Capítulo 128
Dafne finalmente logró calmar su corazón que latía desbocado, y el rubor en su rostro se desvaneció. Tosió estratégicamente un par de veces y, tratando de parecer tranquila, dijo:
-Tengo un poco de hambre, ¿por qué no pedimos algo de desayuno?
Agustín sonrió con los ojos llenos de picardía.
-¿No decías que querías comprobar si no tenía problemas en ese aspecto?
Dafne sacudió la cabeza con energía, como si fuera un tamboril, y rápidamente se rindió:
-¡Me equivoqué, de verdad me equivoqué! Agus, lo que dije fue una tontería, ¡seguro que no tienes ningún problema!
La voz de Agustín se tornó seductora y un poco ronca.
-¿Cómo lo sabes si no lo intentas?
La chica mordió su labio y miró hacia abajo fijándose en la punta de sus zapatos, mostrando una actitud de arrepentimiento.
-De todas formas, ya sé que estuve mal…
Agustín soltó una risa suave.
Su Dafi era de piel delgada, mejor dejar de molestarla por ahora.
Agustín decidió no seguir incomodando a la joven y, obedientemente, pidió el desayuno.
Después de comer, Agustín le habló a Dafne sobre el plan para ir al Monte Cielo Azul a ver la lluvia de meteoros al día siguiente.
Tal como había esperado, Dafne se emocionó al escuchar sobre la lluvia de meteoros, sus ojos
brillaron de entusiasmo.
-¡Nunca he visto una lluvia de meteoros! ¡Claro que quiero ir! Además, invitaré a Iris y Penélope.
Agustín aceptó con una sonrisa.
Aunque en su interior, él deseaba disfrutar de un momento a solas con Dafne. Sin embargo, entendía que a Dafi le gustaba estar rodeada de amigos y en cuanto pensó en la lluvia de meteoros, recordó a sus dos mejores amigas.
Recordando el incidente desagradable que Fátima tuvo con Dafne la última vez en el club de equitación, Agustín pensó que sería mejor avisarle que Fátima también asistiría esta vez.
Fátima era su hermana, y cuando Dafne se casara con él, también sería su hermana. No podían dejar que una pequeña desavenencia impidiera que Dafne y Fátima se relacionaran.
-Dafi, mañana mi hermana también irá a la montaña, ¿te molesta?
Capitulo 128
Dafne se detuvo.
-¿Fátima?
Agustín asintió suavemente.
-Sí.
Recordando el incidente en el club de equitación, el ánimo de Dafne decayó un poco.
-Oh, está bien. No me molesta.
Agustín acarició la cabeza de Dafne.
-Lo sabía, sabía que mi Dafi no es alguien rencorosa.
Pasaron la mañana juntos en el sofá. Dafne se encargó de buscar información en internet
mientras Agustín la interrumpía de vez en cuando, pidiendo besos y abrazos, susurrando en su oído para provocarla.
Dafne fingió estar enojada y se volvió hacia él:
-Agustín, ¿puedes comportarte?
Agustín inclinó la cabeza, dejando que sus labios cálidos rozaran la clavícula de Dafne.
-No molestes -Dafne se retiró, colocando una mano sobre el pecho de Agustín-. Estoy buscando información, si nos perdemos la lluvia de meteoros mañana, ¡no te hablaré más!
Agustín rio suavemente.
-Vaya, suena serio.
-Es un evento raro, por supuesto que quiero ir.
Agustín apartó la mano de Dafne de su pecho y se inclinó para besar su cuello blanco, su respiración cálida rozando su cuello, haciéndola cosquillas.
Dafne se encogió de hombros, riendo mientras intentaba apartar su rostro, pero Agustín atrapó su mano, besando su palma.
-Deja que mi asistente se encargue de buscar información y compras. Es fin de semana, dedícamelo.
El tono de Agustín, no tan frío y distante como de costumbre, era suave y casi suplicante.
Dafne, sorprendida como si hubiera descubierto un nuevo continente, lo miró intrigada.
-¿Acabas de suplicar?
Agustín no respondió, simplemente se inclinó para besarla de nuevo.
Los besos de Agustín cayeron sobre el cuello de Dafne, dejándola con una sensación de hormigueo.