Capítulo 206
Ser abogado es una profesión de alto riesgo, no es raro que los clientes busquen vengarse de su abogado cuando pierden un caso. Un ejemplo reciente fue el caso del abogado Víctor, quien fue acuchillado por un cliente y casi pierde la vida.
Álvaro estaba de rodillas, suplicando -Por favor, señorita, perdóname. Realmente me
equivoqué, no me atreveré a hacerlo de nuevo.
Dafne frunció el ceño -¿Fue alguien enviado por ti quien me empujó a la carretera?
-¿Empujarte? -Álvaro parecía confuso- No sé de qué estás hablando, es la primera vez que
te veo.
¿No fue él?
¿Entonces quién fue?
Dafne meditaba mientras fruncía el ceño.
¿Podría haber sido Macarena?
Rápidamente, Dafne descartó la idea. Aunque Macarena era astuta y no le agradaba, no parecía ser tan malvada como para intentar matarla.
Entonces, ¿quién podría ser?
Dafne pensó por un momento.
De repente, un nombre le vino a la mente.
Tristán.
Agustín le había mencionado la historia entre Tristán y la familia Junco, advirtiéndole que Tristán podría hacerle daño a ella para vengarse de él.
Pensando en esto, Dafne levantó la vista hacia el hombre frente a ella, lleno de moretones y heridas -¿Tu jefe es Tristán?
El hombre negó con la cabeza -No lo conozco, señorita, te lo ruego, déjame ir. No lo haré de nuevo, hoy mismo volveré y compensaré a Marcelo, por favor, déjame ir.
Dafne le preguntó fríamente -Si no eres un peón de Tristán, ¿por qué me citaste aquí y trajiste a tantos matones? Eres solo un pequeño empresario, alguien debe haberte mandado a hacer esto. Dime quién es y te dejaré ir.
Álvaro no pudo evitar estremecerse.
Su jefe tenía conexiones en todos lados y era respetado como un gran jefe. La fábrica realmente pertenecía a su jefe, él era solo un representante legal, sin ningún poder real.
No se atrevía a delatar a su jefe. Al pensar en los crueles métodos de este, un sudor frío recorría el cuerpo de Álvaro.
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Álvaro tragó saliva y le respondió -No hay nadie detrás de mí, solo pensé que podrías asustarte porque eres una jovencita.
Dafne entrecerró los ojos, evaluando la veracidad de sus palabras.
Álvaro se sentía incómodo bajo su mirada, temiendo que Dafne le ordenara a los guardaespaldas golpearlo nuevamente.
-Señorita, te lo suplico, déjame ir.
Dafne sonrió sin humor -No creo que un pequeño empresario tenga el valor de contratar
matones para golpear a una abogada en pleno día. Si no quieres hablar, tendré que llamar a la policía.
Álvaro suspiró aliviado.
No le preocupaba que llamara a la policía, las conexiones de su jefe llegaban hasta dentro de la comisaría.
En la oficina del presidente del Grupo Junco.
Agustín recibió una llamada de los guardaespaldas, y su rostro se oscureció. En un solo día, Dafne había estado en peligro dos veces y casi se había metido en problemas.
Agustín sintió un escalofrío en su corazón, colgó el teléfono, tomó su abrigo y salió.
Gustavo lo siguió apresuradamente -¿A dónde vas, presidente? ¡Hay una reunión en diez minutos! ¡Eh, presidente!
En la Villa de la Paz.
La ama de llaves Elena había preparado una mesa llena de los platos favoritos de Dafne.
Elena sonrió -Dafi, has trabajado duro hoy, ven a cenar.
Dafne tomó los cubiertos, pero no tenía apetito.
Aún estaba pensando en ese escalofriante momento que vivió en la carretera.
Fue la primera vez que estuvo tan cerca de morir.
Por poco, no habría visto el amanecer del día siguiente.
Mientras estaba distraída, Agustín llegó.
-Dafi, ¿estás bien? -le preguntó Agustín con el rostro lleno de preocupación mientras se acercaba rápidamente, colocando sus manos sobre los hombros de Dafne para examinarla detenidamente.
Dafne volvió en sí -Agus, estoy bien.
Agustín envolvió a Dafne en un fuerte abrazo.
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Capitulo 206
Por poco la pierde.
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