Capítulo 208
Mauro pensó un momento y le preguntó con cautela: -¿Es la Srta. Tania?
Tristán aspiró su cigarrillo y exhaló el humo lentamente, dejando que el humo lo envolviera.
-Creo que no se llama así. La noche que llegamos a Silvania, Ernesto nos presentó a una chica menuda, con cabello largo y negro, ojos grandes, que decía ser mayor de edad desde hace poco, y era estudiante.
Con esa descripción, Mauro recordó a quién se refería.
La noche que aterrizaron en Silvania, Ernesto organizó una cena de bienvenida. Para complacer a Tristán, escogió a varias jóvenes muy atractivas, entre ellas la que Tristán mencionó.
Esa noche, Tristán eligió a dos chicas para que lo acompañaran, y después de beber, las llevó al hotel para divertirse. La chica de cabello largo y negro fue la que quedó sin elegir.
Sin embargo, parecía que Tristán también se había fijado en ella. Aunque no la invitó a acompañarlo esa noche, fue generoso con ella y le regaló veinte mil dólares en efectivo, diciendo que era para ayudarla a pagar la matrícula de su universidad.
Las chicas que iban a esos lugares solían estar allí para vender algo más que su compañía.
Todos sabían que esos veinte mil eran para comprar su virginidad.
Además, Tristán le regaló un apartamento cerca de su universidad.
Mauro había estado con Tristán por mucho tiempo y lo conocía bien. Tristán siempre había sido un hombre de espíritu libre y mujeriego, manteniendo a más de una docena de mujeres. Algunas, como Viola, habían estado a su lado casi dos años, mientras que otras solo compartieron un par de encuentros con él.
Recordando algo, Mauro dudó antes de hablar: -Tristán, hace una hora la Srta. Jiménez llamó para decirle que había preparado la cena y te esperaba. Acordaste cenar con ella.
Viola había estado con Tristán por mucho tiempo, y Mauro pensó que ella era diferente a las otras mujeres, así que sintió la necesidad de recordarle la promesa que le había hecho a la
Srta. Jiménez.
Tristán soltó una risa sarcástica, con una indiferencia en sus ojos: -Pues ya no quiero ir.
-De acuerdo.
Mauro no dijo más y arrancó el coche en silencio.
…
Viola había estado ocupada toda la noche, preparando con esmero un filete, adornando la mesa con rosas y vino tinto, y maquillándose por completo.
En el lujoso comedor de la villa, todo estaba en silencio. Viola llevaba un vestido largo de seda
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Capitulo 208
y medias negras que resaltaban su figura, exudando una gran sensualidad.
Sentada a la mesa, movía suavemente su copa de vino, sus ojos estaban llenos de expectativa y embeleso.
El reloj en la pared marcaba cada segundo que pasaba.
Con cada minuto, la expectativa en los ojos de Viola se convertía en decepción. Se contuvo, pero al final no pudo evitar tomar el teléfono y hacer una llamada.
El teléfono sonó por mucho tiempo antes de que lo atendieran.
-Tristán, ¿estás ocupado? -le preguntó Viola con cautela.
A través del teléfono, se escuchó la voz de una mujer gimiendo.
El corazón de Viola se sintió como si hubiera sido apuñalado, sangrando y dolido intensamente.
Apretó su teléfono con fuerza, sus nudillos se le sobresalieron, y sus lágrimas comenzaron a fluir instantáneamente.
-¿Lo oíste? Estoy ocupado, querida, esta noche no podré ir a cenar contigo -le dijo Tristán con una voz algo ronca, con un toque áspero.
Viola mordió su labio, sin poder detener sus lágrimas.
Tristán no colgó, simplemente arrojó el teléfono a la cama, y los gemidos y susurros viajaron a través del teléfono hasta los oídos de Viola.
Ella los escuchaba, como si se estuviera torturando, aquellos sonidos que se convertían en instrumentos de tortura, dejándola herida y sin aliento de tanto dolor.
Pensó que ella era especial para Tristán, siendo la mujer que había estado más tiempo con él, y que él solo la había llevado a ella en este viaje de regreso a casa. Pero resultó que su supuesto estatus era solo una farsa.
Los gemidos de la otra mujer aumentaron en intensidad, pasando de una timidez inicial a un desenfreno total. Viola no pudo soportarlo más y lanzó el teléfono con fuerza contra la pared.
