Capítulo 131
Dafne bajó la mirada.
Agustín le estaba sujetando la mano, entrelazando sus dedos con los de ella, y en tono sarcástico dijo:
-¿Dafi se fijaría en ese tipo de basura después de estar conmigo?
Aunque sus palabras eran groseras, tenían sentido.
Dafne sonrió suavemente, acercándose a Agustín como una pajarita dependiente.
-Agus tiene razón, ahora sólo tengo a Agus en mi corazón. ¿Cómo podría pensar en esos novios insignificantes de mi juventud?
La sonrisa de Bruno se congeló, su rostro se oscureció.
¿Así de poco valía él para ella?
Bruno apretó los puños a su lado, conteniendo la ira y la frustración dentro de sí.
Mientras tanto, en los ojos de Fátima se vislumbró un destello de envidia que rápidamente desapareció. En su mente, maldijo a Dafne miles de veces.
Iris, con un tono sarcástico, intervino:
-Srta. Iglesias, no es de extrañar que la familia Iglesias no pueda salir adelante. Estás detrás de Bruno, alguien que Dafi ya ha desechado, ¡qué vergüenza!
-¿A quién llamas desechado? -Bruno no pudo contenerse más y preguntó con furia.
Adelina, que estaba a punto de discutir con Iris, se detuvo al notar la presencia de Jaime detrás de Iris.
Ella sabia que no podia enfrentarse a la familia Quiroga.
-Hablo de ti. -Iris lo miró con desprecio, cruzando los brazos.
-¿Eres Bruno? Salir con Dafne es como tener un registro criminal. Por suerte, ella se dio cuenta
a tiempo y te dejó. ¿No estabas con tu supuesta gran amor? ¿Por qué no la traes a disfrutar del buen clima?
Bruno estaba a punto de explotar de ira.
Justo cuando iba a perder los estribos y empezar a discutir con Iris, Fátima lo agarró rapidamente.
-Está bien, está bien, dejen de pelear. Todo esto es un malentendido, es mi culpa. No sabía que Bruno y Dafne habían sido pareja.
Fátima mordió suavemente su labio inferior, mirando a Agustín con lágrimas en los ojos, su expresión era de una delicada tristeza.
Capitulo 131
-Hermano, realmente no sabía que Bruno era el exnovio de Dafne. Pensé que sólo era amigo de Adelina… ¿No estarás enojado conmigo, verdad?
Agustín iba a hablar, pero Dafne se adelantó, imitando el tono meloso de Fátima:
-Fátima, fue un error sin intención. ¿Cómo podría enojarme contigo? Tu hermano tampoco se enojará.
Agustín no sabía lo que Dafne pretendía, pero si ella lo decía, él la apoyaba
incondicionalmente.
-Si Dafi no está enojada, yo tampoco lo estoy -dijo fríamente.
Fátima se quedó sin palabras, mirando a Dafne con desconcierto, mientras ella le sonreía dulcemente, haciéndola sentir incómoda. ¿Qué estaba tramando Dafne realmente?
Dafne sonrió fríamente para sus adentros. Si se trataba de molestar, verían quién se cansaba primero.
En ese momento, Eduardo, que había estado observando en silencio, intervino:
-Dejen de estar parados aquí. Comamos algo y descansemos. Necesitamos energía para seguir caminando.
El grupo se dispersó, y todos comenzaron a sacar las mesas y sillas plegables que habían preparado. Una vez colocadas, organizaron meticulosamente toda la comida, bebidas y ingredientes frescos.
Había parrillas, carbón, estufas portátiles, ollas y platos, todo lo necesario para un picnic. Todos se pusieron manos a la obra, unos asando carne, otros cocinando.
Dafne e Iris, ambas amantes del asado, se juntaron para cocinar.
Iris preguntó:
-¿Por qué no lo echas?
Se refería a Bruno.
Dafne, mientras untaba la carne con salsa, respondió tranquilamente:
-No se puede echar. Lo echas una vez y vuelve otra. Ya lo intenté varias veces, no funciona.
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