Capítulo 205
Al otro lado de la calle, al borde de la acera.
La ventana de un Aston Martin negro estaba medio abierta.
En el asiento trasero, Tristán Farías tenía una mirada que brillaba con un destello juguetón. Curvó los labios y le dijo -¿Esa es la mujer de Agustín?
A su lado, Valentín García le respondió -Sí, Tristán.
Tristán sonrió ligeramente -Parece que tiene mucha suerte.
-Los dos hombres que la acompañan deben ser los guardaespaldas que Agustín le buscó.
Tristán le dijo con un tono de voz significativo -Es realmente hermosa, no me sorprende que Agustín la valore tanto.
Valentín se rio -Esa mujer es la única debilidad de Agustín.
-Jaja -Tristán retiró la mirada, sus ojos oscuros revelaban emociones complejas-. Agustín arruinó mi negocio, de alguna manera debería darle un regalo de bienvenida.
El proyecto de Aquilinia le había costado un esfuerzo enorme y una suma considerable de dinero, pero en el momento clave, Agustín se lo arruinó, causándole pérdidas significativas a
su empresa.
Definitivamente tenía que vengarse de él.
Dafne, voy a ver si siempre vas a tener tanta suerte.
En la comisaría.
Dafne hizo una llamada, y en menos de cinco minutos, el oficial a cargo del caso recibió una llamada de su superior.
Después de colgar, el oficial miró a Dafne con una nueva expresión y un tono de voz mucho más cortés -Srta. Rosales, acabamos de recibir su denuncia. Hemos abierto una investigación formal por intento de homicidio. Ahora puede retirarse, le informaremos de cualquier avance.
Dafne asintió levemente -Gracias.
Al salir de la comisaría, Dafne recibió una llamada de un número desconocido.
La voz de esa persona no era amistosa -Escuché que tomaste el caso de Marcelo, ¿vas a ir contra nuestra empresa?
Dafne frunció el ceño -Sí.
-¿Eres la Srta. Rosales, verdad? ¿Podrías venir a mi oficina para que hablemos?
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Capitulo 205
El hombre le hablaba con un tono voz lleno de desprecio y arrogancia.
-¿Quién eres?
El hombre se rio -Yo soy el antiguo jefe de Marcelo, Álvaro.
Dafne reconoció su nombre.
Para el arbitraje laboral necesitaba la información de registro de la empresa, y legal de la antigua empresa de Marcelo se llamaba Álvaro.
Dafne le preguntó con calma -¿De qué quieres hablar conmigo?
el representante
-Vamos a hablar para llegar a un acuerdo. Si podemos resolverlo entre nosotros, no hace falta
ir a un tribunal de arbitraje laboral, eso sería una pérdida de tiempo para todos.
-Está bien, dame una dirección.
Álvaro le dio una dirección.
Era un club de negocios, a unos diez kilómetros de distancia.
Después de colgar, Dafne se quedó pensativa.
La situación no parecía buena, así que no podía bajar la guardia.
El hombre la había invitado a su terreno, diciendo que era para negociar un acuerdo, ¿pero quién sabe qué truco tenía bajo la manga?
Dafne llamó a sus dos guardaespaldas.
Ambos le respondieron al unísono -Señora, ¿qué necesita?
-Vengan conmigo a un lugar, me temo que las personas allí intenten hacerme algo.
-Entendido.
…
En una sala privada del club.
Un hombre delgado, con una chaqueta de cuero negro y un corte de cabello al estilo militar, estaba sentado en el sofá, disfrutando de una copa de licor.
A ambos lados estaban cuatro de sus subordinados.
Álvaro tenía una mirada fría -Cuando esa mujer entre, denle una buena paliza, si les causa problemas, alguien más se hará cargo.
Los subordinados le respondieron -De acuerdo, jefe.
Dafne, vestida con un traje gris claro y tacones negros, llegó a la puerta de la sala privada.
Sus guardaespaldas abrieron la puerta para ella.
Antes de que Dafne pudiera entrar, las personas de adentro corrieron hacia ella. Eran cuatro
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hombres, cada uno armado con un tubo.
Dafne reaccionó rápidamente, retrocediendo unos pasos. Sus guardaespaldas, con ojos agudos y habilidades excepcionales, se enfrentaron a ellos con golpes certeros.
Los gritos de dolor resonaron por doquier.
En cuestión de segundos, los guardaespaldas de Dafne inutilizaron a los cuatro secuaces de Álvaro.
Dafne levantó la mirada hacia la sala, encontrándose con los aterrorizados ojos de Álvaro. Curvó los labios en una sonrisa fría y le dijo -¿Así es como planeas negociar un acuerdo conmigo?
Álvaro había sido golpeado por los guardaespaldas hasta quedar con la cara hinchada como un cerdo.
Dafne, con los brazos cruzados, se plantó frente a él. Sus ojos fríos destilaban un peligro inminente -¿Fuiste tú quien envió a esa persona para empujarme en la calle?–
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