Capítulo 110
Agustín, con labios pálidos como el papel, esbozó una sonrisa y dijo:
-Está bien, te lo prometo.
Carlos y Elsa acababan de salir de la unidad de cuidados intensivos cuando recibieron una
llamada.
La persona al otro lado del teléfono sonaba urgente:
-¡Sr. Junco, algo terrible ha sucedido!
En el centro de detención, Tania había afirmado estar embarazada y, según las regulaciones, debía ir al hospital para un chequeo.
De camino al hospital, un coche se lanzó temerariamente contra el vehículo en el que iba Tania, deteniéndolo violentamente al borde de la carretera.
De ese coche bajaron varios hombres fornidos, todos muy habilidosos.
Tania fue llevada por ellos.
Los agentes que la custodiaban resultaron gravemente heridos, y el vehículo quedó tan dañado que no pudieron seguirlos de inmediato.
Al escuchar esto, Carlos mostró una expresión de asombro:
-¿Realmente se la llevaron?
-¿Qué sucede? ¿Quién ha sido secuestrada? -preguntó Elsa.
Carlos respiró profundamente y sus hombros se desplomaron:
-Es Tania.
-¡¿Qué?! -Elsa se asustó-. ¿No estaba ya detenida?
Carlos frunció el ceño, pensativo:
-Papá tenía razón, esto no es tan simple como lo que dice la familia García. Hay alguien detrás de ella. Debemos averiguar quién es lo antes posible.
Agustín pasó varios días en la UCI antes de ser trasladado a una habitación normal.
Parecía haber tenido un sueño largo y complicado.
Al despertar, Agustín se sintió exhausto, incluso respirar le resultaba agotador.
Abrió los ojos lentamente.
El olor a desinfectante en el aire era penetrante.
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Capítulo 110
La luz del sol entraba por la ventana y se posaba suavemente sobre su rostro.
Agustín extendió la mano para bloquear la luz deslumbrante.
De repente, sintió un dolor en el dorso de la mano; al levantarla, había tirado de la herida con la aguja.
-Ya despertaste -Dafne apareció en la puerta. Al verlo despierto, aceleró el paso hacia la cama con un termo en la mano-. Acabo de prepararte algo de comida, justo a tiempo para
que comas.
Agustín miró el termo que ella había puesto en la mesita de noche y mostró sorpresa:
-¿Cocinar?
-Sí -Dafne sonrió, algo avergonzada-. Lo hice yo misma. ¿Quieres probarlo? Es la primera
vez que cocino.
Agustín, ya acostumbrado a la luz brillante, mostró una expresión suave bajo su resplandor, y en sus ojos había ternura.
Esbozó una leve sonrisa, con un brillo de expectación en sus ojos:
-Claro.
Dafne se inclinó hacia él, y el agradable aroma floral y frutal que la rodeaba llenó la nariz de Agustín.
Pensando que Dafne iba a abrazarlo o besarlo, Agustín se sintió tan dulce como si le hubieran echado miel en el corazón. Sonrió, preparándose para un beso, con una mezcla de anticipación y nerviosismo.
Sería la primera vez que Dafne lo besara por iniciativa propia.
Sin embargo, en el siguiente instante, la cabecera de la cama comenzó a elevarse lentamente.
-Voy a ajustar la cama para que puedas comer más cómodamente.
Al escuchar esto, Agustín sintió una pequeña desilusión, pero también cierta diversión.
¿Cómo podía estar actuando como un adolescente enamorado?
Dafne colocó una pequeña bandeja sobre la cama, la cubrió con una servilleta de papel y puso el termo encima.
Abrió el termo, revelando en la capa superior acelgas salteadas y carne de res cocida.
-El médico dijo que durante tu estancia en el hospital debías cuidar tu dieta, así que hice algo ligero con acelgas y carne de res, una combinación de proteínas y verduras.
Agustín, con una mirada llena de ternura, observó en silencio el rostro de Dafne.
En los últimos días, ese rostro había aparecido repetidamente en sus sueños.
Ahora que había despertado, ella era la primera persona que veía, y Agustín se sentía tan
Capitulo 110
afortunado que parecía irreal