Capítulo 149
Aquella tarde, Gustavo llevó a la habitación de Dafne en el hospital la computadora portátil del presidente junto con contratos, informes, y algunos planes y proyectos necesarios para los próximos días. Incluso consiguió una mesa de trabajo y una silla.
Aunque Dafne había contratado a una enfermera, Agustín aún se encargaba personalmente de cuidarla en el hospital.
Realmente no había mucho que Agustín necesitara hacer, ya que las enfermeras se encargaban de las inyecciones y los sueros, los empleados cocinaban, y la limpieza y el servicio de agua lo realizaban las asistentes.
Sin embargo, Agustín, a pesar de estar extremadamente ocupado, siempre encontraba algo que hacer.
Un día, Dafne mencionó casualmente que le preparara una sopa a Fátima, y aunque esa sopa no la había preparado él, cuando Dafne se mostró insatisfecha, Agustín prometió que al día siguiente encontraría tiempo para cocinársela él mismo.
Cuando los empleados llevaban la comida preparada, Agustín personalmente la colocaba en la mesa pequeña y alimentaba a Dafne cucharada a cucharada.
Dafne, algo divertida, comentó -No soy una niña, puedo comer sola.
-No, tienes una aguja en la mano, no es conveniente.
Después de comer, Agustín le servía agua y supervisaba que tomara sus medicinas.
Incluso si Dafne quería una fruta, Agustín se aseguraba de pelarla y cortarla para ella.
Dafne sonrió al ver la pila de documentos en su escritorio -¿No estás muy ocupado?
-Por ocupado que esté, no puedo descuidar a mi esposa.
Las asistentes, que estaban cerca, sonrieron con complicidad -Srta. Rosales, su esposo realmente la quiere.
Dafne, con el rostro sonrojado, no negó las palabras de las asistentes.
Cuando las asistentes se fueron, Agustín levantó la mirada desde su escritorio y la miró con una sonrisa en los ojos -¿Ya me reconoces como tu esposo?
Dafne le guiñó un ojo -¿No dijiste que tarde o temprano seré tu esposa? No tengo intención de escapar, y no podría aunque quisiera, así que lo admito.
El hombre sonrió -Eso suena mejor.
Con los cuidados de Agustín, Dafne se recuperó rápidamente y fue dada de alta.
Después de terminar un proyecto complicado, Agustín finalmente tuvo tiempo libre y decidió
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llevar a Dafne de viaje para relajarse.
La última vez que llevaron a Dafne a ver una lluvia de meteoros, Fátima interrumpió y no pudieron disfrutarlo al máximo. Luego, en una fiesta familiar, Dafne fue regañada por su abuela. Agustín se sintió culpable y quiso aprovechar este viaje para fortalecer su relación.
Preguntó a Dafne su opinión. Justo en ese momento, Dafne tenía algunos casos que acababan de recibir veredicto, y otros en espera para audiencia, así que tenía tres o cuatro días libres. Aceptó ir de viaje con él.
Debido al tiempo limitado de Dafne, decidieron no salir del país.
Eligieron un famoso destino turístico nacional.
Se trataba de un pueblo pintoresco ubicado al pie de una montaña nevada en el noroeste del país.
Dafne había elegido el lugar, ya que había querido visitarlo desde hace un par de años, pero siempre había estado ocupada con varias tareas.
Bruno recibió la llamada de su amigo, Romeo Lira, justo después de terminar una reunión.
-Romeo, ¿qué pasa? -dijo Bruno mientras entraba a su oficina.
Romeo respondió -Amigo, adivina a quién acabo de ver.
-¿A quién?
El tono de Romeo sonaba bastante emocionado -Vamos, adivina.
Bruno, un poco impaciente, dijo -No tengo ganas de adivinar. Estoy ocupado, si no es importante, voy a colgar.
En el pasado, Bruno y Romeo eran del mismo tipo, disfrutando de la vida sin preocupaciones, malgastando el dinero de la familia.
Después de que el Grupo García cayó en crisis, Bruno se volvió más serio y comenzó a prestar atención a los asuntos del grupo, buscando inversiones por todas partes.
Al enterarse de que Dafne era una heredera de una familia adinerada, Bruno se arrepintió profundamente de sus decisiones pasadas.
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