Capítulo 137
-Hermano, yo también quiero tomarme una foto -exclamó Fátima, ahogando la envidia en su voz mientras se colocaba entre Dafne y Agustín.
De repente, Iris soltó un “jay!“.
Jaime, preocupado, volteó a verla y preguntó: -Iris, ¿qué pasa?
Iris, con un tono teatral, respondió: -Hay un gran estorbo aquí, ¡me está cegando!
Fátima escuchó lo que dijo Iris, pero no se movió de su lugar entre Dafne y Agustín, mostrando una gran desfachatez.
Iris, al ver que Fátima no tenía intención de irse, guardó lentamente su palo de selfie y, con una sonrisa falsa, se dirigió a Fátima: -Lo siento, Srta. Uribe, ya terminamos. Si quieres una foto, tómala con Bruno y tus amigas.
Fátima reprimió su ira y, con una sonrisa forzada, se aferró al brazo de Agustín: -Entonces me tomaré algunas fotos sola con mi hermano.
Dafne bajó ligeramente las pestañas, fijando la mirada en la mano de Fátima.
Agustín retiró su brazo y, con frialdad, comentó: -Ya eres grande, Fátima. Es hora de que busques un novio en lugar de estar pegada a tu hermano.
Por más que Fátima intentara mantener la compostura, al escuchar a Agustín sugiriéndole que buscara un novio, su sonrisa se rompió, dejando entrever su decepción.
-Hermano, ¿por qué no puedo estar cerca de ti ahora que soy mayor? Antes me consentías mucho.
Agustín, con una actitud distante, respondió: -Antes es antes, y ahora es ahora, Fátima. Debes aprender a mantener las apariencias.
Las acciones recientes de Fátima le dejaron claro a Agustín sus intenciones. Sin embargo, por ser su hermana, le dio una salida digna sin exponerla públicamente.
También notó la hostilidad y envidia de Fátima hacia Dafne. Como el novio de Dafne, Agustín sintió que debía dejar clara su postura para darle seguridad a Dafne.
Las palabras de Agustín dejaron a Fátima perpleja: -Hermano, ¿qué apariencias debemos
mantener entre hermanos?
Iris soltó un chasquido: -¿De verdad te crees una de la familia Junco? Entre adultos sin lazos sanguíneos, ¿qué crees que deben evitar?
Fátima, al borde de las lágrimas, miró suplicante a Agustín.
Agustin, sin embargo, mantuvo su tono indiferente: -Iris tiene razón. Aunque seamos
hermanos de crianza, no compartimos lazos de sangre. Es mejor no hacer cosas que puedan malinterpretarse.
16:31
Fátima quería decir algo más, pero Agustín la esquivó, tomando de la mano a Dafne, sus ojos oscuros y profundos mostrando preocupación: -Dafi, ya terminamos de tomar fotos,
vámonos.
Dafne sonrió con un toque de arrogancia mientras miraba a Fátima: -Fátima, quédate a tomar tus fotos. Me voy con tu hermano.
En el interior, Dafne se burlaba. Pensó que Fátima era hábil en el arte de la manipulación, pero su hermano era aún mejor en descubrirla.
Tras la puesta del sol, la temperatura comenzó a bajar considerablemente. El agua del arroyo traía una brisa fresca, y la humedad del aire hacía que el frío se sintiera aún más.
Agustín sacó una chaqueta gruesa de su mochila:-Dafi, ponte esto.
Fátima, sin experiencia en actividades al aire libre, no había previsto la diferencia de temperatura entre el día y la noche en la montaña. Con su delgada chaqueta, temblaba de frío. Al ver a Agustín abrigar a Dafne, el fuego de los celos ardió en su interior.
Dafne, recién abrigada, caminó un poco cuando de repente escuchó un grito detrás de ella.
Instintivamente, se giró. El camino de montaña serpenteante y los árboles alrededor bloqueaban la vista, impidiendo ver lo que sucedía.
No pasó mucho tiempo antes de que Adelina, la amiga de Fátima, viniera corriendo apresuradamente: -Sr. Junco, Fátima se torció el tobillo.