Capítulo 174
Justo al bajar del coche, el conductor, con una reverencia, le dijo: -Señor, Samuel acaba de llamarlo diciendo que tiene un asunto urgente que contarle, pero no pudo comunicarse con
usted.
Agustín guardó la dulzura en sus ojos y colgó su llamada con Dafne.
Apenas colgó, la llamada de Samuel entró de inmediato.
Agustín le contestó con frialdad -¿Qué sucede?
La voz de Samuel transmitía tensión y temblor -Señor, pasó algo terrible. Nos informaron que el padre de Tania se ha suicidado en el hospital saltando desde un piso alto. Estoy seguro que esto no es una coincidencia… También los que enviamos a investigar sobre la madre de Raúl informaron que… que…
Agustín entrecerró los ojos, su tono se volvió gélido -¿Qué dijeron?
-Dijeron que la madre de Raúl se intoxicó con monóxido de carbono al quemar carbón en su casa para calentarse…
Los ojos de Agustín destellaron con severidad -¿Se pudo salvar?
Con voz temblorosa, Samuel le respondió -Cuando llegaron, ya no tenía pulso.
La mirada de Agustín se tornó helada como el hielo -Samuel, tienes cinco días para investigar
a fondo este asunto. Sabes las consecuencias si no lo haces.
Samuel, temblando, le respondió -Sí…
A la mañana siguiente.
Dafne fue despertada por golpes en la puerta.
Al principio, el sonido de los golpes apareció en los sueños de Dafne por un buen rato.
Dafne comenzó a recuperar la conciencia, despertándose del sueño, y los golpes se volvieron más claros, realmente alguien estaba tocando la puerta.
¿Quién podría ser tan temprano?
La noche anterior, Dafne había estado preocupada, se durmió tarde y aún no había dormido lo suficiente cuando fue despertada bruscamente, algo que, a pesar de no tener usualmente mal humor al levantarse, logró irritarla.
Se levantó de la cama, se puso apresuradamente unas pantuflas y salió del dormitorio para abrir la puerta.
Abrió la puerta bostezando, y perezosamente preguntó -¿Quién es?
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Se frotó los ojos adormilados y vio la cara molesta de Bruno frente a ella.
Bruno sostenía una bolsa con comida, sonriendo -Dafne, te traje el desayuno. Recuerda que tienes que comer algo por tu hipoglucemia.
-¡Estás loco! -Dafne, ahora completamente despierta, lo insultó sin reparo.
Bruno no se inmutó, y levantó la bolsa -Te traje tu desayuno favorito, empanadas y pastel de almendra.
-¡Pum!
Dafne cerró la puerta de golpe, quitándose la desagradable cara de Bruno de su vista.
Bruno se quedó pasmado un instante, con una sonrisa congelada.
Desde afuera, Bruno golpeó la puerta y le gritó -¡Dafne, ábreme! ¡Puedes enojarte conmigo, no soportarme, pero no te quedes sin desayunar! ¡Por favor, toma mi desayuno.
Dafne estaba furiosa.
Este hombre era demasiado insoportable.
Le gritó -¡Bruno, lárgate ya! ¡Si sigues molestándome, llamaré a la policía!
Los toques en la puerta cesaron.
Un momento después, Bruno le dijo -Dejaré el desayuno en tu puerta, no te olvides de comerlo. Dafne rodó los ojos y regresó a su cuarto para volverse a dormir.
Con la mente llena de preocupaciones, volver a dormir era difícil.
Se revolvió en la cama por un rato, incapaz de conciliar el sueño, suspiró y, frustrada, se levantó para ir al baño a cepillarse los dientes.
Mientras tanto.
El Maybach negro de Agustín se detuvo frente a la Villa Serena.
Después de lo que pasó noche anterior, en un momento tan delicado, Agustín decidió no llamar la atención, cambiando a un Maybach más discreto.
Salió del auto, seguido por guardaespaldas vestidos de negro.
Al llegar al edificio donde vivía Dafne, Agustín les ordenó con voz tranquila -Espérenme aquí.
El guardaespaldas asintió, de manera respetuosa —Sí.
Agustin llegó a la puerta de Dafne y tocó.
No le respondieron.
Pacientemente, tocó de nuevo.
Captulo
-¡Bruno, ya basta! ¡De verdad voy a llamar a la policía! -gritó Dafne al abrir la puerta, levantando la voz enojada.
Agustín se quedó inmóvil.
Sus miradas se encontraron.
Agustín, con su mirada profunda, mostró confusión en su rostro -¿Bruno?
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