Capítulo 2
“Bruno, en estos años he salido con varios hombres, pero siempre nos hemos separado al poco tiempo. Sentía que faltaba algo en esas relaciones, y luego me di cuenta de que siempre te he amado a ti.”
“No me atreví a volver a Aguamar antes porque temía que aún me odiabas, que no querías verme, que encontraste a otra mujer y que ya no me amabas.”
“Fue mi error, Bruno. ¿Puedes perdonarme?”
Dafne miraba en silencio, sintiéndose abatida.
Estaba a punto de cerrar la ventana de conversación y alejarse cuando vio que Bruno le respondió.
“Macarena, solo quiero preguntarte una cosa, ¿todavía me amas?”
Él tenía su WhatsApp abierto en su computadora, pero le respondía con el móvil incluso mientras se bañaba.
El corazón de Dafne tembló ligeramente.
Bruno estaba siempre muy ocupado con su trabajo y a menudo no tenía tiempo para responderle a ella.
Ya se había acostumbrado a no molestarlo y casi no le enviaba mensajes para no interrumpirlo.
Pero a Macarena le contestaba incluso estando en la ducha.
Ya todo estaba clarísimo para ella.
Macarena le respondió casi al instante.
“Te amo, solo te amo a ti.”
“Está bien, iré a buscarte.”
En ese momento, Dafne sintió que sus tres años de relación eran una farsa.
Cerró la ventana de conversación en silencio, dejó el ratón en su lugar, como si nada hubiera pasado.
Se dirigió a la cocina y se sirvió un tazón de una sopa, tomando cucharada tras cucharada.
Bruno tenía problemas de estómago, y esa sopa la había aprendido a preparar especialmente para él, cocinando calabaza, cebada y frijoles rojos en agua hirviendo, añadiendo mijo a fuego lento, y al final, un poco de ñame fresco en trozos pequeños.
Aunque la sopa requería tiempo y esfuerzo, ella se la estuvo haciendo durante dos años solo porque él le había dicho que le gustaba.
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Después de acabar la sopa, Bruno bajó las escaleras.
Ya se había duchado, secado el cabello y se había puesto ropa limpia y fresca.
-¿Adónde fuiste? No te vi al llegar.
Dafne le respondió con calma: -Salí a dar un paseo.
Bruno se dirigió hacia la puerta. -Tengo que salir un momento. Si luego tienes sueño, ve a dormir, no me esperes.
Dafne bajó la mirada y le respondió con un suave – Vale.
-¿Vas a volver esta noche? -le preguntó Dafne.
Bruno se detuvo un momento mientras se ponía los zapatos, guardó silencio por unos segundos y luego le respondió: -Hay un asunto urgente en la empresa. Si se hace muy tarde después de resolverlo, probablemente no regrese.
-Está bien. -Ella no discutió ni se quejó.
Dafne siempre había sido muy considerada.
Bruno no pensó mucho más, se puso los zapatos y salió sin mirar atrás, con una prisa
evidente.
Dafne subió las escaleras y abrió la puerta del dormitorio de Bruno. La sopa al lado de la computadora estaba intacta.
A través de WhatsApp, su prometido, Agustín Junco, le había enviado un mensaje.
Agustín: “Dafi, ¿cuándo planeas volver a Silvania?”
Para Dafne, Agustín era como un hermano mayor y vecino que la trataba muy bien. Cuando él la llamaba “Dafi“, no lo sentía como un apodo entre prometidos, sino más bien como el de un
hermano hacia su hermana.
“Cuando termine de arreglar las cosas aquí.”
Agustín: “Bien, si necesitas ayuda, házmelo saber.”
“Gracias, Agus.”
Agustín: “Descansa temprano, buenas noches.”
Esa noche, Bruno no regresó, como se esperaba.
A la mañana siguiente, Dafne fue despertada por el sonido del teléfono.
-¿Hola?
-¡Dafne, pasado mañana es mi cumpleaños! ¡No olvides venir a mi fiesta!
Dafne miró el teléfono, aún somnolienta, y vio el nombre en la pantalla.
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Capítulo 2
Era Yasmin Sagel, una amiga del círculo social de Bruno, con quien tenía una buena relación.
-Claro, mándame la ubicación.
Colgó, se levantó y se preparó para salir a comprarle un regalo para Yasmín.
Compró un collar de la última colección de una marca reconocida, perfecto para el estilo de Yasmín.
En el cumpleaños de Yasmín, Dafne llegó temprano.
-Feliz cumpleaños, Yasmín. -le dijo, entregándole el regalo.
Yasmín lo recibió con gratitud.
Mientras conversaban, Bruno llegó, acompañado de una mujer desconocida.
Al cruzar miradas en ese instante, Bruno se quedó paralizado -Dafne, ¿qué haces aquí?–
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