Capítulo 181
Agustín estaba tenso y la mirada baja, sin mostrar emoción alguna en sus ojos.
No decía una palabra, y nadie podía adivinar en qué pensaba.
Después de un momento de silencio, Miguel le habló con seriedad: -Agustín, recuerda, no puedes permitir que algo así vuelva a suceder. Eres el único heredero de la familia, no puedes sacrificar tu vida por una mujer, ¿me entiendes?
Agustín apretó las manos a los lados de su cuerpo, con una mirada oscura y le respondió con
seriedad: -Entiendo.
El anciano se giró hacia Carlos y le dijo: -De ahora en adelante, mientras Agustín no infrinja las normas de la familia, ni cruce la línea de la ley, no debes interferir en sus acciones.
Carlos estaba molesto.
Aunque todavía estaba lleno de energía, el poder y los negocios de la familia habían pasado directamente de las manos de su padre a su hijo Agustín, pasando por alto su capacidad.
Aunque estaba molesto, no se atrevía a expresar ninguna objeción frente a su padre.
Además, el origen de los problemas era su hijo ilegítimo. Si hubiera tenido control sobre sí mismo en el pasado, no habría ocurrido todo esto.
No tenía derecho a reclamar nada, por mucho que le enfureciera y le inquietara, solo podía aceptar el regaño.
Carlos se consolaba pensando que, al menos, el que tenía el poder era su propio hijo, y no un
extraño.
Le respondió: -Entendido.
Llegó la temporada de frío a la ciudad.
La temperatura cayó abruptamente por debajo de cero, y Silvania recibió la primera nevada del invierno.
En invierno, oscurecía temprano y cuando Dafne salió del bufete, ya era completamente de
noche.
La nevada caía suavemente, y bajo la luz de los neones, todo se veía más romántico.
Dafne se detuvo al borde de la calle, extendió la mano y dejó que unos cuantos copos de nieve
se posara en ella.
El viento del norte era helado, así que Dafne se ajustó la bufanda mientras el vapor de su aliento formaba nubes blancas en el aire frío.
El Maybach de Agustín estaba estacionado al borde de la acera.
טו
20:04
Capítulo 181
Dafne comenzó a caminar hacia él.
Agustín ya había salido del coche y caminaba rápidamente hacia ella.
Habían acordado que ese día irían juntos al hospital a visitar a Yolanda.
Al cerrar la puerta del coche, el viento gélido quedó aislado.
Agustín rodeó a Dafne con un brazo mientras se sentaban en el asiento trasero. Tomó sus manos frías con las suyas para calentarlas.
Las manos de Dafne estaban heladas.
Agustín miró hacia abajo con preocupación: -¿Por qué no llevas guantes? Tus manos están rojas del frío.
Dafne se sonó la nariz: -Solo eran unos pocos pasos.
-Aun así, no está bien que hagas eso le dijo Agustín, frotando sus manos-. La próxima vez, recuerda ponértelos.
Dafne asintió con la cabeza.
En la habitación del hospital.
Cuando Dafne empujó la puerta, Yolanda estaba en la cama mirando la nieve caer por la ventana, perdida en sus pensamientos.
La niña estaba abstraída, sin notar la llegada de Dafne y Agustín.
-Yolanda, vine a verte le dijo Dafne, poniendo sus cosas en la mesita y llamando la atención
de Yolanda.
Yolanda volvió en sí, y al ver a Agustín, sus ojos reflejaron asombro y curiosidad.
Dafne sonrió y le presentó: -Yolanda, él es mi novio, Agustín.
Yolanda lo saludó con una voz clara: -Hola, Agustín.
Recordando las instrucciones de Dafne de sonreír y ser amable para no asustar a la chica, Agustín suavizó su tono de voz y esbozó una cálida sonrisa: -Hola.
La joven apretó los labios, ligeramente avergonzada, desviando la mirada.
Dafne se acercó y se sentó al lado de Yolanda.
La joven se veía cada vez más pálida y agotada, con ojos hundidos y una delgadez que preocupaba.
Dafne sintió un nudo en la garganta de tanto dolor.
Conteniendo sus emociones, sacó de la bolsa un gorro esponjoso de color blanco y le sonrió
con ternura: -Yolanda, te traje un regalo, ¿te gusta?
Los ojos de la joven brillaron y sonrió dulcemente: -¡Me encanta! Gracias, Dafi.
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Capitulo 181
En los últimos días, las dos se habían hecho buenas amigas.
Yolanda ya no llamaba a Dafne de manera formal, sino que cariñosamente la llamaba Dafi.
Yolanda tomó el sombrero, se quitó inmediatamente el que llevaba puesto y, con una mirada llena de expectativa, le preguntó a Dafne -¿Me queda bien, Dafi?–