Capítulo 22
Estos años, los negocios de su familia no había salido muy bien. La empresa de su padre llevaba años arrastrando pérdidas, y ahora dependían de que ella se casara con Bruno para que el Grupo García les echara una mano.
Cuando Macarena vio el coche, no pudo ocultar su admiración. Se acercó y lo tocó repetidamente, como si nunca hubiera visto algo igual.
-Bruno, ¿me ayudas a tomarme una foto junto al auto?
Macarena se paró junto al coche, usando la ventana como espejo para arreglarse el cabello.
El cristal de la ventana era tinteado, de esos que solo permitían ver desde adentro hacia afuera. Desde el asiento del conductor, Dafne miraba a Macarena como si estuviera observando a un mono en el zoológico.
Justo cuando Macarena estaba absorta en su reflejo, Dafne bajó la ventana y sus miradas se
cruzaron.
-Hola la saludó Dafne con una aparente dulce sonrisa.
Macarena se quedó paralizada.
-¿Dafne? ¿Qué haces dentro de ese coche? -La expresión de Macarena era como si hubiera visto un fantasma.
En ese momento, Bruno también se acercó al coche.
Al ver a Dafne dentro, frunció el ceño -¿Para qué alquilaste un auto tan ostentoso?
Ni siquiera le preguntó nada del coche, simplemente asumió que Dafne lo había alquilado.
Macarena reaccionó, ajustó su expresión y esbozó una sonrisa sarcástica -Srta. Rosales, ¿alquilaste el coche para tomarte fotos? Por lo que sé, alquilar un coche así no es barato. ¿Una foto vale un mes de tu sueldo?
El ceño de Bruno se frunció aún más, mostrando claramente su desdén -Dafne, ¿alquilas esto para tomarte fotos? ¿Te volviste loca?
Macarena se rio -Así es, Srta. Rosales, todos sabemos cuánto ganas. Aunque publiques un millón de fotos, la gente sabrá que este auto no es tuyo. ¿Para qué te molestas?
Dafne la miró divertida -¿Sabes tanto de esto porque antes has alquilado autos caros para tirarte fotos?
La sonrisa de Macarena se desvaneció.
Porque, en efecto, ella realmente lo había hecho.
Cuando las mujeres de la alta sociedad presumían de coches y bolsos, ella se ponía celosa. Le rogó a su padre que le comprara un coche de lujo, pero él le dijo que la familia ya no tenía tanto
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dinero, y que no debía competir con los demás.
Como no podía soportarlo, decidió alquilar un Lamborghini para sus fotos.
Al recordar esto, la vergüenza que sentía se desvaneció y Macarena se sintió repentinamente liberada.
Había alquilado un Lamborghini, que costaría más de un millón de dólares, mucho más caro que el coche de Dafne.
Aunque Macarena había hecho algo peor, no lo admitiría frente a Bruno.
Con la barbilla en alto, le respondió con altanería -No necesito alquilar ningún coche. Cuando estaba en el extranjero, conducía un Lamborghini que costaba mucho más que este.
-Oh, ¿de verdad? ¿Por qué nunca te vi conducirlo? -le preguntó Dafne.
Macarena le mintió sin pestañear -Me cansé de él. Esos deportivos son impresionantes pero no son para una chica. Hace poco cambié por un Panamera. La próxima vez te lo traeré para que te tomes una foto. Tranquila, no te cobraré.
Sus palabras estaban llenas de desdén.
De hecho, tenía un Panamera, pero era un coche de segunda mano que alguien ya había remendado, y después descartado.
No había otra opción, su familia ya no era lo que solía ser. Su padre perdía dinero en los negocios cada año, y ahora incluso su casa había sido hipotecada.
Si no fuera por intentar atraer a Bruno, no se habría molestado en comprar un coche para aparentar riqueza.
-Oh- le respondió Dafne -¿Es así? ¿No querías una foto? ¿Quieres que te lo preste para que
te tomes una?
El rostro de Macarena se oscureció -No hace falta.
Bruno intervino de nuevo -Dafne, ¿cómo no me di cuenta antes de que eres tan vanidosa?
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