Capítulo 218
Dafne se secó las lágrimas, se levantó de la cama, arregló su cabello y ropa, y se dirigió a la puerta para abrirla.
-Señorita, ahora no tengo apetito, coma usted.
La empleada doméstica vio los ojos enrojecidos e hinchados de Dafne y su expresión cambió -Srta. Rosales, ¿pasó algo?
Dafne negó suavemente con la cabeza, casi sollozando -No es nada.
La empleada, un poco preocupada, le preguntó: -¿Quiere que llame al Sr. Junco?
Eso era justo lo que Dafne no quería escuchar.
La empleada no tenía mala intención.
Dafne forzó una sonrisa que se veía peor que llorar y le dijo con valentía: -Realmente no es nada, probablemente no me he acostumbrado a estar aquí. Estoy preocupada por la salud de mi padre y no pude evitar llorar, no se preocupe por mí.
La empleada no sabía que Baltasar estaba hospitalizado, así que al escuchar a Dafne no le preguntó más, solo le dijo: -Lo importante es que esté bien. Me asustó, pensé que algo le había pasado. El Sr. Junco hizo hincapié en que si necesita algo, puede acudir a él en cualquier momento, incluso si se trata de cosas como la comida o problemas para dormir.
Dafne se sorprendió un poco -¿De verdad le dijo eso?
La empleada sonrió con complicidad -Sí, Srta. Rosales, se nota que el Sr. Junco se preocupa mucho por usted.
Dafne guardó silencio.
La empleada continuó -Descanse por ahora, si tiene hambre más tarde, solo llámeme y le prepararé algo de comer.
-No hace falta, no voy a comer nada esta noche, cuando termine su trabajo, descanse.
La empleada parecía un poco preocupada -El Sr. Junco insistió en que la cuide bien, estoy en la habitación al frente a la suya, si necesita algo, solo toque la puerta.
-Está bien.
En otra parte, en una villa.
Tristán estaba sentado en el sofá, con las manos en el respaldo del mismo, cruzando sus largas piernas con una actitud relajada.
Parecía despreocupado, pero sus ojos destellaban con una luz peligrosa. Apretó los dientes y le dijo: ¿Me estás diciendo que ustedes tres no pudieron con Agustín, que además iba con una
16:14
Capitulo 218
mujer?
El hombre arrodillado en el suelo tenía vendajes en la cabeza y los brazos. Era el mismo que esa tarde había perseguido a Agustín en un Aston Martin. Agustín le había disparado en el brazo y, luego de chocar contra la barrera de seguridad, se había quedado inconsciente por una grave herida en la cabeza.
Después de ser rescatado por una ambulancia y llevado al hospital, se las arreglo para quitarse el suero y llegó apresuradamente a la villa de Tristán para informarle,
El hombre estaba pálido, ya fuera por sus heridas o el miedo, temblando levemente le contestó -Sí… así fue…
-¿Todavía no han encontrado a esos dos inútiles? -Tristán entrecerró los ojos, con una mirada asesina brillando en ellos.
En ese momento, su guardaespaldas Mauro se inclinó y le susurró al oído: -Tristán, acabo de recibir una llamada informando que la policía ha encontrado los cuerpos de Óscar y Cristian.
Óscar era el mercenario que había disparado con un rifle esa tarde, originario de Aquilinia.
Cristian era de Solarenia, uno de los asesinos bajo el mando de Mauro.
Ambos iban en el Porsche que cayó por el acantilado después de romper la barrera, y la posibilidad de que sobrevivieran era casi nula. No era sorprendente que la policía los
encontrara muertos.
Sin embargo, Óscar tenía el arma encima cuando cayó.
Lo qué significaba que el arma ahora estaba en manos de la policía.
Eso complicaba las cosas.
La mirada de Tristán era afilada como una cuchilla, levantó una pierna y pateó brutalmente al hombre frente a él, sin importarle que estuviera herido -Ya no es asunto tuyo, ¡fuera de aquí!