Capítulo 158
Sin embargo, ahora, al ver con sus propios ojos las marcas en el cuerpo de Dafne y la seducción en su mirada, Bruno estaba al borde de la locura.
Percibía en el aire un tenue rastro de lujuria.
Realmente lo habían hecho.
Descubrir esto dejó a Bruno al borde del colapso.
Sentía como si le hubieran arrancado un pedazo de su corazón, dejando una herida sangrante, un dolor que lo ahogaba.
-Dafne le dijo Bruno con voz ronca y un evidente tono de llanto-, te lo ruego, no seas tan cruel conmigo, ¿cómo puedes…?
¿Cómo puedes acostarte con otro hombre?
Esas palabras eran demasiado crueles para él. Solo con pensarlas, su corazón se llenaba de un dolor insoportable, no podía ni siquiera decirlas.
Fue en ese momento que Bruno finalmente comprendió cuán profunda era su obsesión por Dafne, cuán fuerte era su deseo de posesión con ella.
En sus más de veinte años, Bruno nunca se había sentido tan desolado y desesperado como
ahora.
Una lágrima resbaló por su mejilla, mientras sentía que su tristeza lo rompía en pedazos.
El viento invernal soplaba con un frío que calaba hasta los huesos.
Bruno permanecía de pie, soportando el frío viento, mirando a Dafne con un dolor inmenso en sus ojos, como si en cualquier momento fuera a desaparecer con el viento.
Dafne mantenía la mandíbula apretada, su rostro era frío y sus ojos ardían con furia -Bruno, aceptamos separarnos pacíficamente, y te dejé mantener tu dignidad, pero si sigues acosándome así, no me culpes cuando tome represalias contigo.
Los ojos de Bruno brillaban, llenos de lágrimas. El lugar donde Agustín lo había golpeado estaba enrojecido.
-No la voz de Bruno se quebraba-. Dafne, realmente lo siento, te lo ruego, vuelve, por favor… te lo ruego, Dafne…
Bruno se había vuelto tan humilde que parecía demasiado humillante y patético.
Ya no le importaba su orgullo, en ese momento le suplicaba a Dafne con voz llorosa, como si fuera un niño.
Dafne, al verlo así, suspiró sin poder evitarlo.
Se frotó las sienes, diciéndole con cansancio -Bruno, ¿de qué sirve todo esto? Estoy realmente
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cansada de ti, déjame en paz.
Los ojos de Bruno estaban enrojecidos, y su voz se quebraba -Lo siento, Dafne, no puedo olvidarte.
Dafne frunció ligeramente el ceño, sin decir más nada, solo lo miró fríamente antes de intentar cerrar la puerta.
Bruno se asustó y de repente extendió la mano para detenerla.
Su mano se quedó atrapada en la puerta.
Dafne, al no darse cuenta, cerró la puerta con algo de fuerza, atrapando la mano de Bruno, quien soltó un jadeo de dolor.
Una chispa de sorpresa cruzó por los ojos de Dafne, pero rápidamente volvió a poner su expresión indiferente -Bruno, vete de aquí.
Dicho esto, Dafne intentó cerrar la puerta de nuevo.
Agustín extendió la mano para apartar la de Bruno, evitando que volviera a detener la puerta.
La puerta se cerró.
El pasillo volvió a quedar en silencio.
Afuera.
Bruno cerró los ojos, con un fuerte dolor en su corazón.
Sus lágrimas caían en silencio.
Esa noche fue una pesadilla aterradora para él.
Desde entonces, esa noche se convirtió en su tormento, impidiéndole encontrar la paz.
Bruno se quedó de pie en el mismo lugar por mucho, mucho tiempo.
Hasta que las luces de la casa se apagaron.
Hasta que la bulliciosa noche se tornó tan silenciosa que no se escuchaba nada más que el viento soplar.
Bruno, con su cuerpo entumecido, caminó como un zombi hasta el ascensor.
Era una noche helada.
Afuera, la nieve caía en abundancia.
Bruno solo llevaba una camisa ligera.
Como un alma en pena, caminaba solo por la tormenta de nieve, sin dirección, sin destino.
Sentía que en su corazón se había abierto un gran agujero, por donde el viento frío soplaba sin
cesar.
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Capitulo 158
El viento gélido del exterior no era nada comparado con el frío que sentía en su corazón.
Bruno sintió que esa noche, toda la nieve del mundo caía sobre su corazón.
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