Capítulo 157
Agustín colocó a Dafne en la cama -Estás cansada, descansa un poco. Yo saldré a ver qué pasa-.
La puerta se abrió y Agustín frunció el ceño.
Era Bruno.
Casi se había olvidado de que Bruno también estaba en este antiguo pueblo.
Agustín acababa de ducharse, y solo tenía una toalla alrededor de la cintura. Las marcas de besos en su cuello y su clavícula eran claramente visibles.
Al ver esta escena repentinamente, las venas de Bruno se marcaron en su frente, su respiración se detuvo por un segundo, su rostro se puso pálido y sus ojos reflejaban una tormenta peligrosa.
-¿Qué le hiciste a Dafi?– Bruno apretó su puño, con las venas de su mano sobresaliendo.
Agustín soltó una ligera risa.
-Somos novios, ¿qué más podría haberle hecho?
Esa frase fue la gota que colmó el vaso.
Bruno sintió un nudo en el pecho, como si toda la sangre de su cuerpo se hubiera congelado, y su cabeza le dolía intensamente.
Había torturado su mente con la idea de que Dafne y Agustín estaban compartiendo momentos íntimos.
Pero eso era solo su imaginación.
Llegado a este momento, viendo con sus propios ojos las insinuantes marcas en el cuerpo de Agustín, Bruno sintió que por un segundo, todo se volvía negro.
Un zumbido agudo en los oídos acompañado de un dolor punzante en el corazón lo asaltaron con fuerza, haciéndolo tambalear.
En ese instante, Bruno, como una bestia descontrolada y con los ojos enrojecidos de ira, lanzó un rugido y se abalanzó hacia adelante para atacarlo.
Agustín dio un paso atrás, esquivándolo, y de inmediato golpeó con fuerza la cara de Bruno con su puño, al mismo tiempo que le propinaba una patada brutal.
Un dolor intenso se apoderó del rostro de Bruno, y su mente resonaba con un zumbido.
Retrocedió repetidamente hasta que su cuerpo chocó contra la pared del pasillo, emitiendo un fuerte sonido.
Agustín mostró una mirada de burla -Bruno, te di una oportunidad. Hace tres años, cuando Dafi se fue contigo, me convencí de que si ella era feliz, los dejaría en paz. Pero mira tú lo que
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le hiciste, mira cómo la trataste.
Bruno sentía como si un cuchillo apuñalara con furia su corazón, lo apuñalara repetidamente, tanto que apenas podía respirar.
Agustín no le dio tiempo para recuperarse y siguió cuestionándolo -Bruno, ¿qué derecho tienes para cuestionarme?
Esa pregunta fue letal.
Bruno experimentó un momento de desconcierto.
Claro.
Ahora, ¿qué derecho tenía él para reclamarle?
Fue él quien destruyó su relación con Dafne, quien la empujó hacia otra persona.
La mirada de Agustín hacia Bruno era de desprecio y burla, como si estuviera viendo a un perro abandonado.
Despreciaba a este tipo de hombres.
Que no valoran las mujeres que tienen y solo muestran sentimientos profundos por ellas cuando lo pierden.
El amor tardío es como una moneda sin valor, ¿a quién pretende engañar con esta actuación?
Después de un momento de silencio, la confusión en el rostro de Bruno desapareció, parecía haber encontrado una razón legítima para alentarse a sí mismo y seguir insistiendo.
Estiró los labios en una sonrisa, la sangre en sus labios lo hacía parecer un loco obsesivo.
-Por supuesto que tengo derecho, porque la amo. ¡Nadie la amará más que yo!
Agustín se rio con burla, levantó una ceja y le dijo con ironía -¿Amarla? Bah, hasta un perro se avergonzaría de tu amor.
Bruno intentó decirle algo más.
La voz de Dafne, llena de sorpresa y enojo, resonó detrás de Agustín.
-Bruno, ¿qué estás haciendo aquí?
Lo miraba con una furia tal que parecía estar viendo a su enemigo.
Al oír la voz de Dafne, Bruno levantó la vista.
Lo primero que vio fue el inusual rubor en el rostro de Dafne y la pasión no del todo desvanecida en sus ojos.
Más abajo, en su cuello, tenían unas marcas de besos que lo hirieron como puñales.
En ese momento, Bruno finalmente comprendió lo que era sentir un dolor desgarrador.
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Capítulo 157
Si al escuchar las palabras de Agustín aún le quedaba una pizca de esperanza, podía
engañarse pensando que solo era una mentira de Agustín para provocarlo.
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