Capítulo 106
Debido a la cercanía, Tania actuó rápidamente, y Agustín, con Dafne en sus brazos, se distrajo. Para defenderse, debía apartar a Dafne de inmediato y enfrentarse a Tania.
Pero ya era demasiado tarde.
Aunque había practicado algunas artes marciales, no podía en tan poco tiempo empujar a Dafne y luego actuar.
En el instante en que el cuchillo se abalanzó hacia él, Agustín abrió los ojos de par en par.
Solo pudo girar su cuerpo con Dafne en brazos para recibir la puñalada en su lugar.
Cuando el cuchillo penetró, Agustín soltó un gemido sordo.
-¡No! -el grito desgarrador de Tania resonó en el aire.
Retrocedió dos pasos, incapaz de creer lo que veía.
-¿Por qué? -rugió Tania-. ¡Agustín! ¿Por qué te importa tanto ella? ¿Estás dispuesto a arriesgar tu vida por ella?
El olor fuerte de la sangre invadió su nariz, y Dafne, tardíamente, reaccionó.
Se apartó un paso del abrazo de Agustín, bajó la mirada y vio el cuchillo incrustado en su
costado.
En ese instante, el color abandonó el rostro de Dafne.
-¡Agus! -gritó, mientras las lágrimas brotaban de sus ojos.
En ese momento, un grupo de personas entró apresuradamente por la puerta de la azotea y se acercó rápidamente a ellos.
Los guardaespaldas, entrenados, sometieron a Tania.
Dafne abrazó a Agustín y se deshizo en lágrimas.
-Lo siento, Agus, lo siento… -sollozaba Dafne entre cortadamente-. Todo fue mi culpa… No debí venir sola a buscarla…
Ella había planeado fingir que obedecía a los secuestradores para ir ella misma a intercambiarse por Jana, y después, cuando Jana estuviera a salvo, encontrar una oportunidad para dominar a Tania.
No actuó impulsivamente, también tenía un plan.
Pero no esperaba que Agustín llegara tan rápido; él no quería que ella se arriesgara.
Ni siquiera imaginó que Agustín arriesgaría su vida para protegerla de un cuchillo.
¿Cómo pudo suceder esto?
Capítulo 106
Todo fue su culpa, no debió actuar por su cuenta.
Agustín le había dicho que ya había movilizado a todos los guardaespaldas de la finca y que solo necesitaba confiar en él y esperar a que organizara el rescate de Jana.
No debió, de ninguna manera, subir sola a la azotea.
Los guardaespaldas llegaron apenas unos minutos después que Agustín, lo que provocó esta
situación.
Dafne se arrepintió profundamente; preferiría haber sido ella quien recibiera la puñalada.
En el hospital.
Agustín estaba en cirugía.
En el pasillo afuera de la sala de emergencias, había un gran grupo de personas, todas con el
corazón en un hilo.
Dafne ya había llorado todas sus lágrimas y ahora, con los ojos vacíos, permanecía inmóvil junto a la pared.
Paula y Elsa tenían los ojos enrojecidos de tanto llorar.
Jana estaba a salvo, y Clara la había llevado a casa.
Con todo esto, la ceremonia de compromiso, por supuesto, se canceló.
El ambiente en el pasillo era pesado y opresivo.
-¿Cómo pudo pasar esto? ¿Quién es esa mujer? ¿Por qué secuestró a Jana, y por qué quería que Dafne se intercambiara con Jana? -preguntó Baltasar con un tono sombrío-. ¿Acaso es enemiga de la familia Junco?
Carlos, desconcertado, respondió:
-No, no la conozco.
-Yo sí sé quién es -dijo Eduardo Zúñiga, el buen amigo de Agustín-. Es una pretendiente de Agustín.
Elsa, confundida, miró hacia él.
-¿Pretendiente?
-Sí–respondió Eduardo-. Cuando la policía la llevaba, vi su rostro. Se llama Tania, fue compañera nuestra en la secundaria. Desde entonces persigue a Agustín, y eso fue hace ya
diez años.
Dafne, al escuchar esto, volvió en sí, aturdida.
-¿Una pretendiente de Agus? ¿Por qué hizo algo así?