Capítulo 169
Dafne salió del hospital y se fue directamente a la oficina de abogados para trabajar horas extra, organizando los documentos del caso de Marcelo. Planeaba llevarlo a la oficina de seguridad social el lunes para que le reconocieran su accidente laboral.
Después de una tarde ocupada, se le olvidó que le había prometido a Agustín que lo vería esa
noche.
Cuando Agustín la llamó, Dafne todavía estaba revisando los documentos del caso.
-Dafi, ¿dónde estás? Voy a buscarte.
-¿Ah? -Dafne reaccionó, como si despertara de un sueño-. Oh, lo siento, me olvidé decirte, estoy trabajando horas extra en la oficina.
-¿Horas extra? -le dijo Agustín, sorprendido. ¿No ibas a ir de compras con Penélope y las
demás?
Dafne sostuvo el teléfono entre su hombro y su cabeza mientras seguía escribiendo en el teclado-. No, de repente me cayó un caso urgente y tuve que regresar a trabajar.
-¿Ya comiste? -le preguntó Agustín.
-Aún no.
-Voy a buscarte para cenar. El trabajo puede esperar hasta mañana, ya es bastante tarde.
Dafne miró la hora en su computadora-. Está bien, estoy en la oficina, ven directamente.
-Bien, espérame unos veinte minutos.
-Ok.
Después de colgar, Dafne se recostó en la silla de la oficina, mirando absorta los documentos del caso en la computadora.
El caso de Marcelo no era complicado, había una gran probabilidad de ganar.
Pero conociendo la actitud de su empleador, seguramente no querrían pagar la compensación tan fácilmente.
El caso era una disputa laboral, y el primer paso era ir a arbitraje laboral.
Si la empresa no estaba de acuerdo con el veredicto, podrían ir a juicio.
El proceso judicial era engorroso y largo, y aunque el resultado probablemente sería favorable, Marcelo no podía esperar tanto.
Él necesitaba el dinero para su tratamiento, y Yolanda también lo necesitaba.
Hoy ella había cubierto algunos gastos médicos, pero aún no era suficiente.
Viendo la situación actual de los hermanos, estaban teniendo problemas incluso para cubrir
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sus necesidades básicas.
Se frotó las sienes y llamó al responsable de una fundación benéfica.
Donó un millón de dólares a la fundación, pidiendo que se enfocaran en ayudar a los dos hermanos.
Luego le transfirió dinero a Inés, pidiéndole que contratara a una persona para cocinar, encargándose de las comidas diarias de los dos hermanos.
Inés, emocionada, llamó de vuelta.
-¡Veinte mil! ¡Eso son doscientos mil dólares, Srta. Rosales! ¡No son dos mil, son veinte mil! -exclamó Inés. ¿Para qué tanto dinero para contratar a alguien que cocine?
Dafne le respondió con calma-. De ese dinero deben salir las comidas diarias y el salario de quien cocine, además de los gastos médicos que ya he cubierto. El resto puedes usarlo para comprarles ropa, zapatos y artículos de uso diario. En fin, te dejo a cargo de todo eso.
Inés se emocionó, a punto de llorar-. ¡Srta. Rosales, usted es tan generosa! De verdad, le agradecemos mucho, ¡es como una santa para nosotros!
Dafne sintió un nudo en el corazón y suspiró-. Esto es lo mínimo que puedo hacer.
Inés le respondió rápidamente. ¡Es más que suficiente, Srta. Rosales, ya ha hecho mucho!
-Espero que les sirva de ayuda…
Mientras tanto, Agustín iba camino a la oficina.
Había conducido solo cinco minutos cuando recibió una llamada del encargado de la base.
-¡Señor, le pasó algo a Tania!
Agustín frunció el ceño, su tono de voz se volvió frío-. ¿Qué pasó?
Dafne terminó de organizar los documentos y apagó la computadora. Ya eran las ocho y media de la noche cuando bajó.
Estuvo esperando un rato abajo cuando sonó el teléfono de Agustín.
Dafne le contestó.
-¿Dónde estás?
-Lo siento, Dafi, esta noche no podré ir a buscarte, tengo un asunto urgente que atender.
Dafne le preguntó-. ¿Qué pasó?
-Es complicado de explicártelo ahora. Te lo contaré cuando haya resuelto todo y pueda verte.
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Capitulo 169
-Está bien.
Colgó y se dirigió al estacionamiento subterráneo para tomar su coche.
A esa hora todavía no había cenado, y tenía mucha hambre.