Capítulo 140
Él originalmente no sentía nada especial por las lluvias de meteoros.
Pero al ver a su Dafne tan emocionada, deseando frente a la lluvia de estrellas, de repente sintió que aquellas estrellas fugaces brillaban con un esplendor especial.
Después de pedir su deseo, Dafne abrió los ojos y miró hacia Agustín. Sus ojos, claros y brillantes como los de un ciervo joven, destellaban con alegría.
-Agus, ¿por qué no pides un deseo?
La temperatura nocturna era baja, y la punta de la nariz y los lóbulos de las orejas de Dafne estaban enrojecidos.
Agustín no pudo evitar extender la mano y pellizçar suavemente el lóbulo de la oreja de Dafne, con una sonrisa en el rostro-: Mi deseo ya se ha cumplido.
Él solo tenía un deseo.
Que era tenerla a su lado siempre, ser solo dos en toda la vida.
Dafne no comprendió, parpadeó con sus pestañas y preguntó-: ¿Qué deseo?
Agustín apartó un mechón de cabello del rostro de Dafne, dejando que cayera suavemente detrás de su oreja, y una sonrisa se dibujó en sus labios-: Mi deseo es estar contigo.
Los ojos del hombre, oscuros y profundos, miraban a Dafne mientras añadía con solemnidad-: Para siempre.
El corazón de Dafne se llenó instantáneamente de dulzura, y las palabras amorosas despertaron un rubor en ella, como una flor que florece con el viento en la primavera.
Dafne bajó la cabeza tímidamente y murmuró en voz baja-: Pareces tan serio normalmente, ¿y ahora tan lleno de palabras dulces?
-Esto no son palabras dulces -la voz de Agustín era profunda y seductora, tocando las fibras del corazón-. Es la verdad.
Dafne mordió sus labios, moviendo ligeramente el pie sobre un pequeño guijarro delante de ella, sin atreverse a mirar directamente a Agustín.
-Dafi, ¿qué deseaste? -Agustín la atrajo suavemente hacia su pecho.
-No te lo diré, si lo digo no se cumplirá.
Por la noche, Dafne y Agustín compartieron una tienda de campaña.
Dentro de la espaciosa tienda, el ambiente era cálido.
Agustín depositó un beso en el cuello de Dafne-: Después de tantos años, finalmente se
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cumplió mi deseo.
Sus besos, suaves y persistentes, caían sobre su piel, acompañados de susurros entrecortados.
Dafne había venido esta noche por la lluvia de meteoros, sin imaginar que Agustín querría estar tan cerca de ella en medio de la naturaleza…
No habían traído preservativos.
¿Y si quedaba embarazada?
No estaba preparada para eso…
Además, la última vez cancelaron su ceremonia de compromiso, ahora solo eran novios, y un embarazo fuera del matrimonio no era algo que ella pudiera aceptar tan fácilmente. ¿Cómo se lo decía?
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Dafne era inexperta y nunca había tenido relaciones íntimas.
Hablar de eso la hacía sentir tímida.
Estaba nerviosa, pero de repente Agustín se detuvo.
La respiración pesada del hombre era claramente audible en la oscuridad, su voz ronca por el deseo-: La primera vez no puede ser en un lugar así. Vamos a dormir.
Dafne se quedó en silencio.
Bueno, tal vez se preocupó demasiado.
Pensó que Agustín no podría detenerse.
No esperaba que tuviera tanto autocontrol, que incluso a un paso de terminar, pudiera detenerse.
Pero ella, con el deseo despertado en su interior, parecía que ahora no podría dormir.
Agustín la abrazó y depositó un beso suave en su frente-: Buenas noches, Dafi.
Dafne se acurrucó en el abrazo de Agustín, como un gatito cariñoso-: Buenas noches, Agus.