Capítulo 155
En la posada había un fotógrafo dedicado a tomar fotos para los turistas, cobrando diez dólares por cada una.
Dafne buscó al fotógrafo para que les tomara unas fotos -Señor, use nuestra cámara, por favor-.
El fotógrafo tomó la cámara que Dafne le ofrecía y, al verla, mostró sorpresa en sus ojos -Vaya, ustedes son profesionales, ¿no? Esta cámara no es barata. Yo quise comprar una antes, pero al ver el precio me eché para atrás-.
Dafne sonrió -Es solo un hobby-.
El hombre, con una sonrisa amable, le respondió -Es la cámara de mis sueños. Les voy a tomar varias fotos con mucho gusto-.
Dafne le respondió con una sonrisa cortés -Gracias por su ayuda-.
-Vengan, pónganse en esta posición, este ángulo es el mejor, así se puede capturar la montaña nevada de fondo-, le indicó el fotógrafo mientras los situaba y les enseñaba cómo posar -Amigo, un poco más a la izquierda… sí, justo ahí. Señorita, levante un poco el mentón… perfecto, no se muevan-.
Mientras tomaba las fotos, el fotógrafo no podía dejar de admirar la calidad -¡Qué maravilla! La resolución es impresionante. Parece que realmente vale lo que cuesta. Definitivamente, voy
a ahorrar para comprarme una-.
-Ahora, cambiemos de pose para tomarles más fotos-, le sugirió el fotógrafo, levantando la cabeza de detrás de la cámara y sonriéndole a Agustín -Chico, tú y tu novia parecen estrellas de cine. Creo que estas fotos podrían estar en la portada de una revista-.
Agustín estaba de buen humor ese día, y decidió responderle al fotógrafo -Gracias-.
Su mirada se desvió hacia Bruno, quien estaba detrás del fotógrafo con una expresión seria. Agustín esbozó una sonrisa de triunfo y apretó más fuerte la mano de Dafne, sintiéndose aún más satisfecho.
Bruno, con el rostro sombrío, observaba a esa pareja feliz, sintiendo un dolor interno. No queriendo seguir torturándose, así que se dio la vuelta y bajó las escaleras.
El fotógrafo, fascinado con la cámara de sus sueños, estaba entusiasmado y les tomó muchas fotos.
Media hora después, el fotógrafo, a regañadientes, le devolvió la cámara a Agustín.
-Chico, hoy solo te cobraré por dos fotos, el resto te las regalo por dejarme usar tu cámara—.
Agustín revisó las fotos en la cámara -Nos tomó muchas fotos-.
-Déjame ver, déjame ver-, le dijo Dafne acercándose para mirar también. -Sus habilidades fotográficas son realmente buenas, mira qué bien salieron las fotos-,
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Capítulo 155
Dafne levantó la mirada hacia el fotógrafo -Señor, debemos pagarle lo que le corresponde. Sabemos que se gana la vida con esto, así que no podemos aprovecharnos de su generosidad-.
Estas palabras hicieron que el fotógrafo se sintiera un poco avergonzado. Cobrar diez dólares por foto no era barato, y rara vez alguien pagaba ese precio. No solo no usaron su cámara, sino que le proporcionaron una mejor. Aunque habían acordado diez fotos, él les tomó cuarenta o cincuenta, y cobrarles cuatrocientos o quinientos dólares sería excesivo.
Con la conciencia tranquila, el fotógrafo rápidamente le replicó -No es necesario, no es necesario. Les tomé unas cuarenta o cincuenta fotos. Si cobro diez dólares por cada una, sería mucho. Así que, como acordamos, solo les cobraré por diez fotos, así que solo tiene que
darme cien dólares-.
Agustín sacó un fajo de billetes y se lo entregó al fotógrafo.
Al recibirlo, el fotógrafo vio que le habían dado quinientos dólares y abrió los ojos con sorpresa -Señor, creo que te me dio de más, te devolveré el resto-.
-No me equivoqué-, le dijo Agustín con calma, guardando su billetera -No suelo aprovecharme de las personas-.
El hombre estaba sorprendido y encantado a la vez. Este cliente era realmente generoso, un verdadero golpe de suerte haber encontrado a alguien así ese día.
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