Capítulo 153
Después de tomar las fotos, Agustín y Dafne también se pusieron a hacer un muñeco de nieve en el patio.
Dafne hizo un muñeco de nieve muy adorable, de la mitad de su altura.
Le puso una bufanda roja y un gorrito rojo, y usó un labial de tono durazno para darle un toque de rubor al muñeco.
Agustín bromeó con ella: -Esa carita sonrojada es realmente adorable, igual que tú.
Dafne sonrió y respondió: -Por supuesto, es que es mi hija.
Al terminar el muñeco de nieve, Dafne se sacudió la nieve de los guantes y mirando al muñeco dijo: -Vamos a ponerle un nombre.
-Claro -dijo Agustín con una sonrisa-, llamémoslo Dafinita, se parece a tu nombre, Dafi.
Los ojos de Dafne brillaron: -Me gusta ese nombre, se llamará Dafinita.
-Tomemos una foto familiar -dijo Agustín con una sonrisa suave.
-Claro–respondió ella tomando la cámara-, voy a buscar a alguien que nos ayude a tomarla.
Dafne se acercó a una pareja joven que también estaba haciendo un muñeco de nieve y le pidió a la chica: -Hola, ¿podrías tomar una foto para nosotros?
-Claro, pero no estoy muy familiarizada con esta cámara -contestó la chica.
Dafne se acercó para enseñarle: -Los parámetros ya están ajustados, solo tienes que presionar aquí.
-Oh, bueno.
-Gracias.
-No hay problema -la chica le susurró a Dafne-, tú y tu novio son muy atractivos, hacen una linda pareja, ¿son influencers?
Dafne negó con la cabeza, con una sonrisa-: No, pero gracias, tú también eres muy guapa.
Después de tomar la foto, Dafne y Agustín se dirigieron a un famoso lugar turístico cercano.
Era una posada de estilo antiguo, desde la ventana tallada del tercer piso se podía ver la montaña nevada a lo lejos, evocando ese verso de un poeta que hablaba de un paisaje invernal.
Los turistas que visitaban el pueblo solían tomarse fotos allí.
Hace un tiempo, el pueblo se hizo famoso en internet y Dafne había querido visitarlo. Había planeado el viaje, incluyendo esa posada, pero Bruno no quiso acompañarla.
Hay que decir que Bruno nunca fallaba en arruinar el entusiasmo de alguien.
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Capítulo 153
-¿Para qué ir a ver montañas nevadas desde una ventana? Cuando vayamos a Suiza, verás montañas mucho más bonitas.
Su entusiasmo por el viaje se desvaneció y, con el tiempo y el trabajo, se olvidó de ello.
Hasta ahora, más de dos años después, finalmente estaba allí.
Pero esta vez, estaba con Agustín.
Una ráfaga de viento frío hizo que Dafne estornudara de repente.
-¿Tienes frío? -preguntó Agustín mientras le ponía la capucha de su abrigo-. Ponte la capucha para protegerte del viento.
-Pero quiero tomar fotos más tarde, y con la capucha no salgo bien.
-Te la quitas para las fotos. Ahora hace viento, hazme caso.
-Está bien -dijo Dafne mirándolo-. ¿Tú tienes frío?
Agustín sonrió-: Con un beso se me pasará el frío.
-Entonces no tienes frío.
-Aunque no lo tenga, quiero un beso.
Dafne no podía resistirse, este hombre, que solía parecer frío, siempre encontraba la manera de ser tierno con ella.
Como ahora, parecía que no se movería hasta que le diera un beso.
Dafne sonrió, se puso de puntillas y se acercó para besarlo.
Con casi un metro noventa, Agustín era considerablemente más alto que Dafne, así que, aunque se pusiera de puntillas, no podía alcanzarlo.
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