Pero la tranquilidad no duró mucho, ya que al entrar a la universidad, se encontró con ella nuevamente. De alguna manera, Tania se enteró de que se había inscrito en la Universidad de Silvania y también logró entrar. Todos los días le llevaba el desayuno, lo seguía a clase, y le enviaba constantemente cartas de amor y regalos. Una vez más, Tania se convirtió en una figura destacada de la universidad debido a su persecución.
Tania lloraba desconsoladamente -Agustín, ¿de verdad no te importa si vivo o muero? ¿Por qué eres tan cruel? ¿Acaso mi vida no vale más que una fiesta de compromiso?
Agustín, con la calma de un robot sin emociones, respondió con frialdad extrema -Tal vez esto funcione con otros hombres, pero conmigo no.
Tania intentó decir algo más, pero Agustín no le dio la oportunidad. Sin más palabras, colgó el teléfono y mandó a alguien a buscarla, mientras la fiesta de compromiso seguía su curso. No es que le importara Tania, pero si no la encontraban pronto, ella podría arruinar el evento. Si decidiera quitarse la vida y morir en su fiesta de compromiso con Dafi, sería una catástrofe. Un incidente así podría dejar una marca psicológica en Dafi, y quién sabe, tal vez el matrimonio no se llevaría a cabo.
En una habitación de la mansión.
Después de que el teléfono fue colgado sin piedad, Tania se quedó paralizada por unos segundos, luego tiró el móvil con fuerza contra la pared y comenzó a destrozar todo en un ataque de ira.
Desde un rincón, Fátima observaba fríamente el arrebato de Tania -Srta. Caldera, ¿por qué pierde la compostura de esa manera?
Después de desahogarse, Tania se dejó caer al suelo, derrotada, murmurando con desesperación -Realmente no le importa si vivo o muero, ¿cómo puede no importarle?
Fátima soltó una carcajada despectiva, mientras encendía un cigarrillo lentamente. En ese momento, se escucharon golpes en la puerta.
Un guardaespaldas detrás de Fátima se acercó a abrir.
-Srta. Uribe, la mujer tiene guardaespaldas, no hubo oportunidad de atraparla. Pero logramos agarrar a una pequeña -dijo el guardaespaldas alto y vestido de negro, sosteniendo a Jana
Capitulo 103
como si fuera un polluelo.
Jana tenía las manos atadas a la espalda, pateaba con fuerza y luchaba por liberarse. Tenía la boca sellada con cinta negra y sus ojos reflejaban terror.
Fátima dio una calada al cigarrillo, exhaló el humo en un anillo y pronunció suavemente una palabra -Inútiles.
El guardaespaldas bajó la cabeza sin decir nada.
Fátima miró la hora en su reloj -Es casi la hora, vámonos.
Se levantó y miró desde arriba a Tania, que lloraba sentada en el suelo, entrecerrando los ojos con desdén.
Fátima sonrió, una sonrisa que, aunque parecía amistosa, tenía la frialdad aterradora de un
demonio del infierno.
-Srta. Caldera, le sugiero que se prepare y siga nuestro plan. Si algo sale mal por su culpa, no pagaré ni un centavo por el tratamiento de su padre.
Dicho esto, Fátima se dio la vuelta y se fue, sin preocuparse por la reacción de Tania.
Tania se secó las lágrimas y se levantó del suelo, siguiéndola como una sombra perdida.
Quedaban veinte minutos para que comenzara la fiesta de compromiso.
Jana había desaparecido.
Clara, angustiada, lloraba -Hace un rato estábamos charlando en la sala de descanso. Jana dijo que quería salir a jugar un rato, así que la dejé ir. Ahora no importa cuánto busque, no puedo encontrarla.