Capítulo 107
Jaime Quiroga, con furia en la voz, exclamó:
-¡Esta mujer está obsesionada con Agustín! Lo ha perseguido por diez años y no le ha dirigido más de diez palabras. Su estado mental no es el de una persona normal. Dafi, quizás lo hace por celos hacia ti, porque cree que le has robado a Agustín.
Elsa, con el pecho agitado por la indignación, replicó:
-¡Está loca! Si le pasa algo a mi hijo, no se la perdonaré.
Paula, con desagrado, miró a Elsa:
-¿Qué estás diciendo, Elsa? Agustín sigue luchando por su vida, ¿cómo puedes hablar de esa manera? ¿Lo estás maldiciendo?
Elsa, con los ojos llenos de lágrimas, intentó explicarse:
-Suegra… no quise decir eso…
Pero apenas pudo pronunciar las palabras antes de romper en llanto.
Carlos, con un tono de reproche, le dijo:
-No llores más, Agustín sigue luchando por su vida. No es momento de traer mala suerte.
Dafne, en cambio, no prestaba atención a sus discusiones. Para ella, cada segundo era una eternidad, un calvario interminable. La culpa, el arrepentimiento, la ansiedad y el miedo la envolvían por completo. Sentía una opresión en el pecho, un dolor en el corazón, y cada respiración se volvía más difícil, como si estuviera al borde del ahogamiento.
El tiempo pasaba lentamente.
El sol comenzaba a ponerse.
Después de una espera larga y angustiante, la puerta de la sala de emergencias finalmente se abrió. Elsa fue la primera en acercarse al médico para preguntar por el estado de su hijo.
-Doctor, ¿cómo está mi hijo?
Todos los demás también se acercaron ansiosos.
Dafne temblaba de nerviosismo, las palmas de sus manos sudaban y estaba llena de una mezcla de esperanza y miedo.
El médico se quitó la mascarilla, mostrando una expresión de alivio en su rostro cansado:
-El paciente ya está fuera de peligro.
Al escuchar esas palabras, todos soltaron un suspiro de alivio al unísono.
16:40
Capitulo 107
La tensión que Dafne había sentido durante toda la tarde comenzó a disiparse.
Agustin fue trasladado de la sala de emergencias a la UCI. El médico indicó que, para prevenir infecciones postoperatorias, debía permanecer en observación unos días más.
Con la preocupación principal resuelta, Miguel comenzó a reflexionar sobre lo ocurrido ese día. Miró a Carlos con una mirada severa:
-¿Cómo pudo esa mujer entrar en la finca? La seguridad es muy estricta, se supone que nadie puede entrar sin una invitación. ¿Ya han investigado?
Carlos recordó que había recibido muchas llamadas durante la tarde, pero en su angustia no había respondido a ninguna.
-Déjame preguntar cómo va la investigación.
Después de una llamada, Carlos informó:
-Entró como acompañante de Valentín García. Según las cámaras de seguridad, llevaba una mascarilla y dijo que estaba resfriada. El joven García la trajo personalmente, así que los guardias no insistieron en que se la quitara.
-¿La familia García? -Miguel frunció el ceño.
Carlos respondió:
-Dicen que Valentín ha estado fuera del país varios años y no sabía nada sobre esa mujer y su obsesión por Agustín.
Miguel, con una mirada fría, comentó:
-Suena demasiado perfecto. Pero esto no es tan simple, sigan investigando.
-Entendido.
Baltasar, que había estado conteniendo su cólera mientras Agustín estaba en peligro, ahora que se había estabilizado, ya no se contuvo:
-¿Qué pasa con esa acosadora de Agustín? Nuestro hijo no le hizo nada, ¡y ella lo secuestra y lo apuñala! ¡Esto es inaceptable!
Tras un momento de silencio, el anciano dirigió su mirada aguda hacia Dafne.
-Dafi, ¿qué sucedió en la azotea? ¿Cómo terminó Agustín herido?
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