Capítulo 146
Ella mordió sus labios y, con un tono de tristeza, dijo:
-Ya que ya has comido, voy a recoger esto.
Fátima se dirigió a la mesa para recogerla.
Antes de que Agustín regresara, Fátima había estado imaginando la escena de ambos sentados a la mesa, cenando juntos bajo la luz de las velas, con el aroma de las rosas y el vino tinto envolviendo el ambiente. ¡Todo era tan romántico! Pero ahora todo eso se había
esfumado y sentía un poco de frustración en su corazón.
Tenía que aprovechar la enfermedad y hospitalización de Dafne para hacer algo.
La mirada de Fátima se posó en el vino tinto que estaba al lado.
Agustín ya se había ido a la sala de estar, por lo que en ese momento no estaba en el comedor. Fátima sacó unas pastillas que había preparado de antemano y las introdujo en el vino.
En la sala de estar.
Agustín se quitó la chaqueta y la dejó descuidadamente sobre el sofá.
Se reclinó en el sofá, con las piernas ligeramente dobladas, frotando sus sienes con cansancio, y sacó su teléfono para enviarle un mensaje a Dafne.
“Acabo de llegar a casa, Dafi, ¿estás dormida?”
No hubo respuesta del otro lado. Viendo la hora, ya eran las once de la noche, probablemente estaría dormida.
Sintió un leve desánimo.
En ese momento, Fátima llegó con una copa de vino tinto en la mano.
-Hermano, ¿quieres un poco de vino?
A Agustín le gustaba degustar vinos, y en su casa tenía una colección de vinos finos. En el primer piso de esta villa privada había una pared entera dedicada a una bodega de vinos, donde cada botella valía miles o incluso millones de dólares.
Tenía la costumbre de beber un poco de vino para relajarse cuando estaba cansado, y Fátima lo sabía.
Fátima se acercó con la copa y se sentó a su lado, inclinándose hacia él.
El rostro de Agustín mostró desagrado, y empujó suavemente el hombro de la mujer para apartarla.
-Vete a casa, llamaré al chofer para que te lleve.
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Fátima, con los ojos llenos de lágrimas, preguntó:
-¿Qué pasa, hermano? ¿He hecho algo que te molestó?
-No vuelvas a venir -dijo el hombre fríamente-. Deja de hacerte ilusiones.
-Hermano, sé que has estado muy ocupado y cansado últimamente. Solo quería preocuparme por ti, ¿realmente quieres ser tan cruel conmigo?
-Tengo novia, no necesito tus preocupaciones.
Agustín llamó al chofer para que llevara a Fátima de regreso.
-Hermano, si no quieres que me quede, me iré. Pero al menos bebe este vino, lo compré especialmente para ti en una subasta.
Fátima le ofreció la copa..
Agustín la tomó.
Fátima lo miró con un poco de nerviosismo, esperando que bebiera.
Justo cuando acercaba la copa a sus labios, la pantalla de su teléfono se iluminó.
Agustín dejó la copa y tomó el teléfono, su rostro se iluminó de alegría.
Era un mensaje de Dafne.
“Acabo de dormirme, pero me desperté para tomar un poco de agua y volveré a dormir.”
Al recibir el mensaje, sus ojos se llenaron de ternura, como la cálida luz del sol en abril.
“Bien, descansa bien después de beber agua, iré a verte mañana.”
“No hace falta, mañana estaré muy ocupada y probablemente tenga que trabajar horas extras. Después de llegar a casa, quiero descansar temprano.”
“Entonces pasado mañana.”
Dafne suspiró, su gripe era fuerte y no sabía si se recuperaría para entonces.
Después de dudar un poco, envió otro mensaje.
“Pasado mañana también estaré ocupada. Cuando termine con todo, iré a verte. Tú también estás ocupado, cuídate.”
Fátima, sentada a un lado, observó cómo el hombre escribía mensajes, con una expresión suave y una sonrisa en los labios.
Era’obvio que estaba hablando con Dafne.
Fátima estaba tan celosa que casi se volvía loca.
Con un estruendo, la copa de vino cayó al suelo, rompiéndose en pedazos.
Agustín levantó la cabeza y sus ojos se encontraron con los de Fátima, su mirada era fría como
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el hielo.
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