Capítulo 133
Fátima movió los labios y forzó una sonrisa tensa y rígida, sin llegar a iluminar sus ojos. -Mientras a Dafne le guste, está bien.
-¡Ay, ya no la llames Dafne, llámala cuñada! -dijo Iris con una sonrisa traviesa-. Ya es hora
que cambies de forma de llamarla.
de
Fátima abrió la boca, manteniendo una expresión seria. -Me va a costar un poco acostumbrarme.
-Agustín, prueba uno de los rollos de carne que acabo de asar -dijo Dafne, ofreciéndole un trozo con los cubiertos que había usado ella misma.
Agustín no se quejó y obedientemente abrió la boca para comer lo que Dafne le ofrecía.
Los ojos de Fátima brillaron con un destello frío mientras apretaba sus puños con fuerza, sus nudillos se pusieron blancos.
-Está delicioso–dijo Agustín, sonriendo con los ojos entrecerrados.
Dafne sonreía con alegría.
El rostro de Fátima no lucía tan contento; mantenía un semblante sombrío y su tono era frío.
-Hermano, me voy a comer por
allá.
Dafne fingió no notar su expresión tan oscura como el carbón y le ofreció con una sonrisa: -¿Quieres un poco de carne asada, Fátima? Acabo de prepararla y tu hermano dice que está muy buena.
-No, gracias.
Fátima se dio la vuelta con el rostro frío y se alejó.
Dafne e Iris se miraron con complicidad y sonrieron.
Penélope sonrió y le mostró un pulgar hacia arriba a Dafne.
Agustín sabía que Dafne había actuado para molestar a Fátima y que él había cooperado. Ahora que Fátima se había ido, seguía queriendo mantener esa dulce atmósfera.
El hombre sonrió y dijo: -Dafi, quiero más de esas alitas asadas, ¿me las das tú?
Dafne lo miró divertida. -Si quieres comer, agárralas tú mismo.
-¡Jajajaja! ¿En serio, amigo? ¿Ahora necesitas que te den de comer? -se burló Jaime riendo-. ¿Este es el Agustín que yo conozco?
Agustín se recostó en la silla, con sus ojos brillando de felicidad. -¿Qué pasa? ¿Te da envidia? Pídele a tu novia que te dé de comer. ¿O no tienes novia?
Jaime, que reía un momento antes, de repente dejó de hacerlo.
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Se llevó una mano al pecho, exagerando su expresión. -¡Eso fue directo al corazón! ¿Así tratas a tus amigos?
Jaime, no conforme, miró a Iris. -Iris, dame algo de comer, no podemos perder en esto.
Iris tomó un trozo de pan y se lo metió bruscamente en la boca a Jaime. -¡Come, come, a ver si te atragantas!
-¡Mmm, mmm…! -Jaime intentó quitarse el pan, pero Iris lo empujaba con fuerza,
asegurándose de que no pudiera.
Los que estaban en la mesa se rieron ante la escena, llenando el ambiente de risas y alegría.
Por su parte, Fátima rechinaba los dientes de rabia.
Dafne le había mostrado su amor en plena cara.
Los cubiertos desechables en sus manos se rompieron y su mirada se volvió más oscura.
Dafne, veamos si sigues sonriendo después.
Después de descansar tras la comida, todos se prepararon para comenzar a subir la montaña.
Jaime e Iris iban al frente, seguidos de cerca por Eduardo y Penélope, luego Bruno, Fátima y los
demás.
Dafne y Agustín iban al final.
Agustín caminaba al lado de Dafne, siempre sosteniéndole la mano.
-Dafi, desde aquí hasta el mirador en la cima son aproximadamente dos horas. ¿Estás segura de que puedes?
-Por supuesto, me encanta escalar montañas. Disfrutar del paisaje natural es relajante y no es demasiado cansado.
Agustín sabía que a Dafne le gustaban las actividades al aire libre. En la universidad solía ir de excursión y escalada con sus amigos del club. Solo pensaba que, después de graduarse, no había salido tanto y temía que le costara adaptarse.
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