Capítulo 152
Agustín se mantenía pegado a ella, rodeando la cintura de Dafne con sus manos. -Dafi, te sostengo -dijo.
Dafne solo pudo responder con un silencio.
Era la primera vez que necesitaba a alguien que la sostuviera mientras se aseaba.
Tomó su vaso, lo llenó de agua y luego colocó pasta de dientes en el cepillo. Cuando viajaba, siempre llevaba sus propios utensilios de aseo y sábanas desechables.
Mientras Dafne se cepillaba los dientes, Agustín permanecía detrás de ella, abrazándola. El espejo reflejaba sus cuerpos juntos.
Dafne miró a Agustín a través del espejo. En su cuello había marcas rojizas dejadas por sus besos apasionados de la noche anterior.
Al recordar las escenas intensas de anoche, las mejillas de Dafne se sonrojaron nuevamente.
Este pequeño cambio no pasó desapercibido para los ojos de Agustín.
Él sonrió al ver a Dafne en el espejo y preguntó: -¿En qué piensas?
-No, en nada -respondió Dafne, con la mirada esquiva y un poco nerviosa.
Unos minutos después, cuando terminó de asearse, Agustín la giró para que lo enfrentara, se inclinó y olfateó ligeramente.
-Hueles delicioso, cariño.
Dafne sintió calor en su rostro por la vergüenza. -Siempre tienes un nuevo apodo para mí -dijo.
Agustín sonrió con picardía, su voz era profunda y seductora. -¿No te gusta?
Dafne, con el rostro sonrojado, bajó la mirada sin decir nada.
Agustín tragó saliva, su mirada se volvió intensa y su voz ligeramente ronca: -Te ves tan adorable cuando te sonrojas… quiero besarte.
Con su dedo índice, señaló sus labios.
-Dame un beso.
Dafne obedeció y le dio un beso suave.
-Eres muy buena, cariño -dijo Agustín, satisfecho.
Anoche había sido suficiente, así que hoy la dejaría descansar. Un beso era suficiente.
La noche anterior solo había sido dos veces, aunque cada vez duró un poco más de lo previsto, y hoy se notaba un poco incómoda. No podía ser tan intenso desde el principio, podría asustarla.
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19.07
Capitulo 152
Había tiempo de sobra.
Agustín la ayudó a caminar fuera del baño. -Ve acostumbrándote… más tarde construiremos un muñeco de nieve.
Dafne, con las mejillas aún sonrojadas, asintió ligeramente.
A pesar de haber estado juntos íntimamente la noche anterior, hablar sobre ello aún la ponía nerviosa, especialmente cuando veía la expresión significativa de Agustín. Su mente inevitablemente regresaba a las escenas de la cama de la noche pasada.
El calor se elevaba, los alientos se mezclaban, y las olas de pasión la consumían.
Las delicias locales de Villa de la Victoria eran dulces sin ser empalagosas, suaves y deliciosas. Los pequeños bocados dulces combinaban perfectamente con un sabroso desayuno.
Después de desayunar, Dafne decidió salir a jugar con la nieve y tomar fotos.
Pasó más de una hora maquillándose con esmero, dejando su cabello ligeramente rizado caer sobre sus hombros, y se puso un abrigo de plumas blanco crema.
Agustín le envolvió una bufanda color vino alrededor del cuello. -Hace frío afuera, ponte la
bufanda.
Abajo, en el patio de la casa de huéspedes, el aroma de flores de invierno llenaba el aire. En un rincón, una pareja joven construía muñecos de nieve, y sobre un muro bajo había una fila de pequeños muñecos de nieve, todos con formas distintas.
Dafne se acercó a observar y exclamó: -¡Guau, estos muñecos de nieve son tan adorables! ¿Puedo tomarme una foto con ellos?
La chica sonrió y respondió: -Claro, adelante.
Dafne sonrió ampliamente. -Gracias.
Llamó a Agustín. -Agus, ven a tomarme algunas fotos, y asegúrate de incluir a estos pequeños muñecos de nieve.
Agustín, con su cámara profesional, ajustó la configuración y apuntó hacia Dafne.
El sol brillaba con suavidad después de la nieve, y en el objetivo, la joven sonreía con el brillo de la primavera, mientras detrás de ella, una fila de pequeños muñecos de nieve parecían pequeños duendecillos encantadores.